miércoles, 8 de junio de 2022

EL MAR NEGRO. Neal Ascherson

 



        Como sanitario, el término etiología siempre tuvo una especial significación en mis estudios. Ahora me gusta aplicarlo en sentido general, como análisis de las causas, y en particular a la historia, porque los sucesos del presente suelen tener complejas relaciones con otros del pasado próximo o remoto.

    El acontecimiento actual más dramático y decisivo es sin duda la guerra de Ucrania. Sobre ella estamos saturados de información en aspectos políticos, estratégicos o tácticos. Los medios de comunicación se empeñan en buscar un culpable y demonizarlo, para los occidentales es Vladímir Putin, para los rusos la OTAN. Casi nadie busca respuestas en la historia porque suelen ser complejas. Por lo que a mí respecta, reconozco que mis conocimientos históricos sobre Europa Oriental son muy generales y superficiales. En mi afán de comprender mejor, me sentí atraído por esta lectura recomendada en una revista literaria.

        El mar Negro (1995) es un ensayo escrito hace casi dos décadas por Neal Ascherson (1932), pero la tragedia ucraniana lo ha puesto de nuevo en el punto de mira de la crítica. El autor es un escocés con dilatada experiencia vital. Militar en su juventud, especialista en historia por Cambridge, periodista de larga trayectoria, especialista en Polonia y Europa del Este, viajero impenitente y con amplios conocimientos arqueológicos.

        Experiencia y erudición se aúnan en este estudio que va mucho más allá de lo histórico y se extiende en aspectos geográficos, ecológicos, sociológicos y antropológicos, todos referidos al Mar Negro y su entorno; desde las estepas septentrionales, con la península de Crimea y el Mar de Azov en su centro, pasando por la costa oriental y las estribaciones del Cáucaso, hasta las montañas y estepas de Anatolia o las riberas occidentales con el delta del Danubio. Un mar con intensos problemas ecológicos que se estudian en los primeros y últimos capítulos, carente de vida en sus profundidades, pero en continua adaptación y regeneración.

        Lo esencial es la multitud de pueblos que han ocupado estas llanuras a lo largo de la historia. Las antiguas colonias griegas, después romanas, bizantinas, venecianas y finamente turcas y rusas, que poblaron con ciudades sus riberas. Lugar de paso y asentamiento de sucesivas migraciones iranias y de Asia Central, por sus estepas pasaron pueblos nómadas como los escitas, sármatas, jázaros y tártaros entre otros. Entre estos y los sedentarios habitantes de las ciudades, entre civilizados y bárbaros, siempre hubo un continuo contacto y mestizaje cultural. Un mestizaje que también se estudia en los aspectos étnicos y religiosos, aunque entre el siglo XIX y el XX hubo un resurgir de los nacionalismos, cuyos orígenes se analizan. También se estudia la influencia decisiva de los imperios que dominaron en la zona, el romano y bizantino, con estados satélites como el reino del Bósforo, el de Armenia, o el imperio de Trebisonda. Tiempo después el sultanato otomano y finalmente el imperio ruso. Especial mención tienen los estados de la Europa Oriental como Lituania, Polonia o Ucrania, durante siglos fagocitados por rusos y germanos con alternativos periodos de renacimiento y reafirmación nacionalista.

          La enorme erudición del escritor no deja sin tratar ningún acontecimiento histórico, cultural o sociológico que pueda estar en el origen o tener influencia en el actual estado de los países ribereños de la zona. Aunque al final del estudio se ofrece una cronología histórica desde la colonización griega a la actualidad, la narración carece de una exposición sistemática que se ajuste a criterios geográficos o cronológicos. Los saltos en el tiempo y espacio son continuos. Posiblemente la ausencia de un relato lineal sea deliberada y más propia de la agilidad que se supone en el periodismo frente al rigor expositivo del estudio histórico. No obstante, ese continuo flashback dificulta la lectura de un ensayo tan amplio y complejo en su planteamiento.

        Por otra parte, Neal Ascherson intercala en su discurso continuas digresiones e introduce personajes históricos secundarios que distraen de la ya de por sí complicada visión o análisis de conjunto. Por no hablar de anécdotas arqueológicas o vivenciales, propias de su experiencia en la zona, que producen el mismo efecto disgregador en el lector.

        Se trata en resume de estudio que nos ayudará a comprender la etiología de los actuales conflictos en el Mar Negro Es necesario tener al menos algunos conocimientos históricos superficiales sobre los pueblos que habitaron en torno a esa zona, porque en esencia no se trata de un relato a nivel divulgativo. Es un ensayo interesante pero difícil. Si no se tienen unas mínimas nociones, la lectura puede producir cefalea.

         

 

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