sábado, 1 de diciembre de 2018

LA BELLA DURMIENTE. Piotr. I. Tchaikovsky


Este año, en el conjunto de espectáculos que ha ofrecido el XIX Festival de Otoño de Jaén, nos ha visitado de nuevo el Ballet Nacional Ruso bajo la dirección de Sergei Radchenko, el bailarín que fue pareja de la célebre Maya Plisetskaya en el Bolshoi de Moscú. Sí en las dos temporadas anteriores nos ofrecieron sendas representaciones de El Lago de los Cisnes y El Cascanueces, ahora se cierra el ciclo con La Bella Durmiente, que en orden cronológico es la segunda de las tres composiciones para ballet de Piotr I. Tchaikovsky.
         La obra está basada en un cuento de Charles Perrault en versión de los hermanos Grimm. El libreto es de Ivan Vsevolozhsky y la coreografía de Marius Petipa. Está estructurada en un prólogo y tres actos, fue estrenada en 1890 y actualmente es uno de los ballets más famosos del repertorio clásico.
Tras la breve exposición de la ficha técnica, debo decir que en mi opinión es la menos atractiva de las tres composiciones para ballet ya citadas. No llega al lirismo melódico de El Lago de los Cisnes ni a la riqueza en danzas de El Cascanueces. Los pasajes son menos conocidos, si exceptuamos el Vals de las Guirnaldas (II acto) muy popularizado por Disney en sus películas de animación. Todo ello sin cuestionar la intensidad y expresividad musical del genial compositor ruso.
En cuanto a la representación que nos ocupa y la actuación de los bailarines, en concreto los tres principales que interpretaron a la Princesa Aurora, el Príncipe Désiré y el Hada de las Lilas, fue buena en cuanto a la técnica, sobre todo en los pasos que requieren un cierto virtuosismo que pudiéramos llamar gimnástico e incluso de malabarismo. En ese aspecto, muy destacable el primer bailarín, algo menos la prima ballerina. En ambos noté una cierta brusquedad de movimientos y eché en falta una ejecución más armónica con la música. No sabría definir bien en que consiste esto último y mi opinión es desde luego cuestionable, porque no paso de ser un buen aficionado a este arte.
Muy bien otros aspectos secundarios como una cuidada escenografía y vestuario que remiten al periodo barroco en el que se ambienta la obra. También algunos pasajes musicales y pasos de baile están claramente inspirados en ese estilo artístico. Destacar además la teatralidad mímica de los interpretes de la bruja Carabosse y de Catalabutte, el maestro de ceremonias.
En fin, aún con las objeciones mencionadas, el espectáculo fue brillante en su conjunto y creo que el público salió satisfecho de la representación.


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