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domingo, 3 de noviembre de 2024

TOSCA. Giacomo Puccini

Otro año más, incluida en el programa del Festival de Otoño, hemos recibido la visita de la Compañía Lírica Ópera 2001 que ha puesto en escena Tosca de Giacomo Puccini (1858-1924), quizás la obra más dramática dentro de la abundante producción del compositor italiano. Esta ópera ya fue comentada en una anterior entrada (miércoles, 8 de junio de 2016) y por eso intentaré no redundar en información y resaltar otros aspectos no tratados entonces, además de las particularidades de esta representación.

miércoles, 8 de junio de 2016

TOSCA. Giacomo Puccini

La ópera, como género de música teatral, es un espectáculo que reúne escenificación dramática, música instrumental y vocal, y en ocasiones coreografías y ballet como elementos adicionales. La necesaria armonización de todos ellos  es compleja y requiere el despliegue de considerables recursos; orquesta, cantantes solistas, agrupaciones corales, además de ambientación escenográfica y vestuario. Por eso fue en sus comienzos, y en menor medida lo sigue siendo, un espectáculo destinado a las élites sociales y económicas. Los aficionados tenemos siempre en mente los grandes templos de la ópera en los que quizás nunca, o rara vez, hemos estado; la Ópera de París, Scala de Milán o Liceu de Barcelona, entre otros. Pero en nuestra ciudad, la posibilidad de asistir a una representación operística queda limitada a contadas ocasiones al año, a cargo de compañías itinerantes de ámbito nacional, y con el necesario mecenazgo de las instituciones que permita aliviar la carestía de este producto cultural y divulgarlo entre las clases medias. 
          Por todo lo dicho me sorprendió la valentía de un grupo de cantantes, profesionales y amateur, al enfrentar  la representación de la ópera Tosca en Jaén. Me refiero al Coro del Taller de Canto Clásico de la Universidad Popular liderado por el tenor jiennense Miguel Ángel Ruiz. Esta agrupación ha venido desarrollando con éxito una intensa actividad coral en los últimos meses y ampliando su repertorio con obras tan exigentes y complejas como el Requiem de Mozart; pero el montaje de esta ópera, una de las más conocidas del repertorio internacional, me pareció un reto excesivamente ambicioso y me hizo dudar del resultado. Ahora, tras asistir a la representación del pasado domingo 5 de junio, en el Teatro Infanta Leonor, me alegra comprobar que, a pesar de las limitaciones y dificultades imaginables, el desafío ha sido superado ampliamente gracias a la tenacidad de los músicos y cantantes que en esta ocasión integraban el elenco.  
          Tosca (1900) de Giacomo Puccini es una ópera en tres actos con libreto en italiano de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Como otras de su autor, es de estilo verista que se caracteriza por la intensidad dramática y la ambientación realista en épocas históricas muy cercanas a la de composición. Desde el punto de vista instrumental, el discurso musical es prácticamente continuo, y en la parte cantada abundante en recitativos dialogados y muy escasa en arias o solos de los cantantes, que en este caso se reducen prácticamente a dos, una correspondiente a la soprano y otra al tenor, esta última una de las más bellas y conocidas del repertorio. No es ocasión para detallar la trama argumental, sólo diré que mezcla sabiamente amor y celos con intriga política en el ambiente de la lucha entre liberales y absolutistas católicos, en Roma a principios del XIX. Los protagonistas principales son los amantes, Floria Tosca (soprano) y Mario Caravadossi (tenor), secundados por el malvado Barón Scarpia (barítono).
          En nuestra representación, la música fue brillantemente interpretada por DJaén Opera, una orquesta formada ex profeso para esta ocasión e integrada por músicos profesionales y alumnos de los Conservatorios provinciales,  dirigida por Rafael de Torres.  El Coro  se lució en uno de los momentos culminantes de la obra, el solemne Te Deum final del I acto, en el que era protagonista principal. Sin embargo, en otra actuación, no recuerdo si final del segundo acto o principio del tercero, su papel era claramente secundario y de fondo, pero en un exceso de entusiasta intensidad ahogaron un tanto los recitativos de los solistas, algo que también se repitió en algunos pasajes con la orquesta. La soprano, Ana Paz Torrecillas, muy bien en su tesitura, con timbre brillante y algo menos de volumen. Buena actuación del barítono, Ángel Lombardo, que desplegó la mayor capacidad histriónica que su papel requería. En cuanto al tenor, Miguel Ángel Ruiz, se impuso en todo momento a orquesta y coros, y nos emocionó cuando interpretó el aria más famosa del III acto, E lucevant le stelle, que comienza en tono poético y melancólico y termina en desgarradores y desolados gritos, en otra de las escenas culminantes de la ópera, junto al dramático final. En cuanto a la escenografía fue austera y ajustada a la necesaria economía de medios en un espectáculo que se ofrecía a precios muy populares; en cualquier caso digna.
       Sin insistir en nombres, quiero agradecer finalmente este tipo de iniciativas que tienen la clara voluntad de divulgar la ópera en nuestra ciudad. Creo que esta representación ha sido un éxito que el público asistente supo reconocer. Para muchos de mis amigos y conocidos ha sido su primer contacto con este género musical, y todos me comentaron haber quedado impresionados. ¡Así se hace afición¡

jueves, 5 de noviembre de 2015

MADAMA BUTTERFLY. Giacomo Puccini

Este año la compañía  Opera 2001 ha vuelto a programar en nuestra ciudad Madama Butterfly, drama lírico  que ya fue presentado en Jaén hace cinco años por esta misma agrupación. En esta ocasión la representación tuvo lugar en la víspera de la festividad de los Santos, esa noche que la cultura anglosajona que nos coloniza ha trivializado en la noche de Hallowen. El escenario fue el habitual de este tipo de espectáculos, el teatro Infanta Leonor.
Esta ópera es una de las más representadas en el repertorio operístico internacional. Son muchas las razones de su popularidad. Una de ellas es, en mi opinión, el exotismo y la atracción que la refinada cultura japonesa ejerce sobre nosotros y nuestra mentalidad occidental. De otra parte, el abnegado y romántico amor de la protagonista, y su dramático final, apela a nuestra fibra sensible de una forma  más realista, moderna y efectista, que otros dramas clásicos.
          Fue compuesta por Giacomo Puccini (1858-1924) y el libreto creo que se inspira en dos obras literarias, el cuento Madame Butterfly (1898) de John Luther Long y la novela Madame Chrysanthème (1887) de Pierre Loti. Algunos críticos dicen que está basado en unos hechos reales ocurridos en Nagasaki a finales del XIX. Sea como fuere, en el momento de su estreno en la Scala de Milán (1904) no fue especialmente valorada y el músico italiano tuvo que reescribirla y estructurarla en algunas versiones sucesivas hasta la actual. Después le llegaron las críticas favorables y el éxito hasta ser adaptada al teatro y llevada al cine en varias ocasiones.
          Madama Butterfly está escrita en tres actos y el libreto es de los italianos Giuseppe Giacosa y Luigi Illica. En cuanto a la música, impregnada en algunos pasajes de ligeros toques orientalistas, no es demasiado conocida, salvo el aria del segundo acto “un bel di, vendremo”, sin duda la más popular, o la final del tercer acto “con onor muore”, la más dramática, ambas cantadas por la soprano que representa a Butterfly. Abunda en recitativos y dúos del resto de personajes y el coro también tiene alguna interpretación destacada como en el segundo acto, cuando entona una melodía a bocca chiusa, un recurso coral mediante el que se emiten notas sin abrir la boca.
          Como es habitual en la ópera, las voces de soprano y tenor se reservan para la pareja protagonista, en este caso Cio-Cio San (Butterfly) y el capitán Pinkerton, pero aquí la interpretación de la primera resulta reforzada por la trama argumental que impone la ausencia del segundo durante todo un acto. En cambio es notoria la actuación de dos personajes secundarios, el cónsul Sharpless (barítono) y la sirvienta Suzuki (mezzosoprano). Cuando se ha asistido a una misma ópera en dos ocasiones se tiene la tentación de comparar las interpretaciones de los cantantes en una y otra. En mi opinión, sí en la primera, hace cinco años, destacó la voz del barítono (Sharpless), en ésta fue más sobresaliente la mezzosoprano (Suzuki). Butterfly fue interpretada por la  soprano japonesa Miki Mori y su actuación fue desde luego la más brillante en un papel protagonista que se presta al lucimiento. 

          Para concluir, Madama Buttefly no es tan espectacular en cuanto a escenografía como las óperas de Verdi, no tiene magnificas oberturas como las de Wagner, ni el virtuosismo musical de Mozart. Su principal baza es ese dramatismo próximo a lo cotidiano, capaz de desbordar nuestra emotividad y formarnos un nudo en la garganta cuando llegan las escenas finales. O quizás exagero y es debilidad propia de la edad madura.