martes, 9 de marzo de 2021

LAS TRIBULACIONES DEL ESTUDIANTE TÖRLESS. Robert Musil

     Damos por sentado que la literatura y el séptimo arte tienen lenguajes bien diferentes, aunque exista cierta permeabilidad entre los mismos y compartan algunas técnicas narrativas. Actualmente es muy frecuente que un escritor elabore su obra pensando en la correspondiente versión cinematográfica, hasta el punto de que muchos textos nos parezcan de entrada auténticos guiones. A ese respecto, entre los lectores pueden surgir las siguientes dudas: ¿Cuál debería ser el orden de preferencia, ¿ver la película o leer antes el libro. ¿Qué enriquece más, el audiovisual o lo escrito?.

    En mi caso, y en cuanto a la obra que hoy comento, debo admitir que ambas experiencias tuvieron algo de frustrante. En los años 70, estudiante novato y ansioso por descubrir el cine europeo en las salas de arte y ensayo, tuve ocasión de ver la versión de esta novela, El joven Törless (1966), opera prima del director alemán Volker Schlöndorf, premiada en Cannes. La película me dejó indiferente, en parte por mi escasa cultura cinematográfica, pero también por las dificultades que comporta la traducción de los conflictos íntimos de un adolescente al lenguaje audiovisual.

          Ahora, después de tantos años, quizás pecando de exceso de confianza en una mejor preparación y capacidad crítica, he afrontado la lectura de la novela original. Pero incluso reconociendo ciertos valores que la hacen superior a su adaptación al cine, encuentro algunos aspectos que desorientan y me hacen descartarla como una obra perfecta.

    Las tribulaciones del estudiante Törless (1906) fue también la primera novela del escritor austriaco Robert Musil (1880-1942). El éxito editorial le indujo a compaginar la literatura con su trabajo de bibliotecario y editor de una revista.

    El argumento trata de las experiencias del joven Törless en un internado militar. En el Imperio Austro-húngaro eran colegios privados que recogían a hijos de la alta nobleza y los formaban para ser parte de la oficialidad del ejército o el alto funcionariado imperial, previo paso por academias militares o   las escuelas profesionales correspondientes. Primera decepción: Salvo una breve descripción del castillo que sirve como colegio, calificado de oscuro y decadente, encontraremos pocos indicios del modo de vida en esos internados, ni alusiones a los estratos sociales o indicios de confrontación en aquel imperio multiétnico y multi-religioso en franco estado de descomposición.

    Toda la trama se centra en los conflictos emocionales de un adolescente inmaduro. Quizás sean las propias experiencias del escritor que pasó esta etapa de su vida en uno de esos internados. Törless, que proviene de una familia de ricos burgueses liberales, traba amistad con Beineberg y Reiting, de origen noble y carácter rudo frente a la mayor sensibilidad de aquél. Un descubrimiento fortuito sobre un alumno, los coloca en posición de chantaje y a partir de ese momento, Basini, la víctima, se convierte en un auténtico esclavo de los otros y es sometido a un duro acoso moral y físico. Törless se mantiene alejado en lo posible por sus escrúpulos morales, pero no es totalmente ajeno por miedo a convertirse en otra víctima de la crueldad de Beineberg y Reiting.

    La acción evoluciona hasta un desenlace lógico, pero lo importante aquí   es la descripción del perfil psicológico de Törless, su indefinición sexual que le lleva a rozar la homosexualidad. La humillación y el complejo de Edipo en el trato ocasional con prostitutas. La moral indefinida y las continuas oscilaciones entre la racionalidad propia de su formación y cierto espíritu romántico.

    Como es muy difícil poner en boca de un adolescente sentimientos que ni él mismo comprende, el autor renuncia a la narración en primera persona del protagonista y al monólogo interior. Convoca a un narrador omnisciente en tercera persona, que sabemos es un adulto por la complejidad de sus reflexiones en las que aparecen tangencialmente ideas de la filosofía de Nietzsche o del positivismo kantiano, pensamientos muy alejados de la formación de un adolescente, pero también del lector medio que no tiene que estar necesariamente formado en estas filosofías. Así las cosas, vista la dificultad esencial de expresar mediante palabras ciertas emociones, y habiendo pasado por esa edad en la que ni nosotros mismos nos comprendimos, no llegamos a entender tal complejidad en la interpretación de la psicología de Törless, por más que en ocasiones detectemos cierto sentido poético o esteticista en las reflexiones del narrador.

    En casos como este, siempre acepto de antemano mi incapacidad, formativa o sensible, para penetrar en la esencia de la obra. Por eso no puedo dar un suspenso como calificación. Espero que otros más sagaces que yo puedan llegar a conclusiones más positivas sobre la misma.

 

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