Estamos
de nuevo en verano, y este año el estío climático se nos
ha adelantado al solsticio astronómico porque ya en junio hemos sufrido
una agobiante primera ola de calor africano. No sé si a los lectores en
general les pasa lo mismo pero a mí en esta
estación se me embotan las
entendederas e instintivamente rechazo los tratados de historia y los ensayos
de cualquier tipo, y me acomodo en la literatura fácil, la de entretenimiento,
también llamada “de evasión” y nunca
mejor que ahora que nos viene al pelo
para evadirnos de la dura realidad que nos rodea y amenaza. Y cuando hablo de
lecturas fáciles no me refiero a las novelas de
Marcial Lafuente Estefanía, tan populares en su tiempo, sino a
literatura amena pero de calidad, y esta que comentamos hoy cumple esos
criterios. Se trata de la segunda novela
del barcelonés Eduardo Mendoza,
autor de moda en el actual panorama literario español, de vocación tardía y
producción abundante en este género, que se dio a conocer con “La verdad sobre el caso Savolta”
(1975) y se consolidó con “La ciudad de los prodigios” (1986) que
ha sido considerada por la crítica su obra cumbre.
“El
misterio de la cripta embrujada” (1979) tuvo un éxito tan rotundo que dio
lugar a una tetralogía de novelas protagonizadas por el mismo personaje. El título
resulta engañoso porque sugiere una narración de misterio y si bien es verdad
que contiene algunos elementos
góticos es más bien una novela policíaca, o para ser más exactos una parodia
de este subgénero novelesco, plena de ironía y humor que en muchos momentos
provoca la hilaridad del lector.
El relato está protagonizado por un
personaje anónimo y marginal, de pasado
delictivo, ingresado en un manicomio. Un loco muy cuerdo que es obligado por
las circunstancias a iniciar una investigación referente a un caso que afecta a
miembros de la burguesía industrial catalana, con el incentivo de la libertad
si lo resuelve. Se inicia de esta forma
una aventura con tintes de picaresca cervantina en la que el improvisado
investigador se mueve en el terreno de la ilegalidad, suplanta personalidades,
viola domicilios, engaña, se disfraza, todo justificado por la buena finalidad. Unas peripecias con
frecuentes desenlaces cómicos propios de un antihéroe de esperpento. La
historia la narra el propio protagonista en primera persona en un lenguaje
elaborado, cuidado, y hasta encopetado, más propio de un abogado o político que de un marginal educado
en la calle. Este contraste lo
justifica el propio personaje
cuando afirma que el lenguaje culto es el instrumento que los
poderes públicos utilizan para engañar al pueblo, y él, con su capacidad histriónica
devuelve el engaño.
La
novela está ambientada, como casi todas las del autor, en Barcelona y es
además una sátira moral de la burguesía catalana, la Iglesia y el poder
judicial en la época de la transición española, cuando las instituciones del
postfranquismo aún convivían con las nuevas de la democracia. Al fondo de la
trama de ficción se destaca el plano real en el que aparecen
políticos como Adolfo Suarez o Felipe
González, la incipiente corrupción, el destape y la liberalización de
las costumbres sexuales etc. También quedan
bien retratadas las aspiraciones
de las distintas clases sociales de la época.
En resumen se trata de una farsa
burlesca y satírica, una novela divertida
que nos hace reír y nos anima. Muy buena.
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