domingo, 9 de octubre de 2011

CONCIERTO LÍRICO


Cuando me ofrecieron la invitación para este nuevo concierto en la Sociedad Económica me sorprendió la extraña asociación de instrumentos musicales que acompañaban a la cantante. Más tarde, cuando revisé el programa, comprendí  que no existía tal asociación sino que cada uno de ellos acompañaba en solitario los distintos temas interpretados por la soprano. 
Se elaboró un recital con carácter antológico, y en cierto modo didáctico, que pretendía ofrecer una visión general de la evolución del canto a través de la historia y, con ese objetivo, se precedió la interpretación de los distintos temas con explicaciones al público sobre sus características particulares. Entre estas se destacó  el predominio mayor o menor de la voz sobre  la instrumentación, el grado  de libertad o rigidez en el canon interpretativo, y otros aspectos relativos a la lírica en distintas épocas.
          El programa estaba dividido en bloques bien definidos, correspondientes a otros tantos estilos. En el primero se cantaron tres canciones sefarditas según arreglos musicales acompañados por el saxo y otros instrumentos de viento que aportaron el  toque orientalista propio de estas  composiciones populares, tan particulares de la España medieval.  El  bloque dedicado al renacimiento era también hispánico, integrado igualmente por canciones populares acompañadas a la guitarra. En los apartados dedicados al barroco, clasicismo, y romanticismo el programa se hizo europeo y se interpretaron fragmentos de obras de Haendel, Mozart, y Puccini, con el  piano como principal instrumento acompañante. Fue entonces cuando la soprano se ganó al público gracias al volumen de voz que requieren algunas arias de la ópera romántica. Y sin embargo, al margen de los espectacular,  fue este aspecto el menos destacado entre las dotes de la cantante que  mostró mejores cualidades, tales como una gran extensión de registros dentro de su tesitura y el dominio de técnicas  como el vibrato y otras modulaciones de la voz. El apartado final, dedicado a la música atonal del siglo XX, despertó menos entusiasmo quizás por  la incomprensión que  generalmente mostramos hacia este tipo de música que requiere una determinada sensibilidad y educación musical.
          Tras las disonancias finales, la cantante supo recuperar el favor del público, mayoritariamente vetusto y conservador, interpretando en el bis “Ojos verdes” de Valverde-León-Quiroga, una copla especialmente sensual y emotiva que tradicionalmente ha formado parte del repertorio de todos los grandes de la canción española, en cuya letra se dice que también participaron García Lorca y Miguel de Molina.

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