La lectura de este libro me sugiere una reflexión previa como introducción, a saber: los españoles, en general, desconocemos bastante la historia de Portugal si comparamos con la de otros países vecinos como Francia. Sabemos que su expansión colonial coincidió con la española; que en alguna ocasión intentamos anexionar ese país, pero más allá de algunos nombres como Vasco da Gama o Magallanes, poco más. Pienso que esa minusvaloración que hacemos de los portugueses es una de las razones de su recelo hacia nuestro país. Algunos intelectuales lusos como Jose Saramago, que intentaron una aproximación entre nuestros pueblos, fueron también objeto de ese recelo portugués. Es el dicho tradicional: “el pez grande se come al chico” lo que les hace temer por su independencia, aunque solo sea en aspectos económicos o culturales.
En aras de subsanar esa ignorancia de
la historia lusitana me parece muy acertada esta novela de Javier Moro
(1955) que quizás, o en parte por eso, fue merecedora del Premio Planeta 2011.
Este escritor e historiador madrileño, sobrino de Dominique Lapierre, ha
colaborado con él y con Larry Collins en algunas de las novelas que
hicieron famosos a estos dos escritores. Su larga experiencia como documentalista
y su afición por los temas americanos y orientales se ve reflejada en esta
novela histórica, o más bien biografía novelada. Ya en el epílogo, antes del
abundante despliegue bibliográfico, el autor certifica la veracidad histórica
de todos los hechos que se narran, salvo algunos diálogos que pretenden
humanizar a los personajes. Así pues, el
equilibrio tradicional entre realidad y ficción, que es la base de este género
de novelas, se rompe aquí en favor de la primera, de la divulgación histórica
que prevalece sobre la fantasía novelesca.
El imperio eres tú (2011) es la
historia de Pedro de Braganza y Borbón (1798-1834), emperador de Brasil
con el nombre de Pedro I y un breve reinado como Pedro IV de Portugal.
Don Pedro, por las grandes contradicciones de su carácter y los aspectos épicos
de su vida, es el prototipo de héroe romántico. Segundo hijo de Juan VI de
Portugal, no estaba preparado para reinar, pero se convirtió en heredero tras
la muerte el primogénito. Los historiadores de la época lo reconocen como
inteligente pero impulsivo y excéntrico, poco educado, populista en su trato
con el pueblo, irascible en ocasiones y de una lujuria desatada, con varias
amantes y muchos hijos ilegítimos. Frente a estos rasgos poco favorables fue
también un liberal convencido, partidario de la monarquía constitucional, en
una época de hegemonía absolutista propiciada en Europa por la Santa Alianza
tras la derrota de Napoleón. Sus dos grandes momentos fueron la independencia
de Brasil que defendió al grito de “independencia
o muerte”, y la restauración de la monarquía liberal en Portugal tras su
heroica defensa de Oporto frente al ejército absolutista de su hermano Miguel.
Su generosidad le llevó a abdicar de dos tronos cuando tuvo que enfrentarse a
sendos movimientos liberales en Brasil y Portugal. Una prematura muerte por
tuberculosis a los 36 años y la estética personal (ver retrato de Rodrigues de
Sa) refuerzan su imagen romántica.
La segunda gran protagonista de este
retrato histórico es la primera esposa de Pedro I, María Leopoldina,
archiduquesa de Austria, hija de Francisco I. Fue el contrapunto que reforzó el
reinado de su marido. Por contraste con aquel, muy culta, racional y de
criterios firmes y objetivos. A pesar de haber sido educada en los postulados
del absolutismo, su amor por Pedro le llevó a secundarle en sus empresas
liberales. El autor incluye en el relato, con letra cursiva, unas supuestas
cartas que la emperatriz dirigió a su padre y a diversos diplomáticos, en las
que expresa sus opiniones políticas y personales sobre su marido. Dudo de su
autenticidad, aunque el recurso epistolar era muy frecuente en esa época, a
falta de otros medios de comunicación. La experiencia documentalista del
escritor puede ser un aval de acreditación.
La historia se desarrolla de forma
lineal en tiempo, desde la llegada de Pedro al Brasil, con nueve años,
acompañando a la familia real, hasta su muerte. Como trasfondo histórico la
agitada política del siglo XIX: liberales contra absolutistas, cuestionamiento
de la monarquía y aparición de regímenes republicanos, independencia de las
colonias americanas, esclavitud y abolicionismo, intereses económicos
contrapuestos de los criollos americanos y los naturales de la metrópoli,
movimientos secesionistas disgregadores. En este último aspecto se le ha de
reconocer a Pedro I su afán por
mantener unidas las distintas regiones de Brasil bajo el régimen imperial
liberal. Quizás por eso esta nación es hoy día la de mayor extensión de toda
América latina.
La división del relato en partes y capítulos cortos pretende aliviar la densidad y larga extensión del mismo, que puede llegar a resultar algo pesada. El estilo es sencillo, y sin pretensiones de estilo literario pero los personajes principales están bien descritos en sus rasgos psicológicos. La información histórica es divulgativa y exhaustiva a un tiempo, por lo que se lee con facilidad y nos esclarece casi todo un siglo de la historia de Brasil y Portugal. En fin, una novela histórica no excepcional pero muy recomendable.
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