domingo, 31 de diciembre de 2023

CONCIERTO DE LA ORQUESTA FUNDACIÓN BAREMBOIM-SAID. Vasily Petrenko

En este fin de año, con el trágico telón de fondo de la guerra de Gaza, resulta una afortunada paradoja la visita a Jaén de la Orquesta Fundación Baremboin-Said que nos ha ofrecido, casi en exclusiva, un magnífico concierto. La Fundación, conviene recordarlo, fue patrocinada por nuestra Junta de Andalucía en 2004 y desde entonces tiene su sede en Sevilla. Fue el resultado de la asociación del músico argentino, nacionalizado español, israelí y palestino Daniel Baremboin, y el crítico cultural palestino Edward Said. Su objetivo era fomentar la amistad entre ambas nacionalidades y su primer resultado fue la creación de la West-Eastern Divan Orchestra integrada por músicos israelíes y palestinos. Sirva esta introducción divulgativa para destacar esa preciosa utopía en estos días de mutuo terrorismo y genocidio entre estos dos pueblos separados por la religión, que no por la raza.

          La orquesta que nos ha visitado en esta víspera de Nochevieja es otro de los proyectos de la Fundación destinado a la formación musical al estilo de los conservatorios. Está integrada por jóvenes músicos y por un elenco de profesores solistas de las más prestigiosas orquestas europeas. El repertorio que nos han ofrecido ha sido ensayado bajo la batuta de Vasily Petrenko que, a pesar de su juventud, cuenta con un abultado curriculum como director de orquesta en Oslo, Liverpool y actualmente director de la Royal Fhilharmonic Orchestra de Londres.

          El programa del concierto era muy sugerente. Dos compositores rusos que representan de alguna forma el inicio y el final de mi evolución como aficionado a la clásica. La primera obra interpretada fue Scheherezade, Suite sinfónica Op. 35 de Nikolái Rimski-Kórsakov (1844-1908). Esta pieza musical me acompañó como fondo musical durante largas horas de estudio en los tres primeros años de mi licenciatura, con el rudimentario soporte de una cassette y un reproductor Philip. Es muy conocido que está inspirada en los cuentos de las Mil y una Noches. Consta de cuatro movimientos separados por los diálogos entre el sultán (viento) y la delicada Sherezade (violín con acompañamiento de arpa), con variaciones sobre el mismo tema que se prestan al virtuosismo del primer violín, en este caso la profesora Mirelys Morgan que tuvo una actuación excepcional.  El gusto orientalista de Rimski Kórsakov se manifiesta en las dulces melodías y en el intenso dramatismo de algunos de los pasajes que nos introducen en un mundo de fantasía. Los cuatro movimientos tienen títulos alusivos a los cuentos, pero el compositor prefirió retirarlos para dejar al oyente margen a la imaginación, y aun así han perdurado en los programas. No voy comentar los  aspectos más técnicos de la obra, que necesariamente serían copia de textos disponibles en la red. Insistiré en la brillantez orquestal de esta suite, mil veces oída, que me sigue provocando sensaciones nuevas y la emotividad que despierta la evocación del pasado.

          La segunda composición programada fue una selección de movimientos del ballet Romeo y Julieta de Serguéi Prokófiev (1891-1953). Este compositor pertenece, junto con Ígor Stravinski, a la generación más joven e innovadora de la música rusa de transición del XIX al XX. Fue un pianista excepcional y sus Conciertos para piano son de lo más conocido de su producción. Su obra tiene influencias del modernismo e impresionismo francés y de los ritmos norteamericanos sin renunciar del todo a su espíritu ruso. Introdujo en su música bruscas disrupciones y cierto grado de disonancias sin abandonar la melodía como integradora del conjunto. Todos esos aspectos destacan en las piezas del ballet Romeo y Julieta, sin olvidar el  importante papel de los instrumentos de percusión que resaltan el dramatismo de algunas escenas. Esa intensidad dramática es manifiesta en el movimiento más  popular, titulado el Baile de los Caballeros, también conocido como Montescos y Capuletos.

          Tengo que aclarar que el ballet fue muy controvertido en su época por lo innovador. Los bailarines tradicionales del Bolshoi decían que era imposible de bailar y algo de razón llevaban. Por ese motivo el compositor recogió la música de las escenas en varias suites sinfónicas sólo instrumentales. De alguna de ellas, o de varias, serían las piezas seleccionadas en nuestro concierto.

          Para terminar, Prókofiev es hasta ahora el último compositor que se adapta bien a mí oído musical, siempre de aficionado.  Más moderna es la música atonal, que es para mí como el arte abstracto, que no comprendo, ni  me despierta sensaciones. En fin, todo necesita una evolución a la que aún no he llegado.    

 

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