Mercedes Salisachs (1916)
es posiblemente la escritora más longeva de nuestro país. A los 97 años ha
completado su larga carrera literaria con la edición de unos cuarenta títulos,
con claro predominio de la narrativa, y sin embargo es conocida
y asociada con solo uno de ellos, La gangrena, su novela más popular,
premiada con el Planeta de 1975, superventas de aquella época y quizás
la única de las suyas que sigue beneficiada por sucesivas reediciones. Sorprende
un tanto la poca repercusión mediática de
su obra y el escaso reconocimiento de la misma por la crítica y en los
ambientes literarios y académicos. La propia escritora, en alguna entrevista, lo ha
justificado en base a su condición social y a ser catalana de
nacimiento y residencia pero sentirse española y escribir en castellano,
razones, según ella, que provocan recelo
en ambos nacionalismos, el catalán y el español. La novela que nos ocupa ha sido mi primer contacto con la obra de esta
autora así que no tengo demasiados elementos
de juicio para opinar respecto a las causas de esa relativa minusvaloración,
aunque pueda intuir alguna más.
En cualquier caso no dudaré en calificar La
gangrena (1975) como una buena
novela histórica. Quizás esta
consideración sorprenda a quienes asocian el subgénero con épocas remotas, pero esa no es la condición principal de
este tipo de novela que se define como una trama con personajes de ficción que
viven hechos verídicos, ambientada en un periodo histórico determinado, y cuyo objetivo
principal es mostrar una visión realista de las costumbres, valores, y
creencias de una época. Todas estas premisas
se dan en nuestra novela. El personaje principal es Carlos Hondero que nos
cuenta en primera persona su historia, a modo de memorias, con el telón de
fondo de un periodo histórico de medio siglo que va desde la dictadura de Primo
de Rivera hasta casi la muerte de Franco. Las luchas políticas de la República,
la Guerra Civil, la posguerra, y la dictadura franquista, sobrepasan el simple
marco histórico adquiriendo tal grado de relevancia que a medida que se
desarrolla el relato podemos elaborar
una precisa cronología de los hechos que actúan además como condicionantes de
la vida y las peripecias del protagonista. El retrato psicológico de Carlos
Hondero está muy bien perfilado. Es el de un hombre de humilde origen,
inteligente y con ciertos complejos de clase, que apoyado en una enorme
ambición está empeñado en sobrevivir y ascender en un ambiente social que en
principio le es adverso. Es lo que los anglosajones conocen como self made
man, un hombre que se hace a sí mismo y no se para en consideraciones
morales para conseguirlo. Su relación con las mujeres es contradictoria y va desde
lo platónico a la crueldad, y las que se suceden en su vida son su contrapunto
y la guía argumental de la narración.
La estructura narrativa está dividida en
dos planos temporales. El protagonista nos habla desde un presente lleno de incertidumbre que
se insinúa en pocas líneas al principio de cada capítulo, para remontarse
después al pasado en un ejercicio de memoria.
Se reproduce así, capítulo a capítulo, el efecto de salto temporal, con
el presente como un hilo sutil que mantiene la tensión narrativa en espera del
final mientras que lo pretérito evocado sirve para justificar y dar sentido a
lo actual, en un juego cíclico que
termina en un final algo forzado y con un breve epílogo, una escena marginal que
simboliza precisamente la rueda de la
vida, el eterno retorno.
El tema principal de la novela y su
principal acierto es el retrato de la alta
sociedad catalana y su evolución con los acontecimientos históricos; desde una
aristocracia monárquica, rancia, superficial, y rentista, pasando por la alta burguesía industrial y financiera,
conservadora y liberal con simpatías reformistas y republicanas, hasta la
conmoción producida por la guerra y la emergencia de los nuevos ricos aupados
por el régimen franquista. También es la ácida crítica de sus lacras, la
hipocresía y la doble moral.
Cambiando de tema. Es de sobra conocido
que el grado de relación entre autores y personajes es variable y oscila desde la total
identificación, pasado por el distanciamiento objetivo, hasta el rechazo
antagónico. En este caso tengo la impresión de que la escritora se reconoce demasiado en algunos de ellos y se implica en los hechos
relatados diluyendo así el límite entre ficción y realidad, entre la opinión
del personaje y la del autor, y siendo la subjetividad inherente al primero
resulta una limitación referida al segundo. En este contexto me parece subjetiva
y parcial la visión de los conflictos y la represión durante la república y la
guerra, que sin duda parece la
propia de la clase social a la que pertenece la
escritora. Otra limitación proviene de la profunda fe religiosa de ésta, reconocida y muy respetable, pero que tiñe la novela de una cierta
intención moralizante y a sus personajes de un toque maniqueo. Así las mujeres
que pasan por la vida de Carlos Hondero son absolutamente perversas
unas, bondadosas otras, y algunas más equivocadas o frustradas pero refugiadas finalmente de forma salvadora
en la religión. De otra parte, cuando el protagonista está sumido en momentos
de duda o angustia siempre aparece de forma recurrente un personaje secundario,
el padre Celestino, para intentar llevarlo al buen camino, a los
auténticos valores morales.
El balance final es no obstante
positivo. La gangrena es una
novela que merece la pena leer porque a estas alturas se ha convertido en un
clásico de nuestras letras contemporáneas.
Estupendo comentario como siempre, don Lope. De acuerdo contigo en todo, salvo en lo que te comenté ayer sobre mis dudas sobre el concepto de novela histórica. Creo, como te dije, que en la segunda mitad la novela pierde la etiqueta de "histórica". Pero claro se trata de una opinión personal.
ResponderEliminarYa sabes que te sigo la pista en este blog, pues tus comentarios aportan mucho a la obra que leemos en el club. Saludos
Gracias Josefina. De eso se trata precisamente. En esto, como en todo, no hay verdades absolutas, todo es opinable. En los comentarios me gusta aportar mis opiniones, y como tales subjetivas. La confrontación de opiniones es lo que nos enriquece a todos. Saludos.
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