sábado, 17 de noviembre de 2012

SEFARAD. Antonio Muñoz Molina


Antonio Muñoz Molina (1956) es uno de mis autores favoritos. Lo descubrí, hace ya bastantes años, en una de sus primeras novelas “El invierno en Lisboa”, y desde entonces he seguido gran parte de su producción, incluidos ensayos y artículos de prensa. Después de leer “Sefard”(2001) pienso que el escritor se nos muestra  aquí en  plena madurez al  introducir  nuevas formas  narrativas  que amplían el ámbito de la novela como género literario en el que tienen cabida lo autobiográfico junto a la ficción, en una mezcla que puede parecer heterogénea  a la que la maestría del autor consigue dar un sentido unitario.
          Cuando iniciamos  el libro, la primera impresión  que tenemos es que se trata de una colección de relatos cortos ya que cada capítulo es una historia en sí misma. Pero al avanzar en la lectura pronto nos damos cuenta que todas están entrelazadas tanto en la temática como en su estructura, y esto último por medio de frases que, a modo de ideas directrices, se repiten con frecuencia en los relatos o mediante los personajes que siendo protagonistas en unos aparecen de forma marginal o por alusiones en otros. Por estas razones los críticos  han calificado  la obra de “tejido de relatos” o “novela coral”, aludiendo así  a la multiplicidad de voces  dentro de una narración armónica y unitaria.
          La estructura narrativa es desde luego algo complicada. En primer lugar por la multiplicidad de personajes, en una mezcla de ficticios  con otros reales como  Franz Kafka, Primo Levi, Walter Benjamin y muchos otros. En segundo lugar por  la  multiplicidad de narradores que cuentan las historias en primera persona, cuando lo identificamos con el propio escritor, en tercer persona cuando el protagonista es ficticio, e incluso en una segunda persona que en ocasiones utiliza el autor para dirigirse al lector buscando su complicidad y en otras parece que es él quien se dirige a si mismo dando esta forma a sus reflexiones. 
          En cuanto a la temática se pueden distinguir claramente dos bloque de relatos bien diferenciados.  El primero viene implícito en el titulo de la novela, Sefarad, que alude a la expulsión de los judíos españoles en el siglo XV, paradigma de todos los exilios y persecuciones entre las que se destacan el genocidio de los nazis y las purgas estalinistas, pero también el exilio de los republicanos españoles en México, los niños de la guerra civil española en Rusia, el exilio voluntario de la emigración andaluza en Madrid, Cataluña, o Alemania en los 60, el actual de los subsaharianos de las pateras, y otros muchos, incluso el autoexilio de los marginados en el ambiente degradado y degradante de algunos barrios del centro de Madrid. Los relatos nos muestran en una visión caleidoscópica el miedo de los perseguidos, su agónica esperanza de salvación, la angustia de la espera previa a la detención, el sentimiento de culpa de los supervivientes del holocausto o la cobardía de aquellos que miraron para otro lado y no quisieron ver. Y por encima de todo  destaca  la solidaridad y la dignidad de los marginados y los perseguidos  frente a la pobreza y la intolerancia, en unos personajes llenos de humanidad. En cuanto al segundo bloque, es de clara inspiración autobiográfica y en el mismo el narrador, que de forma implícita se identifica con el escritor, nos cuenta algunas de sus experiencias, la necesidad de abrirse al mundo pero al mismo tiempo la nostalgia de su tierra natal  y la sensación de desarraigo, y es esta última la que lo hace identificarse con los exiliados y sus vivencias, relacionando e integrando de esta forma los dos bloques temáticos.
          El lenguaje es depurado, profundo, y elegante. Desde el principio nos cautiva y nos hace identificarnos  con los relatos y compartir sentimientos y emociones comunes a todos.  El estilo  narrativo se aleja un tanto del creador de ficción y se aproxima al antiguo cuentacuentos, el  narrador que nos cuenta historias que ha leído o le han contado otros. No quiero  terminar sin destacar en el autor una clara intención al reivindicar  la memoria histórica  como forma  de configurar  nuestra identidad  social y comprometernos con los valores éticos esenciales en el ser humano.
          En resumen, una novela notable, original en sus planteamientos estilísticos y estructurales. Merece la pena esforzarse en su lectura porque sin duda tras la misma seremos algo mejores. 

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