viernes, 14 de octubre de 2022

DE RATONES Y HOMBRES. John Steinbeck


 

La literatura norteamericana alcanzó un periodo de singular esplendor entre el último tercio del XIX y primera mitad del siglo XX. Autores como Edgar A. Poe fueron auténticos pioneros y creadores de géneros literarios, otros como William Faulkner revolucionaron las técnicas narrativas, y muchos más integran hoy la extensa nómina de clásicos contemporáneos. Entre ellos, uno de mis preferidos es John Steinbeck (1902-1968). Del escritor californiano me gusta su estilo realista de intensa orientación social. El tinte épico y dramático de sus relatos, de una emotividad contenida que les aleja de lo sensiblero. La precisión del lenguaje, conciso y sencillo. En fin, entre sus novelas he leído Las uvas de la ira (1939) considerada su obra maestra, La perla (1947) y La taza de oro (1927) un relato de juventud. De las dos primeras tengo comentarios en sendas entradas de este blog. Aún no he leído Al este del Edén (1952), su último gran éxito, postergada siempre por la estupenda versión al cine de Elia Kazán, protagonizada por el mítico James Dean.

De ratones y hombres (1937) fue la primera de sus novelas que obtuvo un gran éxito de crítica, la que le abrió las puertas de la fama. Como muchos otros de sus relatos está ambientada en los años de la Gran Depresión y narra las dificultades de los trabajadores temporeros en las granjas y ranchos de su California natal. Aunque la narración no es autobiográfica, está fuertemente inspirada en la experiencia personal del propio autor, que trabajó en su juventud en este tipo de granjas y estuvo en contacto con emigrantes procedentes de los estados  del medio oeste.

Cuenta la historia de dos jornaleros, George y Lennie que viajan juntos, siempre al borde de la indigencia pero soñando con un futuro mejor. La acción comienza cuando son contratados en un rancho y se desarrolla de forma lineal en el tiempo durante varios días. Lennie es muy fuerte y sufre una discapacidad mental. Es bondadoso, pero no sabe medir su fuerza y puede provocar daños sin culpa. George es más débil pero muy inteligente y procura proteger a su amigo en tanto se siente protegido por la fuerza física del otro.

Se ha dicho que Steinbeck concibió la novela para su adaptación al teatro o al cine. Es cierto que cumple con las conocidas como unidades teatrales, de acción, tiempo y lugar. En este sentido, predominan también los diálogos y se reduce al mínimo lo descriptivo en la narración. Y en efecto, muy pronto fue versionada al teatro y la pantalla. Yo añadiría que tiene la estructura típica de las antiguas tragedias griegas. A medida que se desarrolla la trama, el lector es consciente de que las acciones y reacciones de los protagonistas los avocan a un final trágico, que sin duda presentimos inexorable. Es como un destino fijado de antemano, aunque aquí no dependa de la caprichosa voluntad de los dioses.

Junto a los dos protagonistas, aparecen una serie de personajes secundarios que sirven para ilustrar la solidaridad esencial entre los desposeídos, los sueños e ilusiones frustradas, la violencia ejercida sobre los oprimidos que se defienden mediante un instintivo sentido de la justicia. La explotación laboral y el racismo también se perciben claramente en la narración y todos estos aspectos, y otros muchos, dibujan un perfecto retrato social. 

Para concluir, se trata de una estupenda novela. Debería ser leída por todos aquellos que, desconociendo la historia y ante la actual crisis económica, concluyen de manera simplista en la frase: “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

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