Mi admiración
por la obra de Joseph Conrad
(1857-1924) crece a media que voy
leyendo sus novelas, en especial las de aventuras y viajes que son la mayoría. Me gusta en ellas la potencia psicológica de los personajes, el dramatismo contenido de las historias, y esa capacidad narrativa para ambientar la acción y encuadrarla
en sus correspondientes coordenadas temporales con pocas y precisas referencias
espaciadas, a menudo implícitas antes que claramente expresadas, que demanda la complicidad y el interés del lector hasta hacerlo introducirse de lleno en
la narración. El pirata (1923) fue
la última novela del genial escritor polaco, inglés de adopción, e ilustra a la
perfección esa mezcla de narrativa realista y drama romántico tan típico de sus
relatos.
Ya he comentado otras veces que las historias de
ambientación marinera son muy frecuentes en Conrad,
no en vano fue navegante durante muchos años y se dice que firme defensor de la
navegación a vela en unos tiempos en que estaba ya irremediablemente condenada
por el vapor y los barcos de acero. Ésta
que comentamos es una más de sus novelas de mar.
El protagonista principal es un
viejo marino de turbio pasado como corsario en los mares del sur que, en 1794,
vuelve para jubilarse a su ciudad natal de Tolón y presencia en 1802 el
bloqueo de la flota napoleónica en su puerto por parte de la armada inglesa al
mando del almirante Nelson. Su vida retirada en una fonda próxima al mar se
verá alterada por los acontecimientos del momento que le obligarán a implicarse.
Los otros protagonistas son seres marcados por la revolución francesa, en
particular por la sublevación realista de Tolón, el cerco de la ciudad por las
tropas francesas de Napoleón en 1793, y la posterior represión de los sublevados
por parte de los revolucionarios. La acción se desarrolla entre estos hitos
cronológicos y desde el presente son frecuentes los saltos al pasado (flashback). El marco geográfico está
descrito con absoluta precisión, tanta que hasta los lugares más recónditos,
las pequeñas villas, o los accidentes geográficos costeros, son fácilmente
identificables en los mapas actuales.
Los personajes están delineados en
los aspectos fundamentales de su personalidad pero se nos oculta facetas de la
misma lo cual les aporta un cierto aire misterioso aunque poco a poco nos sean
desveladas. El protagonista, como otros muchos de Conrad, es un hombre endurecido por su propia experiencia vital, descreído
y escéptico frente a la autoridad y los poderes instituidos pero aún sensible a
valores éticos, románticos de alguna forma, como el honor, la dignidad, y el
patriotismo, por los que es capaz de ofrecer hasta su propia vida sin titubear.
Pero lo importante de esta novela, como
otras muchas del escritor, es que te engancha no tanto por la acción trepidante
sino por un argumento inteligente que te mantiene interesado hasta el desenlace
final no siempre previsible. Su lectura entretiene y enriquece a un tiempo y es
todo un deleite para los buenos lectores.
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