domingo, 24 de febrero de 2013

BÁRBAROS Y ROMANOS EN HISPANIA. Javier Arce


Interesante estudio  referido a una de las épocas menos conocidas en la historia de Hispania, el siglo V, cuando se produce el derrumbe definitivo del imperio romano y comienzan las invasiones bárbaras en nuestro país. Está firmado por Javier Arce, un historiador y arqueólogo catalán muy reconocido en los medios académicos tanto nacionales como  europeos, actual profesor de la universidad de Lille y especialista precisamente en este periodo histórico que, dada la escasez de fuentes escritas, precisa de un importante apoyo sustentado en la epigrafía y los restos arqueológicos.
Al comienzo del trabajo, unos versos del poema de Cavafis “Esperando a los bárbaros” sirven al autor para introducir una teoría original, desarrollada después a lo largo del mismo, que viene a desmontar el mito tradicional de las invasiones bárbaras como una conquista a sangre y fuego que condujo a un apocalíptico caos destructor. Y es que tras minucioso análisis de las fuentes deduce que las tribus germánicas de suevos, vándalos, y alanos no invadieron Hispania sino que entraron desde las Galias respondiendo a la petición de ayuda de uno de tantos usurpadores del poder imperial, en concreto uno llamado Máximo apoyado militarmente por el general Gerontius. Además estos bárbaros estaban ya parcialmente romanizados y las luchas y saqueos que se produjeron no fueron superiores a los de otras épocas de supuesta estabilidad,  porque la finalidad última de esos pueblos no era la destrucción sino el asentamiento  en la provincia hispánica y aprovechar las estructuras sociales, económicas, y políticas de los hispanorromanos. De otra parte, permanecieron menos de un siglo en el territorio hasta el definitivo asentamiento de los visigodos por lo que su influencia fue escasa.
A lo largo del libro se analizan múltiple aspectos que caracterizan al periodo objeto de estudio, entre los que podemos destacar; la inexistencia de poder militar romano en Hispania, con total ausencia de ejércitos estables y la sola presencia de pequeñas guarniciones privadas de protección de las villas rurales; la descomposición del poder político durante el imperio de Honorio, con especial énfasis en el fenómeno de los usurpadores; la economía provincial autárquica, totalmente desvinculada ya de las redes comerciales del imperio; la persistencia de la cultura urbana, con municipios dirigidos ahora por los obispos cristianos que sustituyeron a los antiguos magistrados; el auge creciente del mundo rural con las villae, castella, y castrum, precursores de la futuras estructuras feudales; la paulatina desaparición del paganismo, el dominio del cristianismo y las luchas entre la ortodoxia católica y movimientos heréticos como el priscilianismo. 
Tras la lectura de Bárbaros y romanos en Hispania, se concluye que  las invasiones bárbaras no produjeron la destrucción y desaparición de la decadente sociedad hispanorromana sino que fueron más bien un acicate que la modificó parcialmente y en cierto sentido la revitalizó.  El siglo V  fue pues un periodo de transición entre dos mundos, el clásico latino y el medieval.
Tengo que admitir que esta extensa sinopsis del libro sería inadmisible de tratarse de una novela. Pero en historia, el desarrollo y desenlace de los acontecimientos suele ser muy conocido y lo importante para el lector es profundizar en la génesis de los mismos y en sus consecuencias, y esto basado en la fiabilidad de las fuentes históricas consultadas. En este sentido, el trabajo de Javier Arce es riguroso, por bien documentado, y ameno. No me cansaré de repetir esto último porque rigor y amenidad no deber de ser cualidades contrapuestas y porque en general mis lecturas en esta materia son siempre divulgativas y destinadas no a expertos sino aficionados. Y digo esto con ánimo de incentivar a la lectura de historia que es a fin de cuentas la memoria colectiva de la humanidad y terreno donde hunde sus raíces nuestra sociedad actual.

domingo, 17 de febrero de 2013

V DE VENDETTA. Alan Moore y David Lloyd


V de vendetta es ya un clásico del cómic. Fue publicado a principios de los años 80 integrando una serie de diez revistas que después fueron recopiladas y editadas  como novela gráfica. Tanto el guionista como el dibujante son británicos. El primero, Alan Moore, es un escritor curioso por su actitud misantrópica y tendencia a lo caótico, simpatizante político con el anarquismo, se hizo famoso desde joven como guionista de este trabajo, que él considera como obra de juventud, y muchos otros muy conocidos entre los que citaremos Wachtmen. Por ellos ha sido reconocido mundialmente  como innovador en las técnicas narrativas del cómic. En cuanto al dibujante, David Lloyd, se dio a conocer con esta obra en la que muestra un gran  dominio del claroscuro y la técnica del zoom, ambas de clara inspiración cinematográfica. Para intentar reforzar esta impresión recomendó a Moore que evitara en lo posible las leyendas, los efectos de sonido, y los globos de pensamiento. En base a esto, era previsible que en 2006 se produjera la película del mismo título dirigida por el australiano James McTeigue, que como suele suceder ha suscitado división de opiniones entre los lectores del cómic. En mi caso particular creo que la novela gráfica supera con mucho al filme que es mediocre y desvirtúa el guión original en muchos aspectos. En eso coincido con el escritor que según parece no quedó muy satisfecho. En cambio Lloyd ha sido un firme defensor de la adaptación.
La trama argumental de V de vendetta se puede considerar como una distopía, un concepto tomado del inglés que designa lo contrario de una utopía, es decir, una sociedad ficticia e indeseable en sí misma. En este caso el guionista situó la acción en un futuro distópico que ya es pasado porque se desarrolla en Inglaterra y en la década de los 90 del siglo XX, tras una guerra nuclear parcial cuya consecuencia es la instauración de un régimen político neofascista. El protagonista principal es “V”, el héroe que se rebela contra el gobierno totalitario y protege su anonimato bajo una máscara y disfraz de Guy Fawkes, un católico inglés que en 1605 participó en la conspiración de la pólvora que pretendía derrocar al rey Jacobo I; intentó volar el Parlamento pero fue detenido y ejecutado antes de llevar a cabo su plan. La letra V tiene un doble sentido en este personaje marcado psicológicamente por su pasado; venganza sobre los que lo sometieron a tortura en un antiguo campo de concentración, pero también victoria final sobre el totalitarismo mediante provocación terrorista del caos y la anarquía de la que pretende que surja un nuevo régimen político de libertad y paz.
Se ha dicho que en la obra subyace una velada crítica a la política de  Margaret Thatcher durante los 80. No podría asegurar en que medida el conservadurismo de la premier británica condicionó o inspiró el guión, pero si encuentro dos claras inspiraciones literarias. De una parte, la estética del personaje recuerda mucho al Fantasma de la Ópera de Gastón Leroux. En cuanto al trasfondo político tiene importantes similitudes con “1984” la novela de George Orwell, que es también una distopía totalitaria aunque la intención del escritor fuera en este caso una crítica del estalinismo comunista.
Quiero destacar un detalle curioso de esta novela gráfica. Aunque la acción trascurre a finales de los años 90, los personajes visten a la moda de los 50 y la estética de los objetos, los edificios. y los decorados, son de esos años. Un anacronismo que parece intencionado, quizás un guiño nostálgico en relación a las lecturas infantiles de cómic ya a que, tanto el guionista como el dibujante, nacieron en esa década. Y por último señalar que la máscara de V ha trascendido al personaje y se ha popularizado actualmente entre los miembros del movimiento conocido como "15M" y creo que no sólo con intención de anonimato frente a las cámaras de vídeo de la calle, que nos traen a la mente de nuevo el "gran hermano" de Orwell, sino por lo que tiene de símbolo de rebeldía ácrata frete a los abusos de poder de un sistema económico y político, en una sociedad en crisis con claros aspectos distópicos, no por ficticios sino por indeseables. 

domingo, 10 de febrero de 2013

EL PIRATA. Joseph Conrad


Mi admiración por la obra de Joseph Conrad (1857-1924)  crece a media que voy leyendo sus novelas, en especial las de aventuras y viajes que son la mayoría. Me gusta en ellas la potencia psicológica de  los personajes, el dramatismo contenido de  las historias, y esa capacidad narrativa para   ambientar la acción y encuadrarla en sus correspondientes coordenadas temporales con pocas y precisas referencias espaciadas, a menudo implícitas antes que claramente expresadas, que demanda la complicidad y el interés del lector hasta hacerlo introducirse de lleno en la narración. El pirata (1923) fue la última novela del genial escritor polaco, inglés de adopción, e ilustra a la perfección esa mezcla de narrativa realista y drama romántico tan típico de sus relatos.
 Ya he comentado otras veces que las  historias de ambientación marinera son muy frecuentes en Conrad, no en vano fue navegante durante muchos años y se dice que firme defensor de la navegación a vela en unos tiempos en que estaba ya irremediablemente condenada por el vapor  y los barcos de acero. Ésta que comentamos es una más de sus novelas de mar.
El protagonista principal es un viejo marino de turbio pasado como corsario en los mares del sur que, en 1794, vuelve para jubilarse a su ciudad natal de Tolón y presencia en 1802 el bloqueo de la flota napoleónica en su puerto por parte de la armada inglesa al mando del almirante Nelson. Su vida retirada en una fonda próxima al mar se verá alterada por los acontecimientos del momento que le obligarán a implicarse. Los otros protagonistas son seres marcados por la revolución francesa, en particular por la sublevación realista de Tolón, el cerco de la ciudad por las tropas francesas de Napoleón en 1793, y la posterior represión de los sublevados por parte de los revolucionarios. La acción se desarrolla entre estos hitos cronológicos y desde el presente son frecuentes los saltos al pasado (flashback). El marco geográfico está descrito con absoluta precisión, tanta que hasta los lugares más recónditos, las pequeñas villas, o los accidentes geográficos costeros, son fácilmente identificables en los mapas actuales.
Los personajes están delineados en los aspectos fundamentales de su personalidad pero se nos oculta facetas de la misma lo cual les aporta un cierto aire misterioso aunque poco a poco nos sean desveladas. El protagonista, como otros muchos de Conrad, es un hombre endurecido por su propia experiencia vital, descreído y escéptico frente a la autoridad y los poderes instituidos pero aún sensible a valores éticos, románticos de alguna forma, como el honor, la dignidad, y el patriotismo, por los que es capaz de ofrecer hasta su propia vida sin titubear.           
Pero lo importante de esta novela, como otras muchas del escritor, es que te engancha no tanto por la acción trepidante sino por un argumento inteligente que te mantiene interesado hasta el desenlace final no siempre previsible. Su lectura entretiene y enriquece a un tiempo y es todo un deleite para los buenos lectores. 

sábado, 2 de febrero de 2013

POEMAS. Edgar Allan Poe


Edgar Allan Poe (1809-1849) logró  fama en su época como escritor  de relatos cortos. Gracias a éstos ingresó con todo merecimiento en la historia  de la literatura  y ha sido reconocido por la posteridad como magistral renovador de esta especialidad narrativa. En particular sus cuentos de terror, han sido  recogidos en multitud de antologías logrando una difusión universal.  Y sin embargo  el escritor siempre se consideró ante todo poeta, manifestó en muchas ocasiones su predilección por la poesía y hasta plasmó en un ensayo, “Filosofía de la composición”, sus ideas en torno a la creación poética. Su producción en este género literario, no muy abundante, data de los comienzos y el final de su carrera. Fue además  poco comprendida, recibió malas críticas de los contemporáneos, y con el tiempo quedó oscurecida por su brillante  y prolífica obra narrativa. Su poesía se integra plenamente en el romanticismo decimonónico y las composiciones abundan  en los tópicos de aquel  estilo literario; predilección por los temas legendarios, ambientes brumosos y lúgubres, apariciones fantasmagóricas, pasión amorosa o nostalgia de amores perdidos, ensoñaciones, y bastante dosis de idealismo.
         En el presente volumen se recogen  la mayoría  de poemas del autor, el más famoso es el titulado “El cuervo” que narra  la escena de un personaje afligido por la pérdida de su amada que en un escenario y atmósfera sobrenaturales recibe la visita de un cuervo parlante que aumenta su pena con la insistente y repetitiva frase “nunca más”. Otro muy conocido es “Annabel Lee” que se dice estuvo inspirado en la temprana muerte de su  esposa. Además de este último hay otros muchos dedicados a mujeres, a Elena, a Leonora, a Eulalia, a su madre etc. En general, las mujeres de Poe son castas  doncellas de imagen idealizada y prematura muerte. Porque la muerte y su entorno psicológico es uno de sus temas obsesivos. Así los poemas nos hablan de  lo irreal y  efímero de la vida; la muerte como sueño eterno y olvido simbolizado  en el mito de río Leteo; la sensación de vacío y nostalgia por la desaparición de la amada; el amor platónico como superación de la muerte etc. En cuanto a la composición, se ha dicho que el  poeta estuvo siempre obsesionado por los aspectos estéticos y la rima. Entre los rasgos distintivos de su poesía  está la repetición de uno o  varios versos o frases cortas reiteradas que otorgan  al poema un tono cadencioso y obsesivo.
         La  recopilación  recogida en este libro está precedida por una introducción del escritor nicaragüense  Rubén Darío que  comienza con una poética descripción (típico en un poeta)  de su llegada  en barco  Nueva York y una biografía bastante idealizada  del escritor norteamericano.
         No seré yo quien se atreva a criticar negativamente los poemas  de Edgar A. Poe, admirados por escritores de la talla de Baudelaire entre otros muchos. Solo diré que me parecen demasiado esteticistas y  no me conmueven, o mejor sería decir que me dejan frio. Quizás esto se deba al propio estilo romántico que en la poesía me parece ya bastante superado y poco acorde con nuestra mentalidad actual, aunque en narrativa pueda tener aún cierta vigencia y atractivo. En suma, y para terminar, el libro no me ha defraudado porque no esperaba demasiado de una lectura que inicié solo incitado  por una relativa curiosidad.