viernes, 31 de enero de 2020

MARIANELA. Benito Pérez Galdós


Esta novela es una de las más populares de Benito Pérez Galdós (1843-1920). Junto con Fortunata y Jacinta y el ciclo narrativo de los Episodios Nacionales, es la que siempre recordamos cuando se nos pide citar alguna obra del escritor canario, el mejor exponente del realismo del XIX en nuestro país y uno de los clásicos de la literatura española.
Marianela (1878) fue adaptada al teatro por los hermanos Álvarez Quintero y llevada al cine en varias ocasiones. Ha sido emitida en serial radiofónico, versionada en telenovelas, miniseries y cómic. Con tanta difusión, es fácil conocer la historia mucho antes de haberla leído. Así pues, en esta ocasión no me parece incorrecto hacer un breve resumen de la trama argumental: Nela es una huérfana de escasa belleza y mucha bondad. Sirve de lazarillo a Pablo, un joven ciego, de rica familia, que ve el mundo a través de sus ojos y se enamora de ella. En la casa solariega, donde vive con su padre, aparece Teodoro Golfín, un médico que promete intervenirlo para que recupere la visión, y esto provoca en Marianela un conflicto interior que se resolverá de forma un tanto forzada y poco creíble, pero de un dramatismo muy efectista.
En mi opinión, el relato adolece de maniqueísmo, por la bondad o maldad sin matices de los personajes. El idilio de los enamorados resulta empalagoso por momentos. Frente a ellos, la hipocresía y el paternalismo de las clases altas y la incultura, la opresión y el embrutecimiento de los pobres. Nela vive sin queja una vida miserable con su familia de acogida que recuerda mucho el cuento de Cenicienta. Quizás esa extrema polaridad ética en el retrato psicológico de los personajes esté motivada por una clara intención de crítica social, aunque la ausencia de gradación de grises, entre el blanco y el negro, parezca algo ingenua a nuestros ojos.
La emotividad algo sensiblera de relato justifica su popularidad, pero la obra tiene una segunda lectura mucho más interesante. Es lo que los críticos conocen como novela de tesis, es decir, aquella que se escribe para demostrar una teoría o suscitar un debate ideológico sobre determinada materia, social, política o moral, entre otras. En este nuevo aspecto destaca  como personaje, el doctor Teodoro Golfín. Desde su entrada en acción no sólo es el único en apreciar la belleza moral de Nela y la injusticia que la rodea, sino que en sus discursos a los demás y en sus reflexiones expone claramente ideas políticas, sociales y filosóficas, hasta que caemos en la cuenta de que nos habla un alter ego del propio escritor. En lo político exalta al hombre hecho a sí mismo gracias a su esfuerzo, una idea típica del liberalismo. En lo social es partidario del progreso científico, técnico e industrial que saque al país del subdesarrollo, también de la educación y protección de los pobres, como acto de justicia social frente al paternalismo de la caridad cristiana, ideales propios del regeneracionismo de Joaquín Costa. En el aspecto ético, nos hace ver la inteligencia de Marianela, basada en la naturaleza y en su bondad instintiva y algo supersticiosa, que él considera propia de pueblos paganos. Aquí vemos reflejado el mito del buen salvaje, bueno por naturaleza y malo en contacto con la sociedad. Algo que se podía corregir, según Rousseau y los ilustrados, mediante la educación y unas leyes justas y civilizadoras.
Pero el tema principal que subyace en la novela es el conflicto entre el bien y la belleza. Se trata de las ideas más importantes de la filosofía platónica. Las dos cualidades máximas que el filósofo atribuye a la divinidad y fueron asumidas por nuestra civilización cristiana. En este sentido, Marianela asocia bondad y belleza en Florentina cuando la compara a la Virgen María. Cuando se refiere al ciego Pablo, Golfín alude con frecuencia a la alegoría platónica de la caverna para explicar su idealismo y la falsa asociación en su mente esas dos ideas: Sí Marianela es buena necesariamente ha de ser bella.
El conflicto, al menos en literatura, suele resolverse de forma dramática en favor de la belleza y esta novela no es caso único. Baste citar  el drama Cirano  de Bergerac de Edmond Rostand. Por el contrario, en el conocido cuento de La Bella y la Bestia, concluye favorablemente cuando éste último es liberado del hechizo y retorna a ser apuesto príncipe. Parece que en nuestro subconsciente colectivo el bien sin belleza no es deseable. 
Pérez Galdós escribió esta novela a los 35 años. Si aceptamos que las ideas que expone Teodoro Golfín, incluida su diatriba final contra el suicidio, son las propias del escritor, podemos descubrir un profundo cristianismo teñido de platonismo, a un liberal con ideas regeneracionistas y a un republicano.  En resumen, considerada como novela de tesis, merece la pena leerla para ir un poco más allá de la desmesura emotiva de tan conocido melodrama.

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