viernes, 28 de febrero de 2025

ESTRATAGEMAS. Sexto Julio Frontino

Los escritos conservados de la antigüedad grecolatina que son las fuentes de nuestra cultura occidental, estuvieron según épocas al filo de la desaparición. Al incendio de la gran biblioteca de Alejandría sucedió el saqueo de ésta y la de Pérgamo. Sobrevivieron a las invasiones bárbaras y se adulteraron mediante unas interpolaciones añadidas en los manuscritos originales. La recepción medieval de los textos estuvo mediatizada por los ortodoxos bizantinos, los monasterios católicos y los árabes, y fueron filtrados y expurgados de todo lo que no convenía a dogmas religiosos o principios morales. En este proceso casi se perdieron filósofos tan importantes como Epicuro. Algunas obras y escritores los conocemos por referencias de títulos y nombres en los libros de otros. Se perdieron escritos de valor y se encontraron otros de manera fortuita, como De rerum natura de Lucrecio, y en cambio se conservaron algunos de menor importancia. El escritor que voy a comentar puede ilustrar algo de lo dicho.