No siempre fue así, pero hace tiempo que valoro el
ensayo como  una opción preferente entre
mis inclinaciones de lectura. De este género literario me gusta la libertad
temática, el desarrollo asistemático sin estructura definida, su voluntad de
estilo literario que a veces roza lo poético, y con frecuencia el carácter
subjetivo de unos textos que casi siempre pretenden convencer antes que demostrar y
anteponen la emotividad a la
información. Me gusta el ensayo cuando es breve y,  aunque suelen estar agrupados en colecciones
y antologías, prefiero una lectura discontinua en el  tiempo porque de uno en uno sacian menos y se
aprecian mejor.  Si tuviera que señalar
lo mejor entre lo que he leído, o al menos los que más me han impresionado, destacaría
los de Michel  de Montaigne,
verdadero creador del género, y  los
de  Marguerite Yourcenar agrupados
en varias colecciones, entre otras A beneficio de 
inventario (1962), y El tiempo, gran escultor (1983).
  El
artículo periodístico, considerado 
en su dimensión  literaria y no
meramente informativa, está 
emparentado  con el ensayo. Se
acerca a éste en cuanto participa de algunos elementos  esenciales  antes señalados y se aleja  cuando priman 
aspectos relacionados con la actualidad, ya sea política o social, porque  en mi opinión son factores limitantes que lo
encuadran en un marco temporal concreto y por eso mismo, pasado el tiempo,
quedan expuestos al fuera de contexto y pierden parte de su esencia. En este tipo
de ensayo es aun más decisiva la lectura por entregas y recuerdo haber seguido
puntual y fielmente los  artículos de
escritores como Antonio Gala, Antonio Muñoz Molina, y algún otro,
en publicaciones semanales, antes de ser recopilados en las correspondientes
colecciones.
  Sirva
este largo prologo para introducir el libro de hoy, Glorieta de los lotos (2004), que reúne dos series de artículos
publicados en prensa por el autor en los cuatro años previos a la edición. Eduardo Jordá (1956) es un escritor
palmesano  afincado en Sevilla desde hace
más de veinte años. La formación literaria de su juventud  se reforzó con una notable experiencia como
viajero y pienso, a la vista de los textos que comentamos, que esa amalgama de
cultura  y vivencias  constituye el poso que nutre y vivifica sus
escritos. La producción de este autor, que hasta ahora me era desconocida,  incluye 
poesía, narrativa, y ensayo, aunque, si hemos de juzgar por estos
artículos, yo diría que  la sensibilidad
poética del escritor trasciende aquel género literario y enriquece la prosa de
los mismos. Es fácil de suponer  que su
temática es  muy variada. Abundan los
panegíricos póstumos a escritores con los que tuvo trato personal, como
Camilo José Cela o Agustín Goytisolo, pero también  los dedicados a artistas anónimos locales o antiguos
rockeros apenas conocidos. Lo autobiográfico está muy presente en los
referidos a sus viajes que destacan por las sugerentes y poéticas descripciones
de paisajes. Aunque integrado en la vida andaluza, sus raíces baleares le
permiten un cierto distanciamiento 
objetivo y crítico de 
algunos  tópicos  locales sevillanos y esa misma bipolaridad
cultural  lo inducen al rechazo de los
nacionalismos excluyentes. Una actitud propensa a la tolerancia no le impide la
denuncia de los atentados medioambientales 
y la sensibilidad  le aflora cuando,
resaltando la entrega y abnegado sacrificio de algunas mujeres, defiende el
decisivo papel de éstas en la familia y en nuestra sociedad, en una clara
opción que no  me atrevo a calificar de
feminista  por lo que este término
implica de  militancia, algo que me
parece ajeno a este escritor de profundas convicciones éticas  pero de mente abierta  que no se deja encasillar  fácilmente en doctrinas ni sectarismos.
  Los
artículos están escritos en un estilo sencillo y directo  capaz de hacer aflorar nuestras emociones pero
también cargado de sensualidad  cuando
destaca la riqueza  cromática que nos
rodea  y nos  hace 
evocar paisajes iluminados por una luz telúrica  o la sinfonía lisérgica  del viento que azota un edificio en ruinas. Los
textos son breves, adaptados necesariamente al formato editorial  de prensa, y lo narrado  suele ir de lo particular a lo general. Brota
de una anécdota, de una noticia, de un símbolo, o de una sensación, y fluye
fácilmente hacia la reflexión personal y la emoción subjetiva  que aboca por fin a los
grandes temas; el azar o el destino de nuestra existencia, el carácter
inmutable de ciertos valores éticos, la dignidad del ser humano, la memoria de
nuestros antepasados, la vanidad  de las
cosas mundanas, el valor de los pequeños placeres de la vida, y otros
muchos. La concisión del discurso
narrativo aunado a la profundidad del relato revela, en mi opinión,  la maestría 
del autor.
En resumen, estamos ante un excelente
ejemplo del género ensayístico, con ciertas 
limitaciones, casi siempre bien superadas. Una obra rica en matices, que
merecerían ser comentados  de forma más
extensa, y también mi personal encuentro con un buen escritor.
 
 
¡Qué bien te expresas don Lope de Sosa! Gracias por esta estupenda y completa reseña.
ResponderEliminarGracias. Tememos distintos estilos pero creo que ambos hemos penetrado razonablemente en lo esencial de esta última lectura
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