El inglés G.K. Chesterton (1874-1936) alcanzó la
popularidad como escritor con una serie
de relatos policíacos que tienen como principal protagonista al padre Brown,
publicados inicialmente en prensa, recopilados posteriormente en cinco libros y
llevados a la pantalla en varias ocasiones. Además del género narrativo cultivó
otros muchos como poesía, ensayo, y periodismo. Su biografía es algo
insólita ya que, nacido en una familia de librepensadores y con una etapa
juvenil agnóstica y racionalista, evolucionó hacia postulados conservadores, se
reconcilió con la religión anglicana de su infancia y terminó por abrazar el
catolicismo con una actitud de compromiso militante
que provocó escándalo social en su época.
En este
volumen, titulado El jardín de humo,
se recogen hasta cuatro de sus relatos cortos, también
de intriga policíaca pero no de la serie antes citada. Los tres primeros son
muy buenos, el último en cambio, quizás por defectos de traducción, resulta un
tanto oscuro y farragoso.
El autor británico fue un maestro en el uso de la paradoja la cual también se
evidencia en estas historias que reflejan la oposición entre una mentalidad racionalista,
encarnada en los personajes que realizan el análisis detectivesco, y el gusto
por el misterio y por lo inexplicable, que le enlaza con el romanticismo de
principios del XIX. En ciertos momentos de los relatos da la impresión de que
esta afición por lo trascendente y esotérico es más una cuestión estética, algo
en lo que no cree realmente el narrador.
Este ha sido mi primer contacto con la
narrativa de Chesterton, porque las aventuras del padre Brown solo las
conocí en antiguas películas en blanco y negro de los años 50. Puedo asegurar
que son relatos entretenidos que no defraudan.
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