La Semana
Santa es siempre un tiempo propicio para disfrutar con las audiciónes de música sacra y
este año, en vísperas de la festividad, hemos tenido oportunidad de asistir a este concierto ofrecido en la Iglesia de Santa María
Magdalena, una de las más antiguas de nuestra ciudad, situada en el primitivo núcleo urbano medieval
de la misma. Una iglesia que, a pesar de haber soportado sucesivas restauraciones, aún conserva
en su estructura las huellas de la antigua mezquita
sobre la que fue construida, entre otras el patio de las abluciones y una torre
que fue alminar árabe. Todo esto y el entorno de leyenda que la rodea le
prestan un especial encanto. En el ámbito de sus naves de arcadas ojivales y en
un ambiente cofrade y procesional, rodeados de tronos e imágenes, nos
dispusimos a gozar de esta popular obra.
Entre
las composiciones musicales litúrgicas hay alguna quizás más apropiada para
esta festividad religiosa. Me refiero en concreto al Stabat Mater,
aquel himno que describe el sufrimiento
de la Virgen ante su hijo crucificado. También son propios de este tiempo los oratorios
de la Pasión, el más famoso de los cuales es La Pasión según San Mateo
de J. S. Bach. En cuanto a la Misas de Requiem, si hubiera
que ubicarlas en una determinada época del año o festividad sería sin duda la
de Santos y Difuntos en el mes de noviembre, pero es frecuente encontrar esta
pieza musical en la programación de Semana Santa, quizás por identificación
simbólica de la muerte y resurrección de Cristo con la de los fieles
cristianos.
El
Requiem de Mozart es seguramente el más popular y en mi opinión
también el más espectacular, junto con el de Verdi. No voy a comentar aspectos
divulgativos relacionados con este tipo de obra musical, ni otros concretos
referidos a ésta del genial músico y compositor de Salzburgo, para no repetir lo
dicho en una entrada anterior (ver 9 de abril de 2011).
La
novedad del concierto que hoy nos ocupa, sobre otras interpretaciones a las que
asistí con anterioridad, es que el
acompañamiento se redujo a un piano. En principio esto restó brillantez
a la audición, pero afortunadamente la fuerza coral de este Requiem y el predominio de lo vocal
sobre la parte instrumental es tan evidente que durante el desarrollo del
concierto pronto olvidamos esa limitación. Aún sin orquesta, pasajes como el Dies Irae o Confuntatis Maledictis resonaron con potencia en las bóvedas del
templo evocando dramatismos de juicio final y divino castigo de pecadores.
Es
necesario reconocer la meritoria actuación de solistas y coro del Taller de Canto Coral y elogiar la labor
de su director que ha conseguido formar las voces de interpretes aficionados y
cohesionarlas en un conjunto armónico capaz de enfrentar una pieza musical tan
ambiciosa y exigente como ésta. En cuanto a los solistas, me pareció más
brillante el tenor, que se adornó con
efectos de vibrato y destacó sobre
las otras voces a pesar de que siempre he pensado que los solos de esta obra
son más favorables al lucimiento de bajo
y soprano. Esa es mi opinión, siempre
cuestionable por mi escasa formación en
materia musical. En el coro me pareció apreciar un moderado desequilibrio entre
voces graves y agudas a favor de estas últimas. Estuvieron muy bien en algunas
partes como el Dies Irae y fueron
conscientes de ello cuando lo repitieron en el bis final.
Como
única nota discordante quiero comentar la introducción del sacerdote, creo que párroco titular de la
iglesia. Comenzó por destacar el
carácter religioso de la misa de difuntos y asoció la música sacra con la meditación
religiosa pero terminó por distinguir entre los asistentes creyentes y no creyentes, y amonestar a unos y
otros sobre la necesidad de guardar
silencio y el respeto debido al lugar sagrado. Discriminación y advertencia que me parecieron improcedentes en una velada musical que por lo demás resultó muy agradable
para los buenos aficionados a la música
clásica.
¡Gracias por tu comentario!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo que es obra de una gran dimensión. Miguel Ángel es un hombre valiente y capaz de afrontar retos cómo éste.
Es un taller de alumnos/as, yo disfruté mucho de éste momento y espero volver a oirlo en mayo en la Capilla de S. Andrés, dónde en mi humilde opinión, es mejor la acústica.
Me encantó contar con tu presencia, porqué sé que entiendes. Yo amo la música, aunque no soy experta en éste genero, enriquece compartir.
¡Gracias Lope de Sosa!
Agradezco mucho que nos acompañaras en este día tan importante para nuestro taller. Muchas gracias por el artículo y espero conocerte en persona. Un saludo afectuoso.
ResponderEliminarGracias a los dos. Yo también estaré encantado de conocerte Miguel Ángel. Vuestro coro me parece una estupenda iniciativa para estimular y acrecentar el interés por la Clásica en Jaén. Desde tus conocimientos musicales quizás te parezcan atrevidas mis opiniones. Son las de un simple aficionado, con algo de oído pero sin formación musical, pero las hago de buena fe. Siempre dí mucha importancia a los interpretes, músicos y cantantes, porque comprendo la dificultad y el esfuerzo que supone. Con el Requiem de Mozart habeís superado un gran reto. Enhorabuena
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