miércoles, 10 de mayo de 2023

FIRMIN. Sam Savage

Ésta de hoy es una rara y original propuesta de mi club de lectura. Novedosa porque se distingue entre el boom del thriller histórico, ahora tan de moda, del que estamos bastante saturados los lectores. Rara por cuanto no es sólo lo que parece, y supera en mucho la literatura de humor y evasión que se intuye en la portada y el subtítulo.

También es raro, al menos singular y poco convencional, el autor de esta novela. Sam Savage (1940-2019), un norteamericano cuyo aspecto recordaba a los hippies de los 60 y a los antisistema actuales. Personaje de dilatada experiencia vital y tardía vocación literaria siempre inspirada en planteamientos contraculturales. Escritor de sólo cinco novelas y sólo conocido por ésta que hoy comento.

Firmin: Aventuras de una alimaña urbana (2006) pasó casi desapercibida para el público norteamericano, aunque gustó a los libreros. En España fue descubierta por la Editorial Seix Barral que compró sus derechos editoriales a nivel mundial en 2007. A partir de entonces se convierte en un superventas europeo y se traduce a una docena de idiomas. Editorialmente, es mi opinión, su éxito se puede comparar al efecto visual de los fuegos artificiales. Ascenso meteórico, explosión de luz y color en el firmamento literario y lento declive titilante hasta el olvido.

Se trata de una fábula, o de un apólogo si nos ponemos puntillosos, porque en el relato aparecen personajes humanos y el propio protagonista sueña con serlo. Es la historia de Firmin una rata canija e hipersensible que vive en el sótano de una librería de viejo. Aprende a leer devorando libros y, a medida que aumenta su cultura, sus emociones y miedos se tornan humanos mientras busca la amistad del librero y de un escritor.

La narración la desarrolla el propio Firmin, en primera persona, a modo de confesión o memoria biográfica y se dirige continuamente al lector buscando su comprensiva complicidad. El marco temporal y espacial se establece en la década de los 60, en un barrio antiguo e histórico de Boston y en un momento de crisis, justo cuando la especulación inmobiliaria planea su destrucción con previo y progresivo desalojo de sus habitantes. Excavadoras frente a tradición, modernidad y progreso a costa de seres humanos, algo que no nos sorprende ahora. La historia es cíclica. 

Naturalmente el humor se desprende de las incidencias provocadas por la conflictiva relación de una alimaña con los humanos. Pero no es un humor hilarante sino irónico y con un punto de amargura y nostalgia. En la vida de Firmin aparece un escritor fracasado y tardío, con manía de acaparar objetos rayana al síndrome de Diógenes, pero libre y tolerante, nada cínico sino positivo. Admite a Firmin en su casa y habla de un libro inconcluso que trata de una rata. Con estos mimbres del personaje es imposible no pensar en un alter ego del propio escritor y de elementos meta-literarios en la narración.

No desvelaré más aspectos de la trama argumental. Lo más importante, es lo que trasciende a la misma, la alegoría o moraleja siempre implícita en la fábula. La principal idea trascendente es la lectura como medio de superar nuestra animalidad. La evolución del lector en fases sucesivas que le llevan a vivir otros mundos y otras vidas, y el refugio en los libros para superar o atenuar nuestros problemas o complejos. Pero también destacables los aspectos negativos. Porque la cultura nos hace más solitarios y el conocimiento no conduce necesariamente a la felicidad. A veces, la consecuencia del mismo es el miedo ante la verdad, pero un miedo y una emotividad que nos hace humanos. En otro aspecto, la cultura libresca es insuficiente para enfrentarse al mundo real.

En su avidez lectora Firmin alude a muchos libros y escritores y varias veces al Quijote, porque su afición lo lleva progresivamente a la locura. Y cuando ve reflejada su deformidad en un espejo, se siente como Erik el fantasma de la ópera o Quasimodo en Notre Dame de París. En ocasiones el protagonista cae en la pedantería, y para resaltarla el traductor busca palabras antiguas del castellano, como regileto (tieso) o calamocano (borracho).  

Entre los aspectos secundarios destacables en la novela podemos citar estos: El homenaje a los bibliófilos y a los libreros de viejo. La frenología como ciencia ya superada que pretende deducir el carácter de la persona a partir de la forma del cráneo. Los errores de los movimientos religiosos milenaristas a la hora de establecer fecha para el Juicio Final. 

En resumen, se trata de una buena novela. No muy extensa, de lectura amena sí logramos superar los aspectos repulsivos que asociamos a las ratas, que son precisamente los que producen ese humor irónico con toques escatológicos.

 

 

 

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