martes, 23 de septiembre de 2025

ALMAS GRISES. Philippe Claudel

    Philippe Claudel (1962) es un escritor francés casi desconocido en España, muy poca de su narrativa ha sido publicada en castellano. Hace ocho años lo descubrí gracias a su novela, La nieta del señor Linh (2006), una propuesta de mi club de lectura. Ahora, esta nueva obra, también sugerencia de mi club, me permite fraguar las primeras impresiones sobre el autor: lenguaje sencillo y claro, pero con profundidad reflexiva. Novelas poco extensas pero muy ricas de interpretar (lo bueno, si breve…). Predominio de lo emotivo en las tramas argumentales. No olvidar sus otras facetas, como cineasta y guionista, que me parecen decisivas en sus textos.  En conjunto un buen escritor no destinado a grandes éxitos de superventas.

    Almas grises (2005) supuso para Claudel cierto éxito, pero sobre todo su reconocimiento literario por escritores y críticos, confirmado con dos premios Goncourt y otros galardones de calidad.

    Se trata de una novela con varios planos narrativos superpuestos, más o menos evidentes según se quiera profundizar en la lectura. En principio se puede inscribir en el subgénero policiaco pues se trata del asesinato de Belle, una niña de ocho años. Ocurre en 1917 tras el comienzo de la Gran Guerra (1914-1917). La obsesiva investigación del caso la lleva un inspector de policía ninguneado por sus superiores judiciales. Es el narrador protagonista cuyo nombre desconocemos, y prolonga sus dudosas sospechas hasta 1927.

    Sí el marco cronológico del relato está muy claro, no lo es tanto el geográfico. Aquí el escritor juega a estimular la curiosidad del lector. Va dejando pistas y no es algo crucial para entender la historia, pero sí la enriquece. La ciudad se llama V, pero podemos localizarla en el norte de Francia, en la antigua región de Picardía, que junto con las de Hainaut y Artois conforman la actual región de Hauts-de-France. En el momento de la acción se encuentra muy próxima a uno de los frentes del Somne, una cruel y larga batalla de resultado incierto, auténtica picadora de carne humana.

    Volviendo a la investigación policial, el inicial sospechoso es el fiscal Destinat, frio y obsesionado por el bien y el mal, solitario y misántropo, odiado y temido por todos, que arrastra sus propios traumas personales.  A partir de aquí el foco pasa a distintos personajes, las evidencias nunca son claras y las dudas son muchas hasta llegar al final que nos reserva algunas sorpresas. En fin, como en cualquier buena novela del género.

    El segundo plano narrativo es el histórico y sociológico. Contemplamos una sociedad rural que aún no ha salido del siglo XIX. De grandes diferencias sociales, con una rica burguesía aristocrática rural, que ocupa los cargos más importantes, y una gran masa de campesinos ignorantes, sumisos y temerosos de los abusos del poder. Algunos personajes representan a una incipiente masa obrera que ya presagia los avances del socialismo.

    El tercer plano lo representan la multitud de personajes que justifican el título de almas tristes. Son todos ambivalentes, capaces de actos buenos y hasta heroicos, pero arrastran todo tipo de traumas personales: inconsolables e insuperadas pérdidas familiares, fracasos matrimoniales, cobardías, recelos y traiciones. Y cuando se juntan en masa, capaces de linchamientos. Una de los personajes los define bien con una frase: “las cosas no son ni blancas ni negras, lo que reina es el gris”.

    Naturalmente, estos tres planos se ensamblan entre sí hasta configurar la trama en toda su riqueza, aunque no resuelven las dudas del narrador protagonista, tan propias de la condición humana. Él mismo reconoce cierto caos en la narración con continuos saltos en el tiempo, que atribuye a su deficiente memoria y dificultan un tanto el seguimiento por el lector.

    El cuarto plano es más sutil y menos esencial. Se extiende por toda la obra mediante las reflexiones del narrador sobre la vida y la muerte, que parecen ser también las propias del escritor. Pero al final el protagonista descubre, además de unas cartas aclaratorias, un libro, Los Pensamientos (Pensées- 1670) de Blaise Pascal que además de físico, matemático y filósofo, fue un teólogo católico opuesto a racionalismo cartesiano, no en balde su frase más famosa fue: “el corazón tiene razones que la razón no puede entender”. Defendía que a Dios no se puede llegar por la razón sino solo contemplando la belleza. Pero también tomó ideas de la herejía jansenista, entre ellas la importancia del destino y la predestinación, las mismas que también inspiraron a calvinistas y otras sectas radicales del protestantismo.

    Ahora comprendemos algunas cosas. Los personajes de esta novela se mueven por instintos y emociones. La lógica racional sólo les conduce a la duda. De otra parte, otros parecen arrastrados por un destino inexorable, es el caso de la muerte de Clemence, la esposa del narrador. En cuanto al fiscal Destinat, solo lo conmueve la belleza de tres mujeres sucesivas en su vida; Clélis, Lysia y Belle. Su propio apellido se traduce por Destino.

    Destacar como curiosidad un anacronismo, no sé si intencionado del autor. Todos llaman a la niña Belle, Belle de Jour.  Pero la acción de nuestra historia termina en 1927, mientras que la novela Belle de Jour escrita por el argentino Joseph Kessel fue editada en 1928. Como es de sobra conocido, en ella se inspiró nuestro Luis Buñuel en su película del mismo título.

    Para terminar, un buen escritor y una buena novela que de seguro no gustará a todos.

 

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