viernes, 19 de mayo de 2017

AMORES CONTRARIADOS. Colette

  La escritora y crítica literaria Laura Freixas, conocida por su labor investigadora de la literatura escrita por mujeres, ha recogido en esta antología tres relatos cortos de Sidonie-Gabrielle Colette (1873-1954), y aporta, en el prólogo, una ilustrativa panorámica sobre la obra de esta escritora francesa que, en cierta medida y quizás sin propósito, fue pionera o precursora del feminismo actual.
En efecto, la vida de Colette fue todo un paradigma de mujer liberada en una época, finales del XIX y principios del siglo XX, que contempló el nacimiento de los movimientos sufragistas y la reivindicación de los derechos femeninos. Mujer polifacética, fue escritora, libretista y artista en espectáculos de cabaret, periodista y crítica literaria. De joven  fue explotada por su primer marido, apodado Willy, que firmó sin escrúpulos sus primeras novelas de la serie Claudine. Su vida sentimental, un tanto licenciosa para la mentalidad de su tiempo, provocó cierto escándalo. Casó tres veces y se divorció dos, tuvo amantes y relaciones lésbicas. Incluso llegó a seducir al hijo de su segundo marido. Se relacionó  con muchos escritores y hombres importantes, entre otros Marcel Proust, Jean Cocteau, Marcel Schwob o Henri de Rothschid. La crítica literaria intentó ignorar su obra pero  sus novelas la hicieron famosa y reconocida. Al final de su vida presidió la Academia Goncourt y fue condecorada con la Legión de Honor.
La obra literaria de Colette se caracteriza por la elegancia del lenguaje y la precisión descriptiva, sobre todo de ambientes naturales. También por la profundidad psicológica de sus personajes, con un predominio protagonista de los femeninos. Por esto, y por otros rasgos distintivos que no sabría precisar, estos tres relatos nos hacen evocar a los grandes clásicos del XIX, entre los cuales merece estar la escritora. La crítica destaca además la sensualidad y el erotismo de sus novelas en las que a menudo predomina lo carnal sobre lo espiritual, a veces de forma tan explícita que le causaron problemas con la censura. En este aspecto Colette puede ser encuadrada entre un grupo de escritores, encabezados por su compatriota Pierre Louÿs, que iniciaron un subgénero de novela erótica que pretendía ser refinado y transgresor de la moralidad imperante. 
Los tres cuentos de  Amores contrariados, responden fielmente al título de la antología. Son relatos poco conocidos de la escritora francesa en su época de madurez. El motivo común que los agrupa y los trasciende es la imposibilidad del amor, un sentimiento tan universal como abstracto, o al menos el fracaso de la relación amorosa concreta, desgastada por el paso del tiempo o la diferencia de edad. En El quepis  es una mujer divorciada y con pocas expectativas sentimentales quien inicia una relación con un joven militar. Un amor que se verá frustrado por un episodio fortuito que no termina de ocultar el agotamiento del tiempo y la diferencia social. El pimpollo es el caso contrario, la aventura erótica entre un cincuentón, culto y elegante, y una joven y ruda aldeana, hasta cierto punto recubierta de un matiz poético y romántico que no consigue evitar la crisis final, más picaresca que dramática. El tercer relato, La luna de lluvia, es una historia de venganza y celos de una esposa abandonada y la complicada relación con su hermana.
Todos los relatos están protagonizados y narrados directa o indirectamente por la propia escritora, bien como testigo que cuenta o le cuentan una historia, o incluso, como en el tercer relato, asumiendo un claro protagonismo  y narrando en primera persona. Esta estructura proporciona a la escritora la oportunidad de introducir en la narración datos autobiográficos o establecer paralelismos comparativos con su propia experiencia vital. Las mujeres son las principales protagonistas, salvo en El pimpollo, y en todo caso predomina el análisis de los sentimientos femeninos, la complejidad y contradicciones de las relaciones entre mujeres, sin excluir en muchos casos sutiles matices lésbicos. El papel de los personajes masculinos está  a menudo reducido a la crítica y el escepticismo irónico, o  a mero objeto de deseo, y se intenta evidenciar cierta incomprensión psicológica entre ambos géneros.
En resumen, unos buenos relatos y el descubrimiento de una estupenda narradora. Moderadamente complejos cuando se hacen descripciones de algunos objetos, o alusiones a modas y personajes de principios de siglo XX que nos resultan lejanos y nos fuerzan a una información complementaria. Algunas comparaciones y alegorías aportan riqueza, precisión y elegancia adicional si se quiere indagar en ellas. En cualquier caso estos detalles, más anacrónicos que cultos en sí mismos, no afectan en absoluto al interés y amenidad de la lectura.       
     

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