Hace algo
más de un año, el escritor que hoy nos ocupa introdujo un libro de su paisano Luis
Miguel Sánchez Tostado. Yo asistí a la promoción pública de ese libro y
fue mi primer contacto con estos dos escritores jiennenses. Me llamó la
atención entonces el tono cómico del prologuista en su presentación pero, quizás por aquello de que nadie es profeta en su
tierra, reconozco no haber leído nada suyo, hasta ahora que acabo de terminar esta novela propuesta por mi
club de lectura.
De la biografía literaria de Jesús
Tíscar Jandra (1970) no tengo muchos datos. Escritor principalmente de
relatos cortos, ha recibido numerosos premios en esta especialidad. Durante
años ha sido colaborador en artículos de prensa local y es autor varias obras
teatrales. Muchas de éstas, y de sus colecciones de cuentos, ostentan
provocativos títulos porque parece buscar y ha conseguido cierta fama
de transgresor e irreverente. Entre sus cuentos he asistido a la lectura de
uno, el titulado Cohetes de fin de fiesta,
que me pareció bueno por su sorprendente e impactante final, algo esencial en ese tipo de relatos. No puedo decir lo
mismo de esta novela que comento hoy, por más que me pese la crítica negativa y
admitiendo lo subjetivo y cuestionable de mi opinión por aquello de “sobre gustos…”.
La poetisa (2006) fue premiada en su
momento con el XXV Premio de Novela
Felipe Trigo. Se trata de una sátira despiadada de la poesía en general y
del ambiente literario provinciano en particular. En un tono directo y mordaz,
más hiriente que irónico, ridiculiza las tertulias literarias, los círculos
universitarios y la cultura en general. La ciudad en la que se ambienta la
ficción es Jaén, muy reconocible en Joliva
y en multitud de topónimos de clara similitud fonética con lugares muy conocidos.
Igual ocurre con los nombres de personajes que ocultan personas reales a los que
el autor quizás se propone salvar o condenar al estilo de Dante en su Divina Comedia,
y perdón por la injusta e inmerecida comparación.
A
la novela se le pueden aplicar muchos calificativos, algunos admitidos en la propia sinopsis como
anti-bella, contradictoria e irreverente. Yo añadiría surrealista hasta lo más
absurdo, esperpéntica y provocadora. El
lenguaje es intencionadamente soez, abusivo en la onomatopeya y en términos
groseros. La trama está saturada de una sexualidad explícita y escatológica -en
su acepción no metafísica- hasta la náusea. Todo ello no me escandaliza, pero reiterado con insistencia en sus más de trescientas páginas resulta agotador y
desagradable.
El
macabro canibalismo sexual de la poetisa parece inspirado en antiguos mitos
clásicos como el de Atreo, en el personaje
dramático de Tito Andrónico, y en
figuras legendarias como la condesa húngara Erzsébet
Báthory (1560-1614).
Y
a pesar de lo negativo reseñado hasta ahora, creo justo reconocer en este autor
contracultural un buen dominio del lenguaje y la técnica literaria, pero no me
parece motivo suficiente para cambiar mi valoración de la novela. Tardaré
tiempo en olvidarla antes de emprender la lectura de una colección de sus
cuentos que parecen prometedores a pesar del repugnante título. Especialmente
contraindicada para estómagos inestables.
Muy buen comentario , tal cual un abrazo
ResponderEliminarGracias Carmen. Un abrazo
ResponderEliminarPues muchas gracias por leerme, reseñarme y criticarme, Lope. Me ha gustado, aunque lo lamento por tu estómago, de verdad. Saludos.
ResponderEliminarGracias a tí por bajar al terreno de los simples lectores. No es muy frecuente que los escritores lo hagan, así que reconozco tu valentía.Como crítico, además de muy subjetivo, no estoy demasiado cualificado. Son más bien mis impresiones sobre la lectura y puedes creerme si te digo que me cuesta darlas negativas. Gracias por tu comentario y no te preocupes por mi estómago, es casi el único órgano de mi anatomía que funciona bien. Saludos.
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