lunes, 6 de enero de 2020

EL SONÁMBULO DE VERDÚN. Eva Díaz Pérez


Eva Díaz Pérez (1971) acumula ya una considerable producción literaria, avalada por premios y crítica, aunque más allá del ambiente editorial andaluz no parece haber conseguido la difusión y fama que merece. Esta es la segunda que leo de sus novelas. La primera, Hijos del mediodía (2006), que fue comentada en una anterior entrada de este blog, despertó mi interés  y ahora, con esta última, pienso que deja bien acreditada su madurez creativa.
El estilo de esta escritora sevillana tiene, en mi opinión, una clara fuente de inspiración en la literatura de Borges. Digo esto por la continua reelaboración de materiales literarios que se manifiesta en la mezcla de datos biográficos ficticios atribuidos a personajes históricos y viceversa. También por recrearse en las ensoñaciones de los personajes, o las frases alegóricas y títulos de capítulo con doble significado que ofrecen distintos planos de interpretación al lector. Incluso por la creación de bestiarios insólitos y originales como, en nuestro caso, la vida trashumante de un piojo de trinchera o la aristocrática biografía de la carcoma vienesa. Todos estos elementos, y algunos más, configuran una especial sensibilidad con cierto toque de culturalismo literario, no en balde la autora es además especialista en periodismo cultural y demuestra un amplio conocimiento de las vanguardias artísticas de principios del siglo XX y finales del anterior.
El sonámbulo de Verdún (2011) es una novela histórica ambientada en la Gran Guerra, la última dirigida con mentalidad, estrategias y tácticas residuales del siglo XIX, y la primera con armamento y avances técnicos del XX. Una cruel guerra de desgaste que produjo gran mortandad, que cambió radicalmente las fronteras de Europa y tuvo secuelas políticas y económicas que condicionaron la historia del siglo pasado a nivel mundial.
Pero sería simplista quedarnos ahí, porque lo más original de la novela es la particular propuesta de Eva Díaz al indagar en la memoria histórica mediante una estructura narrativa compleja pero asequible, que induce a reflexión sobre el pasado y el futuro merced a unos recursos estilísticos cargados de sensibilidad y gusto por lo estético.
Ya de entrada, el narrador omnisciente, que se dirige al lector con frecuencia, expone su propósito en esta frase: “esta es una novela narrada entre el escepticismo y la ironía, que pasea por estancias que ya no existen, analiza los mecanismos del pasado y cuestiona la forma en que se cuentan las viejas historias”.
En el relato se entrecruzan al menos tres líneas argumentales en un juego de continuos saltos en el tiempo y el espacio. El protagonista principal es Jaroslav Smoljak, un checo de Praga movilizado por el ejército austrohúngaro, que deserta al bando aliado y termina como soldado francés en Verdún. El segundo es un contemporáneo suyo, Klaus Werger, periodista vienés que escribe falsos y épicos reportajes de propaganda en la retaguardia, a los que renuncia para enfrentarse al horror como corresponsal de guerra en las trincheras. El tercero, Fritz Wolf, es un artista de vanguardia que en la actualidad recoge restos bélicos en los campos de Verdún mientras prepara una exposición sobre la crueldad y locura de aquella guerra.
La vida de los tres protagonistas se va relacionando de forma sutil y  tangencial en el tiempo, mediante otros  personajes e historias dentro de otras, con el azar, o el destino, operando como motor determinante. El resultado es una novela coral en la que, tesela a tesela, la autora va confeccionando el gran mosaico de toda una época, casi un siglo que va desde el ocaso del imperio austrohúngaro hasta el horror nazi. Desde un aristocrático mundo de valses y polcas hasta las cámaras de gas.
El hilo conductor que da continuidad a la trama es una bala disparada desde la trinchera enemiga, congelada en el tiempo, que matará o no a Jaroslaw, condicionando su destino y el de su descendencia. De nuevo el azar, como espada de Damocles pendiente sobre vidas e historia.
Muy destacables también las descripciones de lugares y ambientes en Viena y sobre todo en Praga, ciudad cargada de historia y de arte, pero sobre todo impregnada de misterio. Un ambiente que la escritora evoca mediante las ensoñaciones de Jaroslav. Algo más que un paseo turístico por sus calles y monumentos entre los que intuimos historias y aspectos menos visibles, como las tenebrosas criptas y sus macabras reliquiasal monstruoso golem deambulando por el gueto judío; las mágicas y sugerentes marionetas y las historias míticas de su popular teatro; a Rodolfo II con sus orfebres y alquimistas en las diminutas casas de la calle del Oro en el castillo, o las famosas defenestraciones de legados imperiales desde las ventanas del palacio; los oscuros pasadizos (pruchody) entre calles sin salida o la desconcertante fila de casas privadas que ocultan la fachada principal de Nuestra Señora de Týn; los milagros del Niño Jesús de Praga o la leyenda del Caballero de Brucvík. En suma, una ciudad llena de sugerencias para el viajero que revivimos en estas páginas.
Estamos pues ante una novela interesante por su contenido y mucho más por la atractiva impronta estética que Eva Díaz Pérez aporta a sus relatos. 

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