lunes, 6 de septiembre de 2021

CABO TRAFALGAR. Arturo Pérez Reverte


    

    Reconozco mi afición a la obra de Arturo Pérez Reverte (1951), un escritor controvertido que suscita tanto adhesión popular como rechazo de una gran parte de la crítica especializada. Creo haber dicho ya que sus novelas de aventuras me parecen muy entretenidas y las históricas bastante bien documentadas por añadidura.

    En Cabo Trafalgar (2004) el autor, con la osadía que le caracteriza, se atreve a ofrecernos una visión alternativa a todo un clásico de nuestra literatura, Trafalgar (1873), la primera de una serie de novelas históricas incluidas en los “Episodios Nacionales” de Benito Pérez Galdós. En esta última, el escritor canario utiliza la figura de un joven pícaro gaditano, que narra en primera persona, para ofrecernos un retrato de la sociedad española de aquella época con claros matices costumbristas. La participación del protagonista en el combate da pie para resaltar el heroico patriotismo de algunos oficiales españoles como Churruca y Gravina, buenos marinos pero mal dirigidos por el vicealmirante francés Villeneuve.

    Por el contrario, Pérez Reverte se centra en la batalla en sí misma para destacar la crueldad del combate naval y el heroísmo feroz de las tripulaciones de un pueblo llano más empeñado en sobrevivir que impregnado de fervor patriótico. Ambas visiones de los hechos históricos, la épica patriótica y la dramática populista, me parecen algo excesivas, aunque no es el momento de analizarlas.

    La documentación histórica es exhaustiva, como es propio del escritor, sobre todo en cuanto a las técnicas de navegación a vela y tácticas de la guerra naval. Todo el relato está impregnado de humor. El escritor lo utiliza como contrapunto para resaltar aún más la tragedia y lo absurdo de la guerra. Una ironía amarga, teñida de pesimismo histórico, mediante el cual pretende mantener una tesis, defendida también en la serie de Alatriste: la crisis y decadencia del imperio español fue soportada, e incluso retrasada, por un pueblo noble y sufrido, pero mal gobernado por reyes ineptos y ministros corruptos.

    Como toda teoría contiene parte de razón, y Reverte la presenta de forma bastante amena y atractiva. Pero la verdad histórica, si es que existe, suele ser bastante más compleja y prosaica. De ahí que el público en general prefiera la amena divulgación de la novela a los sesudos y complejos estudios históricos.

 

 

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