sábado, 9 de octubre de 2021

LA MISTERIOSA LLAMA DE LA REINA LOANA. Umberto Eco

        El escritor italiano Umberto Eco (1932-2016), fue autor de un abundante número de ensayos sobre semiótica, estética y filosofía, pero la fama mundial le llegó en la década de los 80 con su primera novela, El nombre de la rosa, traducida a multitud de idiomas y versionada al cine. A pesar de ese éxito inicial, su producción narrativa posterior fue escasa y no tuvo el impacto popular que cabría esperar después de aquella primera novela. Creo que hay razones que lo justifican, entre otras el abuso de erudición, la intertextualidad de sus obras que a su vez remiten a otras, la densidad de algunos temas esotéricos, pero también una libertad creativa que no fue  limitada por intereses comerciales. Todo esto lo convierten en un autor difícil, todo un reto para la inteligencia del lector que consiga mantener el interés hasta el final de la lectura. Pero a mí me gustan esos retos que no siempre consigo superar. De sus ocho novelas he leído siete y en todas ellas encontré elementos interesantes, aunque a veces se limiten al aspecto estético. Si tuviera que destacar mis preferencias, además de la ya nombrada, citaría: El cementerio de Praga (2010) y El péndulo de Foucault (1988).

          La misteriosa llama de la reina Loana (2004) no me parece que sea una de sus mejores novelas, pero es interesante el tema que la trasciende: la importancia de la memoria como elemento constitutivo y conformador de la personalidad, tanto individual como colectiva. El protagonista de la historia, Giambattista Bodoni, familiarmente conocido como Yambo, es un librero milanés que, tras un paro cardiaco reanimado, pierde la memoria episódica que es la exclusivamente relacionada con sucesos autobiográficos, y como tal pierde todo su pasado. En busca del mismo acude a la casa abandonada de su infancia donde encuentra discos, libros, revistas y tiras cómicas de esa época. Fracasa en el intento de recuperar sus propios recuerdos, pero por medio de esos objetos, revive parte de su historia y de la sociedad de sus padres y abuelos. Se trata de un periodo fundamental en la Italia del siglo XX, las décadas de los 30 y 40, con el fascismo como ideología que marcaría la vida de toda una generación. Personalmente me siento identificado con muchos de esos recuerdos, quizás autobiográficos del escritor, que son muy similares a los de mi propia infancia durante los años 50, los más grises del franquismo. En ellos me reconozco y refuerzan mi complicidad con el relato. La traductora lo expresa bien en sus notas de final de la novela. Entre los años 30 y los 50, los italianos pasaron del fascismo a la libertad democrática mientras que en España la trayectoria fue la inversa.

          Sin duda los lectores más jóvenes no sentirán ese grado complicidad, pero pueden tener, gracias a esos recuerdos, una visión de las negativas consecuencias sociales de la pérdida de libertad política. Es aquello de conocer la historia para no volver a repetirla.

         

 

 

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