La Catedral de Jaén, junto a otras instituciones laicas, ha promocionado un nuevo ciclo de música sacra que ha contado con una estupenda aceptación del público a pesar las inclemencias meteorológicas que estamos sufriendo a comienzos de esta primavera. Sin conocer lo siguiente en el programa de audiciones, me parece que la representación que acabamos de disfrutar sería un magnífico colofón de este periodo de Cuaresma. Me refiero a la Pasión según San Juan, BWV 245 de Johann Sebastian Bach (1685-17).
Desde mi
punto de vista de aficionado, debo reconocer que desconocía la existencia de
este oratorio religioso, eclipsado sin duda por el más famoso y posterior Pasión
según San Mateo, dentro de la ingente obra del compositor germánico. Se
trata de una composición oratoria para voces solistas, coro y orquesta.
Parece que Bach fue de los primeros que incorporó en sus Pasiones
elementos musicales y vocales típicos de la ópera. Se dice que el estreno de
ésta causó gran escándalo entre el público de Leipzig, más acostumbrado a la
austeridad de las corales sacras luteranas. No me extenderé más sobre las
anécdotas en torno a esta composición. Son abundantes y muy accesibles para
quien quiera documentarse. Me centraré en los protagonistas de nuestra
representación y en mis particulares impresiones sobre la misma.
La
agrupación encargada del concierto ha sido la Coral Polifónica y Orquesta
Barroca de la Basílica de San Juan de Dios de Granada, dirigidos por Juan
Ignacio Rodríguez. El núcleo coral del conjunto se fundó en 1997 y en
el 2010 se añadió la actual orquesta. Son especialistas en música religiosa
renacentista y barroca y están muy acreditados por un buen palmarés de premios
nacionales e internacionales. No creo necesario citar el aquilatado currículo
de solistas y director.
La parte
vocal consta de pasajes corales mientras que las arias y recitativos
corresponden a las voces solistas, y cada uno de estos elementos representa a
personajes de la Pasión. El coro, como en la antigua tragedia griega, es la voz
del pueblo judío. Los textos están basados en los capítulos 18 y 19 del
evangelio de San Juan, pero Bach destaca a ciertos protagonistas a fin
de reforzar su poder expresivo y el impacto emocional del drama.
Destaca
con mucho el papel del evangelista como narrador de los distintos pasajes.
Estuvo representado por el joven tenor Diego Blázquez que desde
uno de los púlpitos reforzó su excelente voz y la expandió por el dilatado y
etéreo espacio catedralicio. El bajo Víctor Cruz representó muy bien el
papel de Jesús. La figura del redentor es la segunda en importancia en el drama
pasional, pero su actuación queda casi reducida a los recitativos de respuesta
a los interrogatorios de Anás y del gobernador romano, necesariamente cortos.
En cambio, el personaje de Pilatos, interpretado por el barítono John Heath
queda muy reforzado en la segunda parte de la obra, no sólo por su protagonismo
en el Pretorio sino después, durante el pasaje del Gólgota. Sus palabras y
reflexiones invitan a aliviar la responsabilidad romana en el drama mientras el
coro judío le responde en una clara aceptación de culpabilidad. No debemos
olvidar que la Pasión de Cristo tuvo también su propia lógica histórica y
conocemos sus consecuencias a través de veinte siglos de cultura judeo-cristiana.
Aparte del limitado protagonismo del apóstol Pedro, bien
interpretado por el tenor Francisco Díaz-Carrillo, lo que me llama la
atención en la Pasión según San Juan es la introducción de dos
personajes anónimos. El primero es el de una mujer que en sus arias
alude a la Virgen y a María Magdalena, personajes totalmente ausentes de la
representación. Fue desarrollado con acierto por la soprano Verónica Plata.
El segundo, y aún más sorprendente, es el protagonismo de un sirviente
que participa en varias y destacadas arias. En mi opinión fue estupendamente
interpretado por el contratenor Miguel Ángel Fernández. De todos
es conocida la dificultad técnica de esta voz masculina tan próxima en los
agudos a la soprano femenina. Tanto que en sus comienzos era
interpretada por los castrati y en la actualidad, lejos de aquella lacra
musical, explica la escasez de contratenores.
Añadiré
para terminar mi satisfacción por este personal descubrimiento musical y el
agradecimiento a todas las instituciones que lo han hecho posible. Creo que el
público que asistió al concierto, compartió estas mismas favorables
impresiones.
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