miércoles, 30 de noviembre de 2022

LA FUENTE DE LA VIDA. Lourdes Ortiz


 

Hay temas que, en expresión tópica, se califican de palpitante actualidad. Son asuntos que conmocionan, escandalizan y a menudo promueven inquietud social o política. Se difunden en prensa y medios audiovisuales, provocan el efecto previsible y pasado un tiempo se olvidan tapados por nuevos problemas que denunciar y reflejar en las encuestas de preocupación ciudadana, o en otras de expectativas electorales.

Cuando la actualidad, palpitante o terrible, se convierte en materia narrativa suele provocar un efecto de cara y cruz.

En la cara está el probable boom editorial de la novela y sus posibles reediciones. La cruz es que, muy pronto deja de ser interesante, devorada por nuevos impactos mediáticos. Y lo que es peor, la lectura a destiempo provoca cierto tedio en el lector, que en su día estuvo saturado de noticias en torno a esa actualidad que ahora es ya pasado.  Algo de esto último he sentido con esta obra propuesta por mi club de lectura

Loudes Ortiz (1943) es una escritora polifacética y de larga trayectoria literaria. Dramaturga, novelista, ensayista y colaboradora en prensa. Pienso que quizás fue su faceta periodística la que le indujo a escribir una novela sobre un tema de candente actualidad (otra expresión tópica) en 1995: la adopción ilegal de niños en países pobres, o los secuestros para traficar con sus órganos. No puede extrañar que el mismo año de su edición fuera finalista del Premio Planeta y éxito anual de ventas de la editorial. Respecto a la trama argumental no adelanto nada que no señale la sinopsis promocional de contraportada.

La escritora madrileña aborda esos temas, ilegal y de dudosa ética uno, y claramente criminal el otro, mediante un realismo crudo y un enfoque de novela coral en la que hay muchos personajes en plano de igualdad, aunque con cierto protagonismo de dos de ellos: Ramiro, voluntario cooperante en una restauración artística, y Esteban, un periodista de investigación. Los sitúa en unas coordenadas temporales especificadas sólo por meses, pero las ubicamos con cierta facilidad entre los dos primeros años de la pasada década de los 90.  A cada uno de ellos en un espacio distinto: Cuzco, en el altiplano peruano y en el momento más dramático del terrorismo de Sendero Luminoso. Y Bucarest, en la crisis social y económica que siguió a la caída del dictador Ceaucescu.

La acción trascurre casi lineal en el tiempo, con algún flashback, y alternativamente en esos dos espacios mediante escenas cortas. La estructura narrativa coral permite uno de los mejores logros de la novela, un documentado y realista retrato social de esos dos países en ese momento histórico. Mediante abundantes diálogos, los personajes muestran sus prejuicios, frustraciones y dudas morales. La trama avanza de forma bastante previsible hasta un desenlace igualmente previsible por realista, sin ninguna concesión a la emotividad de lectores posiblemente condicionados por ilusorias ideas de justicia.         

En cuanto al estilo destacare el uso abusivo de los puntos suspensivos que dejan inacabadas muchas frases en los diálogos. Entiendo que se trata de un guiño a la complicidad del lector, que debe completarlas por entendidas o dejarlas en la ambigüedad y el misterio de lo que no es explícito. Por lo demás una prosa actual y sin complicaciones estéticas.

Entre los personajes mi preferido es un secundario, el mestizo Benedicto, un veterinario ambulante por las aldeas del altiplano peruano. Refleja muy bien la mentalidad indígena, de religiosidad sincrética y de una ética tan próxima a la natural como alejada de la noción occidental de culpa o pecado.

En lo negativo, quiero insistir en que la falta de intensidad de la trama, y lo previsible y muy conocido de la misma, no me terminó de enganchar en la lectura. En resumen, fue actualidad en su momento, pero el paso del tiempo no la ha convertido aún en novela histórica.

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