viernes, 24 de enero de 2020

LA COSTA DEL SOL EN LA HORA POP. Juan Bonilla


Este libro forma parte de una colección titulada Ciudades andaluzas en la historia, editado por la Fundación José Manuel Lara y escrito por Juan Bonilla (1966). 
Quiero pensar, aún a riesgo de equivocarme, que se trata de una de esas obras que se encargan a autores de cierto prestigio, y ciertamente este escritor gaditano lo tiene acreditado con una considerable producción en narrativa, poesía y ensayo. En este último género se podría clasificar La costa del Sol en la hora pop (2007). El ensayo, definido como especialidad literaria de carácter didáctico en el que se analiza o interpreta un determinado tema, es un concepto lo suficientemente amplio para englobar desde misceláneas de temas humanísticos a la disertación científica. La característica principal, uno de los nexos que une a este tipo de obras, es la voluntad de estilo, es decir, esa mezcla de lenguaje artístico, que puede llegar hasta la prosa poética, con recursos literarios, retóricos o expresivos. Y no quiero decir que esta obra carezca de algunos, como la ironía y cierto grado de humor, tampoco le negaré una prosa depurada y profesional. Pero me cuesta percibir esa intención de estilo literario antes citado. Al margen de estas consideraciones, el libro es una buena crónica, asimilable a un informe de tipo periodístico.
Juan Bonilla analiza con bastante rigor las causas del auge y decadencia de la Costa del Sol. En el origen los pioneros, Soriano y Hohenlohe, descubridores de idílicos parajes para el veraneo de las élites extranjeras, con visitantes ilustres como Jean Cocteau o Edgar Neville, en el marco social de una España aún deprimida. Después, en pleno desarrollismo de los años 60, el éxito como vanguardia del cosmopolitismo y la modernidad que atrajo a estrellas del cine y del espectáculo. Más tarde, la masificación turística, la especulación inmobiliaria, los desastres urbanísticos y finalmente la completa degeneración, la corrupción municipal y la parasitación de todo tipo de mafias.
En particular, resulta original cuando analiza el arraigo de la estética pop en la cultura del ocio, durante aquellos glamurosos años iniciales. Una estética que degeneró en desmesura y mal gusto. Algo menos llamativo es el repaso a los fenómenos sociológicos asociados a esa modernidad que terminó por ser decadente. Aspectos tan típicos como las “españoladas” de Alfredo Landa o la aparición de depredadores a la caza de la turista, como manifestaciones negativas de la supuesta liberación sexual.
El libro pudiera ser interesante como crónica de toda una época, si no fuera porque estudia un proceso histórico tan reciente y conocido en su evolución a través de los medios de comunicación; desde los reportajes del NODO, hasta los ecos de sociedad de la prensa del corazón. Por esa razón el lector va perdiendo poco a poco interés conforme el relato se aproxima a nuestro presente. El propio autor reconoce esto cuando, en referencia a lo que él llama literatura testimonial, dice lo siguiente: “Se quiera o no literatura testimonial, lo cierto es que pasado el tiempo puede a penas disfrutarse como testimonio e ilustraciones de una época: la relación de las obras con la época es parasitaria; si el interés del lector por la época no es previo a las lecturas de las novelas, difícilmente las soportará”.
Pues eso, una época demasiado cercana a nosotros para suscitar la curiosidad, sobre todo cuando no forma parte de la ambientación de la obra, sino que es en sí misma el objeto principal del ensayo.



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