domingo, 21 de marzo de 2021

MERLÍN Y FAMILIA. Álvaro Cunqueiro

 

     Esta larga pandemia que padecemos amenaza con prolongar hasta un bienio sus preventivas secuelas de distanciamiento y confinamiento. En este contexto de soledades más o menos impuestas, algunos hemos utilizado el paliativo de incrementar nuestra habitual actividad lectora. En mi caso, cuando esto ocurre, la elección de un libro concreto suele estar muy determinada por el azar, al margen de las propuestas mensuales de mi club de lectura.

    Es precisamente por casualidad que en un espacio de tiempo relativamente corto he leído a dos escritores gallegos, nacidos a principios del siglo XX que alcanzaron su madurez creativa durante el franquismo. Y al compararlos he encontrado ciertas similitudes que no pueden ser elevadas a categoría pero que, revisada la biografía y obras de otros autores gallegos contemporáneos, se repiten en muchos de ellos. Ciertamente no me consta la existencia de una escuela o generación gallega ni un estilo literario que pueda ser adscrito a esa región y época, pero entre esos elementos comunes podemos destacar los siguientes: En política una juvenil identificación ideológica con el partido galleguista en los años de la República y una cierta distancia tolerante con el franquismo. En lo literario, la actividad periodística de la mayoría de autores y una narrativa de fuerte componente lírico que intenta indagar en las raíces culturales del pueblo gallego. En concreto, los dos escritores objeto de mi comparación son Wenceslao Fernández Flórez (El bosque animando) y el que hoy comento. En ambos se da una romántica identificación con el paisaje gallego, especialmente con fragas y selvas, siempre brumosas y habitadas por seres fantasmales y fuente de prodigios asumidos con naturalidad por los paisanos, en un estilo narrativo que recuerda mucho al realismo mágico. También coinciden en un tipo de humor muy particular que luego comentaremos.

    Álvaro Cunqueiro (1911-198) es un escritor bilingüe que escribió parte de su producción literaria en gallego y fue su propio traductor al castellano. Está considerado como un maestro de la literatura fantástica. A este subgénero pertenecen sus novelas; Las crónicas del sochantre (1956), la más conocida, fue una de mis lecturas de juventud y ahora acabo de terminar esta que hoy nos ocupa.

    Merlín y familia (1955) es el fruto de la enorme erudición de Cunqueiro, de su dominio de la historia medieval y de diversos ciclos míticos. En ella asistimos a un ejercicio sincrético entre la materia de Bretaña, también conocida como mito artúrico, y las leyendas orales galaicas, en lo que parece una reivindicación del común pasado céltico.

    En la trama, el mago Merlín y una desdibujada doña Ginebra, son trasplantados junto a sus criados a un lugar imaginario, la casa de Miranda próxima a la selva de Esmelle, en las cercanías de Mondoñedo, el pueblo natal del escritor. El protagonista principal, junto a don Merlín, es el joven criado Felipe de Amancia, el narrador que nos cuenta los sucesos vividos junto a su señor. En su juventud relata las visitas que recibe éste por parte de personajes, pobladores de universos míticos, que le llevan objetos mágicos rotos para ser reparados. A las cualidades y situaciones más fantásticas, Merlín responde con las soluciones más prácticas y cotidianas. 

    Por la casa desfilan multitud de personajes increíbles como la sirena Teodora o un diablo perfumista, que dan lugar a las correspondientes historias y, a veces, historias dentro de otras, en lo que podría entenderse como una colección de cuentos engarzados en una trama argumental novelesca cuya línea directriz temporal, el hilo que los une, son los recuerdos del narrador en las distintas etapas de su vida. En la edad adulta los relatos se centran en historias de peregrinos a Compostela, en un claro homenaje al paisaje gallego, y en su vejez indaga en los orígenes de don Merlín. Si la ubicación de la acción es imaginaria pero concreta, como la evolución vital del narrador, el marco cronológico de las historias es de una total indefinición. Algunas parecen ambientadas en el medievo, otras en el Renacimiento y por último otras en el XVIII o XIX. Es frecuente la mezcla de datos que remiten a diferentes épocas en la cronología del relato. Como forma de reforzar la ambientación se recurre con frecuencia a ciertos arcaísmos que, en general, no suponen dificultad para el lector

    Me interesa destacar otra característica de la novela, el humor. En este caso un humor muy gallego conocido como retranca. Se trata de una especie de ironía sin agresividad crítica que se esconde en frases de apariencia seria.

    En resumen, estamos ante una novela culta y desbordante de imaginación, al tiempo que divertida. Como los relatos son independientes, se puede leer a ratos discontinuos sin perder el hilo narrativo. Un libro recomendable para aquellos que gusten de la fantasía, con la duración justa para no resultar agobiante.


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