No es la
primera vez que al glosar la personalidad literaria de George Orwell (1903-1950) intento resaltar su aspecto más
auténtico, la decisiva relevancia de la experiencia personal en toda su obra (véase Rebelión en la granja; agosto-2012). En
particular, su paso por España y la participación como reportero y miliciano en
nuestra guerra civil le dejó una profunda impresión que reflejó en dos de sus
escritos y marcó de forma indirecta otros más. Así, cuando en 1937 fue herido
en el frente de Huesca y evacuado de regreso a Inglaterra, publicó un año más
tarde Homenaje a Cataluña un relato testimonial donde describe en
primera persona, con estilo de crónica periodística, sus vivencias y la vida en
la Barcelona republicana durante la inicial etapa revolucionaria hasta las
jornadas de mayo del 37, cuando las milicias anarquistas y trotskistas del
POUM fueron reprimidas y desarticuladas por el gobierno con el apoyo de los
estalinistas. No he tenido oportunidad de leerlo aún pero si ha llegado a mis
manos este segundo libro, un ensayo
corto publicado tres años después del final de nuestra contienda ya en plena
segunda guerra mundial.
Recuerdos
de la guerra de España (1942) no es
solo, como sugiere su título, un relato de anécdotas personales. Alguna se
cuenta al principio y sirve para ilustrar las
miserables condiciones de vida en el frente como contraste y
desmitificación de esa visión épica de la guerra que tan a menudo ofrece la
literatura. En los últimos capítulos se refieren otras que destacan la
solidaridad humana en ese ambiente de violencia. Pero en su esencia este ensayo
es un conjunto de reflexiones personales de Orwell sobre nuestra guerra
civil. En principio no debemos buscar novedades en las mismas. No hay nada que
no haya sido analizado sobradamente en multitud de estudios. Lo que llama la atención aquí es la clarividencia
del autor a pesar de su implicación real y emocional en los hechos narrados. Porque a
priori consideramos necesario un cierto distanciamiento personal y temporal que
aporte la adecuada perspectiva y refuerce la objetividad del análisis
histórico, y por esto nos sorprende la penetración y el justo discernimiento en
las opiniones del escritor británico a tan solo tres años del final del
conflicto bélico.
Las
primeras consideraciones de Orwell se dirigen a denunciar las
atrocidades de la guerra. Después analiza la manipulación de la verdad
histórica no solo por parte de los bandos contendientes sino por los gobiernos,
los políticos, y la prensa europea, en función de sus intereses pragmáticos,
partidistas o ideológicos. En particular se muestra especialmente crítico con
las mentiras interesadas de la prensa británica y de la propaganda
nazi-fascista, y también denuncia la cobardía de los intelectuales de izquierda
que se limitaron a “ver los toros desde la barrera”. Termina su
reflexión mostrando pesimismo por la conservación de la memoria histórica para
futuras generaciones cuando la historia escrita por los vencedores prevalezca
sobre el testimonio de los testigos. Un pesimismo que a la luz de la actualidad
nos parece totalmente justificado.
En España, Orwell asistió tanto a la
represión fascista como a la llevada a cabo por los estalinistas y en este
ensayo advierte contra los peligros de los totalitarismos de uno y otro signo.
Una denuncia que años más tarde mantendría en sus dos novelas más populares, Rebelión
en la granja y 1984. Se
analiza también el papel de las
potencias europeas en la guerra española; la cobardía de la no intervención anglo-francesa;
la mínima y desconcertante, por contradictoria, ayuda rusa; el decisivo y claro
apoyo de Alemania e Italia. Todo lo cual le lleva a decir que “el resultado
de la guerra civil española se determinó en Londres, en París, en Roma, en
Berlín, pero no en España”. Y a pesar de criticar la desunión de los
partidos republicanos, la ineficacia y mala preparación de su ejército, y los
abusos y crueldades cometidos por ambos bandos, concluye con dos juicios de
valor que en mi opinión mantienen aún su validez; que la legalidad y razón de
estado estaba de parte del gobierno republicano. Y que la guerra fue justa en
tanto la clase obrera española estaba en su derecho de defender y conquistar la
igualdad de oportunidades y la vida digna que el sistema político le había
negado hasta entonces.
El
relato se desarrolla en primera persona, con un lenguaje sencillo, directo y
mesurado pero con cierto toque de emotividad, y todo esto refuerza en el lector
la impresión de autenticidad, de estar
ante otra versión histórica, la del testimonio de un testigo cualificado que no
por subjetiva deja de ser veraz y participar de
la objetividad que se supone en los estudios históricos. A fin de
cuentas, el concepto de historia es demasiado amplio y nos conviene conservar un
moderado escepticismo ante esos criterios que definen el rigor histórico, en todo caso deseables, pero casi siempre
puestos en cuestión en esta ciencia tan contaminada por la literatura y la
ficción. En mi opinión estos recuerdos de Orwell merecerían alcanzar en el futuro el valor y la categoría de fuente
histórica.
Estupendo comentario. Desde siempre he sentido una gran curiosidad y deseo de conocer la verdadera historia de la guerra civil española. Sobre todo porque los vencedores han manipulado burdamente la verdad, con la carga de injusticia y agravio que ello conlleva. Durante un tiempo busqué y leí mucho sobre esta etapa apasionante y conmovedora de nuestra historia y llegué a la conclusión de que no se ha hecho justicia aún, de que aún prevalece el desconocimiento de la verdad.
ResponderEliminarRecuerdos de la guerra de España (1942) no es solo, como sugiere su título, un relato de anécdotas personales. https://consejoscomunales.net/teorias-del-origen-de-la-cultura-peruana/
ResponderEliminaros y con frecuencia cargados ideológicamente. Pensemos en los hermanos como compatriotas ¿Es más grave que un vecino de Chiclana, pongamos por caso, mate a uno de Vejer de la Frontera, que el hecho de que un ciudadano español le pegue un tiro a un francés, por ejemplo? Desde un punto de vista estrictamente legal y moral, matar es matar. Personalmente siento más simpatía por el concepto vikingpressagency.com/glosario-de-terminos-de-marketing-digital/
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