domingo, 13 de enero de 2013

LOGICOMIX. Apostolos Doxiadis y Christos Papadimitriou


Hace mucho tiempo que dejé de frecuentar la lectura de cómic. En España se llamaba historietas a este tipo de relatos gráficos antes de que la cultura anglosajona impusiera su propio término, tan aceptado en la actualidad que incluso la Real Academia  Española lo incluye en su diccionario como anglicismo. Y no obstante  debo reconocer  mi deuda con este género, considerado  en sus  inicios  como un subproducto cultural, porque en mi  primera infancia aprendí  a leer  con los tebeos de aventuras, en concreto la serie del  “Capitán Trueno” que además  consiguió despertar en mí el interés por la historia.  Ahora ha llegado a mis manos esta obra catalogada como novela gráfica, un concepto algo ambiguo y controvertido  pero que en general se asocia con el formato de libro, y a  relatos extensos de temática y estructura que aspira a ser considerada como literatura con mayúsculas, destinados a un público  adulto.  Después de leer  Logicomix, una vez rebasado un cierto nivel de reticencia inicial,  debo  admitir que  es una  estupenda novela con la que he superado  ciertos prejuicios en torno al cómic, tales como su tradicional asociación a los géneros de aventuras o  humor, por no mencionar  otros menos inocentes como el erótico.
         Se trata de una obra gráfica  que resulta ser una mezcla de novela didáctica e histórica. Es didáctica porque su intención  es claramente divulgativa  en cuanto a las  matemáticas  y  sus aplicaciones, no  en vano  de los dos guionistas uno, Apostolos Doxiadis, es profesor  de esta materia y autor de otras novelas de este tipo, y el otro, Christos  Papadimitriou, profesor de informática en Berkeley.  Es también en cierta medida una novela histórica porque el relato va desde finales del siglo XIX  hasta el siglo XX conectando finalmente con la actualidad, un periodo de intensa evolución en la historia de las matemáticas. El filósofo y matemático  Bertrand Russell (1872-1970) es el personaje principal y auténtico  hilo conductor del relato; representante máximo de la escuela logicista,  empeñado en dar claridad tanto a la argumentación filosófica  como a la demostración matemática mediante la creación y aplicación en ambas ciencias de un lenguaje basado en la lógica. Su búsqueda de la certeza matemática  lo llevó a relacionarse con las grandes figuras del pensamiento europeo y de esta forma  la trama argumental que  relata sus vivencias  rinde también homenaje a los grandes matemáticos de aquella época  y sus principales teorías, Gottlob FregeLudwig WittgensteinDavid HilbertKurt Gödel Henri Poincaré, entre otros.
         En lo referente a la estructura narrativa es de doble nivel, porque en la historia principal  se van intercalando autorreferencias de los propios autores que convertidos  también en personajes nos cuentan sus opiniones sobre los otros personajes de la novela y sus ideas en cuanto al guión y su progreso, lo cual constituye de por sí un segundo plano narrativo  en el que las matemáticas y la filosofía encuentran abundantes e interesantes relaciones simbólicas con el teatro, la mitología, o la épica  además de otras de tipo práctico aplicadas a la informática, las telecomunicaciones y  otros hitos del progreso actual.  Además la novela incluye todos los recursos propios de la moderna narrativa tales como varios narradores, utilización de saltos en el tiempo (flashback), o el  recurso al monólogo interior .
         El personaje de Bertrand Russell  no es frio en absoluto, como pudiera deducirse de un hombre obsesionado por sus especulaciones matemáticas y filosóficas,  ya que su vida estuvo teñida de ciertas tensiones que le prestan dramatismo, entre otras el activismo pacifista que le llevó a la cárcel, sus ideas feministas y liberales sobre el matrimonio y las relaciones sexuales  ciertamente  provocadoras  a principios del siglo XX,  o su visión crítica sobre la religión y la educación que le procuraron, como a Sócrates, acusaciones de corruptor de la juventud.
         Pero lo que verdaderamente  se quiere resaltar en la novela  queda bien resumido en el subtítulo: “Una búsqueda épica de la verdad”, no sólo de la certeza o verdad matemática sino aplicada a la ética social, a los aspectos prácticos de la vida, todo ello utilizando la lógica como instrumento. Una indagación racionalista que  enfrentada a la irracionalidad de  las pasiones humanas o fenómenos sociales como la guerra  resulta ser  un esfuerzo épico predestinado al fracaso  pero también  un eterno viaje, una odisea que permite el progreso de la ciencia. Este trasfondo ideológico sobrepasa el carácter didáctico de la novela y le aporta su verdadera esencia dramática.  
         No quiero terminar sin elogiar los gráficos con dibujo de trazos sencillos pero muy elaborado en su conjunto sin llegar a lo barroco. Me recuerdan bastante al estilo del dibujante belga  Hergé, el autor de Las aventuras de Tintín.
         Debo intentar aclarar algo para aquellos que tras leer este comentario puedan pensar que se trata de una novela gráfica demasiado densa y profunda, con un fondo temático de matemáticas,  incomprensibles para muchos de nosotros por culpa de los deficientes sistemas educativos.  No hay que dejarse llevar por lo aparente, la lectura es bastante amena  y si queremos aclarar algún concepto al final del libro, en un cuaderno de notas se explican los principales. Aunque no son imprescindibles para entender el argumento si pueden enriquecerlo.

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