lunes, 24 de marzo de 2025

LA PASIÓN SEGÚN SAN JUAN. Coral Polifónica y Orquesta Barroca de la Basílica de San Juan de Dios


 

La Catedral de Jaén, junto a otras instituciones laicas, ha promocionado un nuevo ciclo de música sacra que ha contado con una estupenda aceptación del público a pesar las inclemencias meteorológicas que estamos sufriendo a comienzos de esta primavera. Sin conocer lo siguiente en el programa de audiciones, me parece que la representación que acabamos de disfrutar sería un magnífico colofón de este periodo de Cuaresma. Me refiero a la Pasión según San Juan, BWV 245 de Johann Sebastian Bach (1685-17).

         Desde mi punto de vista de aficionado, debo reconocer que desconocía la existencia de este oratorio religioso, eclipsado sin duda por el más famoso y posterior Pasión según San Mateo, dentro de la ingente obra del compositor germánico. Se trata de una composición oratoria para voces solistas, coro y orquesta. Parece que Bach fue de los primeros que incorporó en sus Pasiones elementos musicales y vocales típicos de la ópera. Se dice que el estreno de ésta causó gran escándalo entre el público de Leipzig, más acostumbrado a la austeridad de las corales sacras luteranas. No me extenderé más sobre las anécdotas en torno a esta composición. Son abundantes y muy accesibles para quien quiera documentarse. Me centraré en los protagonistas de nuestra representación y en mis particulares impresiones sobre la misma.

La agrupación encargada del concierto ha sido la Coral Polifónica y Orquesta Barroca de la Basílica de San Juan de Dios de Granada, dirigidos por Juan Ignacio Rodríguez. El núcleo coral del conjunto se fundó en 1997 y en el 2010 se añadió la actual orquesta. Son especialistas en música religiosa renacentista y barroca y están muy acreditados por un buen palmarés de premios nacionales e internacionales. No creo necesario citar el aquilatado currículo de solistas y director.

La parte vocal consta de pasajes corales mientras que las arias y recitativos corresponden a las voces solistas, y cada uno de estos elementos representa a personajes de la Pasión. El coro, como en la antigua tragedia griega, es la voz del pueblo judío. Los textos están basados en los capítulos 18 y 19 del evangelio de San Juan, pero Bach destaca a ciertos protagonistas a fin de reforzar su poder expresivo y el impacto emocional del drama.

Destaca con mucho el papel del evangelista como narrador de los distintos pasajes. Estuvo representado por el joven tenor Diego Blázquez que desde uno de los púlpitos reforzó su excelente voz y la expandió por el dilatado y etéreo espacio catedralicio. El bajo Víctor Cruz representó muy bien el papel de Jesús. La figura del redentor es la segunda en importancia en el drama pasional, pero su actuación queda casi reducida a los recitativos de respuesta a los interrogatorios de Anás y del gobernador romano, necesariamente cortos. En cambio, el personaje de Pilatos, interpretado por el barítono John Heath queda muy reforzado en la segunda parte de la obra, no sólo por su protagonismo en el Pretorio sino después, durante el pasaje del Gólgota. Sus palabras y reflexiones invitan a aliviar la responsabilidad romana en el drama mientras el coro judío le responde en una clara aceptación de culpabilidad. No debemos olvidar que la Pasión de Cristo tuvo también su propia lógica histórica y conocemos sus consecuencias a través de veinte siglos de cultura judeo-cristiana.

         Aparte del limitado protagonismo del apóstol Pedro, bien interpretado por el tenor Francisco Díaz-Carrillo, lo que me llama la atención en la Pasión según San Juan es la introducción de dos personajes anónimos. El primero es el de una mujer que en sus arias alude a la Virgen y a María Magdalena, personajes totalmente ausentes de la representación. Fue desarrollado con acierto por la soprano Verónica Plata. El segundo, y aún más sorprendente, es el protagonismo de un sirviente que participa en varias y destacadas arias. En mi opinión fue estupendamente interpretado por el contratenor Miguel Ángel Fernández. De todos es conocida la dificultad técnica de esta voz masculina tan próxima en los agudos a la soprano femenina. Tanto que en sus comienzos era interpretada por los castrati y en la actualidad, lejos de aquella lacra musical, explica la escasez de contratenores.

Añadiré para terminar mi satisfacción por este personal descubrimiento musical y el agradecimiento a todas las instituciones que lo han hecho posible. Creo que el público que asistió al concierto, compartió estas mismas favorables impresiones.

 

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