Ésta de hoy es una rara y original propuesta de mi club de lectura. Novedosa porque se distingue entre el boom del thriller histórico, ahora tan de moda, del que estamos bastante saturados los lectores. Rara por cuanto no es sólo lo que parece, y supera en mucho la literatura de humor y evasión que se intuye en la portada y el subtítulo.
También es raro, al menos singular y poco
convencional, el autor de esta novela. Sam Savage (1940-2019), un
norteamericano cuyo aspecto recordaba a los hippies de los 60 y a los
antisistema actuales. Personaje de dilatada experiencia vital y tardía vocación
literaria siempre inspirada en planteamientos contraculturales. Escritor de
sólo cinco novelas y sólo conocido por ésta que hoy comento.
Firmin: Aventuras de una alimaña
urbana (2006) pasó casi desapercibida para el público norteamericano, aunque gustó a los libreros. En
España fue descubierta por la Editorial Seix Barral que compró sus derechos
editoriales a nivel mundial en 2007. A partir de entonces se convierte en un
superventas europeo y se traduce a una docena de idiomas. Editorialmente, es mi
opinión, su éxito se puede comparar al efecto visual de los fuegos
artificiales. Ascenso meteórico, explosión de luz y color en el firmamento
literario y lento declive titilante hasta el olvido.
Se trata de una fábula, o de un
apólogo si nos ponemos puntillosos, porque en el relato aparecen personajes
humanos y el propio protagonista sueña con serlo. Es la historia de Firmin
una rata canija e hipersensible que vive en el sótano de una librería de viejo. Aprende a leer devorando libros y, a medida que aumenta su cultura, sus
emociones y miedos se tornan humanos mientras busca la amistad del librero y de
un escritor.
La narración la desarrolla el propio Firmin,
en primera persona, a modo de confesión o memoria biográfica y se dirige
continuamente al lector buscando su comprensiva complicidad. El marco temporal
y espacial se establece en la década de los 60, en un barrio antiguo e
histórico de Boston y en un momento de crisis, justo cuando la especulación
inmobiliaria planea su destrucción con previo y progresivo desalojo de sus
habitantes. Excavadoras frente a tradición, modernidad y progreso a costa de
seres humanos, algo que no nos sorprende ahora. La historia es cíclica.
Naturalmente el humor se desprende de
las incidencias provocadas por la conflictiva relación de una alimaña con los
humanos. Pero no es un humor hilarante sino irónico y con un punto de amargura
y nostalgia. En la vida de Firmin aparece un escritor fracasado y
tardío, con manía de acaparar objetos rayana al síndrome de Diógenes, pero libre y tolerante, nada
cínico sino positivo. Admite a Firmin en su casa y habla de un libro
inconcluso que trata de una rata. Con estos mimbres del personaje es imposible
no pensar en un alter ego del propio escritor y de elementos
meta-literarios en la narración.
No desvelaré más aspectos de la trama
argumental. Lo más importante, es lo que trasciende a la misma, la alegoría o
moraleja siempre implícita en la fábula. La principal idea trascendente es la
lectura como medio de superar nuestra animalidad. La evolución del lector en
fases sucesivas que le llevan a vivir otros mundos y otras vidas, y el refugio
en los libros para superar o atenuar nuestros problemas o complejos. Pero
también destacables los aspectos negativos. Porque la cultura nos hace más
solitarios y el conocimiento no conduce necesariamente a la felicidad. A veces,
la consecuencia del mismo es el miedo ante la verdad, pero un miedo y una
emotividad que nos hace humanos. En otro aspecto, la cultura libresca es
insuficiente para enfrentarse al mundo real.
En su avidez lectora Firmin
alude a muchos libros y escritores y varias veces al Quijote, porque su afición
lo lleva progresivamente a la locura. Y cuando ve reflejada su deformidad en un
espejo, se siente como Erik el fantasma de la ópera o Quasimodo en
Notre Dame de París. En ocasiones el protagonista cae en la pedantería,
y para resaltarla el traductor busca palabras antiguas del castellano, como
regileto (tieso) o calamocano (borracho).
Entre los aspectos secundarios
destacables en la novela podemos citar estos: El homenaje a los bibliófilos y a
los libreros de viejo. La frenología como ciencia ya superada que pretende
deducir el carácter de la persona a partir de la forma del cráneo. Los errores
de los movimientos religiosos milenaristas a la hora de establecer fecha para
el Juicio Final.
En resumen, se trata de una buena
novela. No muy extensa, de lectura amena sí logramos superar los aspectos
repulsivos que asociamos a las ratas, que son precisamente los que producen ese
humor irónico con toques escatológicos.
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