La
Navidad vuelve cada año con su carga nostálgica
de infancias pasadas y añoranza de lo que perdimos y de aquellos que perdimos en este viaje que es
la existencia. Un retorno que cierra un ciclo y abre otro nuevo, un símbolo más
del sentido cíclico de la vida que también tiene su traducción periódica
y anual en la música coral. Así
noviembre, el mes dedicado a nuestros difuntos, está representado por la Misa
de Réquiem con su carga dramática y sus
resonancias de expiación y juicio final (Dies irae, tuba mirum).
A este ocaso fúnebre le sigue la aurora vital de diciembre, la natividad
cristiana y también el solsticio de invierno con la promesa de renacimiento
primaveral de la vida que traerá el nuevo año, y su representación musical más
conocida es el villancico y los cantos navideños que pretenden transmitir paz y
esa esperanza de renovación.
Nos hemos sumado a este
nuevo ciclo asistiendo una vez más al concierto navideño, ya tradicional,
ofrecido por las agrupaciones Cantoría de Jaén y la Escolanía
de la Catedral en el Coro de este templo. Las canciones navideñas fueron
las de toda la vida, las que nos traen recuerdos, comenzando por el clásico “Adeste
fideles”, las típicas de la cultura
anglosajona como “White Christmas” o los villancicos populares españoles
como “Campana sobre campana”,
entre muchas otras. La interpretación fue buena, como ya nos tienen
acostumbrados. En alguna canción participó como solista la soprano Alfonsi Marín,
tan brillante como siempre. Casi al final del concierto coral la directora,
Cristina García de la Torre, nos hizo entrar en calor, emocional al menos, incitando
al público a participar en algún villancico, compensando de esta forma la
gélida temperatura de la Catedral.
Para este concierto no se han
repartido folletos con el programa y
pienso que habrá que cargar esta carencia en la cuenta de la consabida crisis
económica, pero aún así debemos de congratularnos de poder seguir disfrutando
de este tipo de eventos musicales gratuitos.
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