miércoles, 2 de marzo de 2016

CASA DE MUÑECAS/ EL PATO SALVAJE. Henrik Ibsen

 El dramaturgo Henrik Ibsen (1828-1906) ha sido considerado el creador del drama realista moderno. Su obra más popular, Casa de muñecas, representa en la escena  lo que Ciudadano Kane de Orson Welles en el cine. A muchos nos suenan  los títulos pero no las conocemos en profundidad. Y sin embargo el interés de estas dos obras es muy notable si consideramos que el teatro y cine actuales siguen siendo deudores de las innovaciones que ambas introdujeron en la técnica narrativa de sus respectivas artes.
          Los especialistas dividen la obra del escritor noruego en tres periodos. Uno romántico de juventud, una segunda etapa realista, la más fructífera, y una evolución final hacia el simbolismo. Pero, como es natural, esta división es más académica que real porque en los dramas de Ibsen podemos encontrar elementos de estos tres estilos.
          El presente volumen recoge dos obras, Casa de muñecas (1879) y El pato salvaje (1884). Pertenecen al segundo periodo, que se ha etiquetado como realismo de crítica social, y son quizás las más representativas del  autor, o al menos muestran una cierta unidad temática. En esta cuidada edición de Cátedra vienen precedidas por una muy buena introducción de Mario Parajón, un experto que analiza las claves que definen la dramaturgia de Ibsen. Conviene leerla como epílogo, porque en su minuciosidad detalla en exceso las dos tramas argumentales. En dicho estudio se analizan algunas de las innovaciones técnicas del autor noruego, tales como el personaje confidente, sobre las que no conviene insistir aquí. Sí me interesa destacar, de forma somera, que en sus dramas no predomina la acción externa, más o menos épica o dramática, sino que ponen de relieve el conflicto interior de los personajes, y en consecuencia abandona elementos declamatorios en favor del diálogo pausado y natural en el que hasta los silencios son importantes para reflejar las actitudes y estados de ánimo. El suyo es un teatro más psicológico que trágico, en el que los héroes y heroínas no están idealizados sino que presentan claroscuros que los hacen más humanos. En resumen, elementos inspiradores del teatro moderno.
          El tema que es común a los dos dramas es la mentira vital, es decir, ese cúmulo de falsedades e ilusiones sobre los que a veces basamos nuestra existencia o nuestro proyecto de vida, eso que, a pequeña escala y en la vida cotidiana, simplificamos como mentiras piadosas. En Casa de muñecas la protagonista, Nora Helmer, se rebela contra la mentira vital en la que vive y rompe con ella en un sorprendente final que resultó escandaloso en su época y ahora nos parece muy actual. En cambio en El pato salvaje,  la obsesión por la verdad de Gregorio Werle le induce a desmontar la mentira en la que otros viven y provocar paradójicamente su desgracia. Este último drama presenta además un claro elemento simbólico en ese pato silvestre, herido en una cacería y después recluido en un desván como un animal doméstico. Una figura alegórica que se presta a varias interpretaciones que dejaremos en manos de cada cual. Porque el teatro de Ibsen ofrece al lector o espectador la facultad de enjuiciar el drama interno de los personajes según sus propios principios éticos y favorece de esta forma la polémica y el contraste de ideas y principios. Algo de esto ocurrió en nuestro club de lectura cuando algunos valoraban a un protagonista como cruel y egoísta mientras otros lo consideraban amigo generoso y amante de la verdad. 

          Quiero destacar  también el ambiente como elemento esencial en la obra del dramaturgo y la enorme carga de crítica a la sociedad de su época dominada por una burguesía liberal de moral hipócrita y puritana. En el trasfondo de los dos dramas se intuye ese ambiente opresivo y hasta supersticioso tras la aparente cortina de una apacible vida burguesa. Contra el mismo se rebelan los protagonistas que reivindican su individualidad y su propia moral. Ese entorno social y familiar parece que marcó decisivamente la vida del autor noruego, del cual es trasunto su producción dramática. Esto se evidencia cuando repasamos su biografía y percibimos en ella circunstancias y experiencias vitales que encontramos después en peculiaridades de los personajes o eventos de la trama. No creo necesario describir, siquiera a grandes rasgos, el argumento de los dramas pero diré que ambos me han impresionado por su riqueza en matices. Dos obras que han dejado de ser para mí sólo títulos conocidos y destacan  por su actualidad después de más de un siglo. De lectura esencial si queremos conocer los orígenes de la modernidad teatral.   

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