viernes, 2 de febrero de 2024

CUNNUS. SEXO Y PODER EN ROMA. Patricia González Gutiérrez

    Hace décadas que los historiadores aprovechan su formación académica para divulgar historia, adornada de ficción, mediante la novela histórica. Un buen ejemplo de estos pueden ser Juan Eslava Galán o Santiago Posteguillo. De otra parte, los novelistas procuran hacer verosímiles las suyas mediante una buena documentación de los hechos. En los últimos años aprecio un nuevo fenómeno que me agrada: Se trata de aquellos historiadores, con amplia formación y experiencia académica, que deciden resumir y divulgar mediante el ensayo lo que de inicio fueron tesis doctorales o complejos trabajos de investigación. He leído muchos de esos estudios destinados a un público de aficionados y reconozco que no siempre he estado a la altura, pero en general han enriquecido mis conocimientos.

    Patricia González Gutiérrez es una buena representante de esa tendencia a publicar ensayo histórico como género didáctico. Es licenciada en historia y su tesis doctoral, además de varios másteres y estudios, le han llevado a especializarse y enfocar un periodo histórico y un aspecto poco conocido del mismo: La antigüedad de Grecia y Roma y el papel de la mujer en el mundo grecolatino. Creo que el libro que hoy comento es el tercero que dedica a estos temas.

    Cunnus (2023) tiene un título latino y una ilustración de portada bastante explícitos y con cierta intención provocadora que el subtítulo modera y centra en toda la amplitud de lo tratado: Sexo y poder en Roma. Tanto en el prólogo de Mikel Herrán como en la introducción de la propia autora se establecen los límites de la obra, los sesgos que derivan de las propias fuentes consultadas y la dificultad de extraer conclusiones sobre la sexualidad, afectada por multitud de tabúes a lo largo de los siglos. Se destacan los estudios propiciados por el psicoanálisis y el interés del feminismo en profundizar en esta materia. Se establece una primera teoría en cuanto a que todo lo referente al cuerpo y el sexo no es sólo una cuestión biológica sino también una construcción social y cultural en evolución a través de los tiempos. En un intento por desmitificar la sexualidad y el género se comienza por desmontar el supuesto matriarcado de las sociedades prehistóricas.

    Después la escritora entra en materia y estudia todos los aspectos en torno al sexo en Roma, concebido como una relación binaria entre hombre y mujer, pero de total superioridad masculina, propia de un patriarcado llevado al extremo. Se hace una completa revisión del concepto de belleza y la modelación del cuerpo de acuerdo a presupuestos sociales y culturales; el rechazo moral de la ambigüedad sexual y de la homosexualidad, pero sólo del actor pasivo en el caso de la masculina; la utilización como arma política de las desviaciones sexuales en los emperadores; la institución del matrimonio y sus distintos tipos; la reproducción y la anticoncepción; los filtros y fórmulas mágicas para estimular el deseo o inhibirlo; la violencia matrimonial en una sociedad que no tenía palabra para designar el consentimiento; la educación matrimonial de mujeres y hombres; los dioses protectores de la sexualidad. Estos son algunos de los aspectos analizados.

    El discurso se hace ameno gracias a multitud de ejemplos ilustrativos, personajes históricos y mitológicos, también rituales religiosos o costumbres, todo respaldado por una ingente bibliografía.

    La primera parte del libro es la que más datos aporta sobre las relaciones de poder en torno a la sexualidad. Describen a una sociedad hipócrita que elogia la virtud y la moral pública mientras en lo privado es bastante tolerante con los supuestos vicios. En ocasiones la autora destaca sus desacuerdos teóricos con otros investigadores, y eso me parece un cierto inconveniente que puede superar al lector, tanto más si se pretende una intención divulgativa. En la segunda parte la escritora reconoce que el análisis del sexo en Roma puede cambiar a tenor de los descubrimientos arqueológicos o de nuevas fuentes escritas. Al estudiar la transmisión de la cultura romana a la judeo-cristiana y la pervivencia de ciertas prácticas o ideas en nuestra sociedad actual, lo predominante es un cierto sesgo feminista en la exposición, sin merma de la rigurosa veracidad de lo que se dice.

    En resumen, estamos ante un brillante ensayo, desmitificador de algunos tópicos históricos que nos introduce en uno de los aspectos más desconocidos de la cultura grecolatina. 

 

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