domingo, 1 de octubre de 2023

CATÁBASIS.EL VIAJE INFERNAL EN LA ANTIGÜEDAD. Miguel Herrero de Jáuregui

Dentro del género didáctico, el tratado puede considerarse, por su carácter preciso y exhaustivo, un caso opuesto al ensayo, o si se quiere un caso extremo del mismo. El estudio que hoy comento me atrajo por el tema y una portada sugerente. Su lectura ha enriquecido mi conocimiento de los clásicos grecolatinos. Pero debo reconocer que me he sentido superado porque, dado su carácter filológico, exige un buen dominio del griego y el latín, lenguas propias de las humanidades, ausentes en mi educación científica. 

El autor es Miguel Herrero de Jáuregui (1978), un joven catedrático de Filología Griega en la Complutense de Madrid, muy especializado en literatura y religión griega, temas en los que ha dirigido varios extensos proyectos de investigación. El libro que comento parece fruto de los mismos a modo de resumen. Se trata de una revisión de las fuentes literarias griegas y romanas en torno a la catábasis, una palabra griega que expresa un mito; el descenso o la visita de los vivos al Hades, el mundo de los muertos. Por extensión se estudian las creencias en torno a la vida de ultratumba y su evolución a lo largo de más de mil años de cultura grecolatina.

En prólogo de Catábasis: El viaje infernal en la Antigüedad (2023) el escritor defiende una intención divulgativa que agradezco, a pesar de no estar a la altura de los iniciados, aunque haya leído la mayoría de las fuentes citadas. En el comienzo se señalan los antecedentes mesopotámicos, egipcios y persas de los míticos viajes al mundo subterráneo de los muertos. Una gesta inexplicable no tanto por la ida sino por la vuelta con vida. Después se analiza la concepción homérica del Hades como un mundo de sombras habitado por fantasmas en el que sólo destacan los héroes que moran en el Eliseo gracias a la fama imperecedera de sus hazañas. Esa concepción se ilustra con La Ilíada y el simbólico viaje hacia la muerte de Príamo al campamento de Aquiles para reclamar el cadáver de Héctor. En La Odisea se analiza la catábasis de Ulises para consultar con el adivino Tiresias la forma de volver a Ítaca.

Lo que en verdad me resulta muy novedoso es la investigación sobre el orfismo, una doctrina mítico-religiosa con influencia de la filosofía platónica y pitagórica. Predicaba la separación de alma y cuerpo tras la muerte, basada en el mito de Dioniso, hijo de Zeus y Perséfone, matado y desmembrado por los Titanes, cuya alma retorna al divino Olimpo. Los adeptos del orfismo, bien iniciados en diversos misterios esotéricos como el de Eleusis, bien mediante oraciones escritas en laminillas funerarias de oro, esperaban un juicio de sus virtudes o defectos y el retorno del alma a la vida encarnada en otro cuerpo humano o animal (metempsícosis).

La versión poética del mito catabático es el famoso descenso al Hades de Orfeo en busca de su esposa Eurídice. Un viaje fracasado porque la pierde en el último momento antes de retornar a la vida. El poeta romano Virgilio recoge en La Eneida toda la tradición anterior, y el viaje de Eneas al Hades buscando a su padre Anquises le sirve para justificar uno de los mitos fundacionales de Roma, al tiempo que repasa la gloriosa historia de la ciudad hasta el feliz imperio de Augusto con clara intención de propaganda política. Se estudia también la introducción en la cultura romana de las teorías apocalípticas del helenismo judío que inspira el concepto de Juicio Final y reparto de premios y castigos en Cielo e Infierno. Todo esto lo fijará definitivamente el naciente cristianismo.

El tratado es mucho más amplio y complejo de lo dicho hasta ahora. Se analizan las influencias del mito y sus implicaciones políticas, religiosas, literarias y sociales, hasta llegar incluso a su negación o ridículo en la tragedia griega y sobre todo en la comedia. Para terminar, se estudian los antecedentes medievales, recogidos en escritos apócrifos que, junto con el sustrato grecolatino, inspiraron la última novela catabática, nada menos que la Divina Comedia de Dante.

Toda la exposición transmite una idea también novedosa para mí. No es tanto que las religiones y concepciones filosóficas se apoyaran en otras anteriores de forma diacrónica, es decir evolutiva y sucesiva. Más bien muchos de esos mitos y conceptos fueron sincrónicos, aparecieron casi al mismo tiempo y se influenciaron mutuamente. 

Se trata pues de un magnífico estudio. Divulgativo en el aspecto de cultura humanística, pero restringido a un sector de expertos en lo filológico. Aún así recomendable.

 

 

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