domingo, 13 de octubre de 2024

ÉRASE UNA VEZ EN FRANCIA. Fabien Nury. Sylvain Vallée


Me gusta la novela gráfica cuando aborda el tema de la memoria histórica, un concepto algo impreciso e intermedio entre la memoria viva y la historia ya sedimentada. En su cercanía a la primera es capaz de modular los sesgos ideológicos de la segunda. Dicho de otra forma, la historia, casi siempre escrita por los vencedores, necesita ser contrastada con el testimonio de los perdedores, por muy subjetivos que parezcan. Me parece un asunto de pura justicia que, sin embargo, ha sido calificada de revanchismo por los defensores del pensamiento único.

La novela que acabo de terminar tiene mucho de memoria histórica, aunque básicamente es la biografía de un personaje real. Siendo así, las fuentes documentales sobre su vida son muchas veces imprecisas y otras contradictorias, lo que ofrece al guionista la oportunidad de rellenar lagunas con la ficción, sin que por ello el relato deje de ser verosímil. El eje central del mismo es la ocupación nazi de Francia y el régimen colaboracionista de Vichy. Un periodo histórico terrible y ambivalente frente a la ocupación: colaboración y resistencia, traición y lealtad, delación y encubrimiento, y lo peor, el antisemitismo de buena parte de la población francesa y su contribución al genocidio. Una evidencia que la historia oficial quiso tapar bajo la manta de heroica resistencia ante el invasor.

Érase una vez en Francia (2020) ha sido publicada definitivamente en esta edición integral, pero la misma editorial la editó sucesivamente en tres volúmenes, y en su inicio fue una serie de seis álbumes. Desde su publicación ha sido un éxito de ventas y reconocida con varios premios literarios. El comic integral es muy extenso, pero desde el principio te atrapa, aunque haya que hacer algún receso para digerir mejor la complejidad de la trama argumental.

Es la historia de Joseph Janovici (1905-1965), un judío rumano, desde su infancia cuando se salva de un progrom ruso, hasta su muerte en París, arruinado y olvidado. Para evitar incidir demasiado en el argumento, reproduzco parte del resumen promocional: “huérfano, inmigrante, chatarrero, millonario, colaboracionista, miembro de la resistencia…criminal para unos, héroe para otros. Joseph Janovici fue todo eso y mucho más, un personaje de mil rostros que ocultó su ascendencia judía y logró ser el hombre más rico de Francia durante la ocupación nazi.”.

Lo que trasciende el relato es la transgresión moral en aras de la supervivencia. En lenguaje cinematográfico, la historia del protagonista sería una mezcla de El Padrino de Coppola y La lista de Schidler de Spielberg. Entre estos dos polos, mafioso cruel y salvador de judíos, el personaje maniobra sin escrúpulos entre nazis y resistentes en el más puro estilo de la novela negra norteamericana, en una enrevesada trama de complicidades y traiciones necesarias. El mismo título de esta novela gráfica es un homenaje a otro hito del cine negro, Érase una vez en América de Sergio Leone.

La comparación con el cine no es casual porque la acción está sometida a continuos flashback que, sin embargo, no dificultan la comprensión del relato. Desde el principio se insinúa otro personaje que será muy relevante en la segunda parte. Se trata de un juez de Melún, obsesionado por demostrar la participación de Joseph en un asesinato. En su búsqueda de la verdad y la justicia, lo somete a una obsesiva persecución al más puro estilo de la serie televisiva de El Fugitivo. En su obstinado empeño, el juez no duda en traspasar los límites de su propia moral y de esta forma ambos protagonistas resultan culpables a nuestra mirada. Porque en definitiva el difuso marco ético de la novela interroga al lector y nos hace reflexionar sobre nuestros propios límites en situaciones extremas.

En referencia a los autores diré que al guionista Fabien Nury se le reconoce un exhaustivo trabajo de documentación y el inteligente uso de la ficción verosímil. En cuanto al dibujante, Sylvain Vallée, tiene un estilo, mezcla de realismo y caricatura, que facilita el reconocimiento de los personajes. A mí me recuerda a Paco Roca, uno de nuestros mejores dibujantes, también aficionado al tema de la memoria histórica.

Para terminar un comic que es a un tiempo fiel retrato de una época y trepidante novela negra. Que más se puede pedir.



            



1 comentario:

  1. Tú le pones pasión a todo aquello que lees, me gusta mucho tu énfasis y además toda tu información, vamos que puedo imaginar el personaje.
    ¡Gracias!

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