lunes, 8 de noviembre de 2021

LAZOS DE HUMO. María Iglesias


    El entretenimiento es la finalidad más básica pero no la única ni exclusiva de la lectura. La misma intención se puede buscar en los medios audiovisuales, cine, radio o televisión. La buena literatura debe perseguir otros fines adicionales: incitar la curiosidad o el ansia de conocimiento, la intriga ante misterios apenas desvelados e incluso estimular el puro goce estético del lector.

    Este corto prólogo me sirve para introducir la novela de hoy que en mi opinión cumple de sobra como literatura de evasión, pero muestra ciertas carencias en los otros aspectos citados. 

    María Iglesias (1976) es una inquieta periodista, ella se define como freelance. Como tal, ha presenciado el drama de los refugiados del Egeo y plasmado su compromiso testimonial en una interesante crónica, El granado de Lesbos (2019). Es también guionista y ha participado en varios programas de TV, entre ellos algunos de crítica literaria y fomento de la lectura. Esto último, y la incursión en la ficción narrativa justifican la promoción de esta escritora sevillana por parte del Centro Andaluz de las Letras, divulgando entre los lectores el libro que nos ocupa.

    Lazos de humo (2007) fue su primera novela. Se trata de una obra extensa que, a primera vista, podemos calificar como novela histórica ambientada principalmente en Andalucía occidental (Sevilla y Cádiz), entre finales del XIX y la guerra civil española. Si bien es cierto que incide en aspectos sociológicos tales como el fenómeno migratorio de los indianos, el desastre colonial del 98 y la abusiva desigualdad entre las clases, se hace siempre de forma muy tangencial. En cuanto a los hechos históricos concretos, se citan más bien en un sentido cronológico para encuadrar en el tiempo los sucesos en la vida del protagonista. La ambientación peca además de excesivo localismo, muy centrado en Sevilla, aunque destila cierta veracidad a la hora de criticar algunos defectos de la sociedad hispalense que todos reconocemos.

    El eje de la ficción se centra en la vida del protagonista principal, Germán Díaz: “El hijo de un carbonero que luchó por salir de la pobreza y convertirse en abogado defensor de las causas justas”, citando una de las frases promocionales. El relato se desarrolla de forma lineal en el tiempo, desde el nacimiento e infancia en una pobre aldea de Cantabria, en 1871, pasando por la emigración a Cádiz, el duro trabajo en la carbonería compaginado con los estudios, bajo el estímulo y protección de su gran amigo el periodista Eliseo. Después la culminación de los estudios de Derecho, que emprende desde una utópica confusión con la justicia, y los primeros triunfos y fracasos de juventud. En las últimas cien páginas, el relato da un enorme salto temporal para terminar en la vejez del protagonista en el marco de una época agitada, la segunda república, el alzamiento militar, la guerra civil y la mísera posguerra inmediata cuando muere Germán.

    La historia tiene por supuesto otros personajes secundarios que representan los paradigmas sociales de aquella época. Destacan entre ellos las mujeres que rodean al protagonista, sumisas pero generosas unas, o inquietas y rebeldes ante aquella sociedad patriarcal en incipiente declive. En cuanto a Germán, recubierto inicialmente de tintes épicos en su esfuerzo personal y en sus vivencias, va perdiendo fuelle y humanizándose a medida que predomina su orgullo y sufre sucesivos fracasos sentimentales provocados por su frialdad emotiva en general y en particular ante las mujeres. De ahí quizás ese título, “lazos de humo”, que puede simbolizar ese egoísta desapego en sus afectos.

    La novela es de una escritura sencilla, con total ausencia de recursos de estilo literario. La trama argumental es demasiado explícita, previsible y peca de una extensión desmedida, todo lo cual provoca cierto cansancio en la lectura.  Sin poner en duda que muchas mujeres del XIX y principios del XX fueron pioneras en la defensa de los derechos femeninos, algunas de las protagonistas presentan rasgos demasiado actuales e impropios de su época.

    En fin, lo que comienza siendo una especie de epopeya de ascenso social termina en melodrama folletinesco que me hace evocar una serie de televisión a la que me hice adicto, Amar en tiempos revueltos, en su primera temporada, interminable después en las siguientes. Emotiva como esta novela, pero con la ventaja de poder disfrutar de un grato duermevela en el sillón sin perder por esto el hilo argumental.

    Con todo lo dicho no pretendo desaconsejar la lectura. Lo entretenido es y será siempre popular, pero tiene muchas alternativas no literarias.

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