Hemos
iniciado el nuevo año con un concierto ofrecido por la agrupación coral
conocida popularmente como “Los chicos del coro” que
alcanzaron la fama gracias a la película
del mismo título (Les choristes en el
original francés) dirigida por Christophe Barratier y estrenada
en el 2004. El espectáculo se organizó
con finalidad benéfica, algo muy propio de las fiestas navideñas, y contó con
la colaboración de la Escolanía de la Catedral de Jaén.
Les petits chanteurs de Saint-Marc, que así se llama este coro infantil,
fue fundado en 1986 por Nicolas Porte
que es desde entonces su director. Está
integrado por niños, de entre diez y quince años, en número de 75 a 80, de un
colegio de Lyon, y fueron seleccionados entre otros muchos coros franceses para
protagonizar la película. Se trata de un
grupo mixto que combina la gama de agudos propia de las voces blancas o
infantiles con las tesituras más graves de los que ya son adolescentes. Esta amplitud de registro le otorga una gran
brillantez para la interpretación de piezas polifónicas y le permite un amplio
repertorio que incluye música sacra y profana y va desde el canto gregoriano
hasta la música contemporánea.
El
concierto lo inició la Escolanía de la
Catedral que cantó varias canciones navideñas. Estuvo a su altura
habitual en la interpretación que no
desmereció frente a la de los franceses a pesar de actuar de teloneros de
éstos. La competencia era desigual por el enorme atractivo mediático del
conjunto galo que fue compensado por el cariño del público hacia la agrupación local.
El
coro francés, protagonista principal del concierto, vino reducido en número con sólo
26 de sus miembros. Presentaron un programa variado que incluyó más de veinte
obras seleccionadas de su amplio repertorio
incluyendo canciones de la película y
en homenaje al cincuentenario de los Beatles, una versión de Yellow submarine. La interpretación fue muy buena, con dos
solistas de voz angelical que nos
dejaron extasiados. Casi al final llegó
la habitual concesión al público local con la interpretación de “Granada” de Agustín Lara y la típica del folklore mexicano
“Cielito lindo”; en esta última
implicaron al público que ya entregado se sumó cantando al coro. Como anécdota comentaré que fue la tradicional dificultad fonética de los franceses para
pronunciar las eres hispánicas lo que provocó nuestra sonrisa cuando oímos
cantar a los niños aquellos párrafos que dicen: Granada, tierra ensangrentada en tardes de togos o mujer
que conserva el embrujo de los ojos mogos.
La actuación terminó con la interpretación del tema principal de la banda sonora de “Los chicos del coro” por parte de las dos
agrupaciones.
En
resumen, una velada musical estupenda que nos dejó plenamente satisfechos y
nos alivió del empacho
que habitualmente sigue a la noche de fin de año.
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