Sería pretencioso por mi parte intentar hacer un buen comentario sobre esta obra de arte de la literatura universal sin caer en tópicos o redundar en aspectos mil veces tratados ya por los especialistas en William Shakespeare (1564-1616). El genial dramaturgo inglés fue un gran maestro en cuanto a representar sobre el escenario las grandes pasiones humanas. Y esta tragedia, junto a Hamlet (1601) y Mcbeth (1606), es paradigmática en ese sentido. En Otelo, son los celos infundados los que conduce al protagonista, y a su amada Desdémona, hacia el trágico final que todos conocemos, moralmente negativo y muy sensible para nuestra mentalidad actual, con el problema de la violencia de género como una de las lacras sociales de nuestro tiempo. Por eso, y quizás esté de sobra mencionarlo, debemos trasladarnos al pasado y no aplicar de forma radical nuestros valores al enjuiciar la lectura o representación de este clásico. La moral evoluciona con el tiempo y los cambios culturales, y conceptos como honor o dignidad han cambiado tanto en su contenido ético que no servirían ahora como atenuante de un delito que en otro tiempo no era considerado como tal.
domingo, 31 de octubre de 2021
OTELO. William Shakespeare
martes, 26 de octubre de 2021
EL CABALLERO DEL TEMPLO. José Luis Corral
miércoles, 13 de octubre de 2021
EL ALMA DEL GUERRERO Y OTROS CUENTOS DE OÍDAS. Joseph Conrad
Joseph Conrad (1857-1924) fue, en mi opinión, uno de los mejores narradores de todos los tiempos. A esto creo que contribuyó sin duda la experiencia acumulada en toda una vida de viajes y aventuras. Este polaco que escribió toda su obra literaria en inglés es mundialmente conocido por una novela, considerada su obra maestra, El corazón de las tinieblas (1899), pero fue también un consumando maestro del relato corto, un subgénero narrativo siempre complicado por la dificultad de desarrollar una historia interesante concentrada en pocas páginas.
sábado, 9 de octubre de 2021
LA MISTERIOSA LLAMA DE LA REINA LOANA. Umberto Eco
El escritor italiano Umberto Eco (1932-2016), fue autor de un abundante número de ensayos sobre semiótica, estética y filosofía, pero la fama mundial le llegó en la década de los 80 con su primera novela, El nombre de la rosa, traducida a multitud de idiomas y versionada al cine. A pesar de ese éxito inicial, su producción narrativa posterior fue escasa y no tuvo el impacto popular que cabría esperar después de aquella primera novela. Creo que hay razones que lo justifican, entre otras el abuso de erudición, la intertextualidad de sus obras que a su vez remiten a otras, la densidad de algunos temas esotéricos, pero también una libertad creativa que no fue limitada por intereses comerciales. Todo esto lo convierten en un autor difícil, todo un reto para la inteligencia del lector que consiga mantener el interés hasta el final de la lectura. Pero a mí me gustan esos retos que no siempre consigo superar. De sus ocho novelas he leído siete y en todas ellas encontré elementos interesantes, aunque a veces se limiten al aspecto estético. Si tuviera que destacar mis preferencias, además de la ya nombrada, citaría: El cementerio de Praga (2010) y El péndulo de Foucault (1988).