viernes, 26 de octubre de 2012

CAMPOS DE NÍJAR. Juan Goytisolo


Campos de Níjar (1954) es ante todo un libro de viajes, o con más precisión un cuaderno  de viaje, si bien contiene también algunos elementos propios de la narrativa, de forma que está entre el reportaje y la novela, más próximo al primero que a la segunda. Su autor fue el ahora octogenario Juan Goytisolo (1931) considerado el escritor más importante de la llamada generación del 50 o generación del medio siglo, formada por autores que vivieron su infancia en la guerra civil y comenzaron a publicar sus obras a partir de los años cincuenta y sesenta coincidiendo con una incipiente apertura del régimen que se nos impuso tras la misma. Con estos antecedentes se entiende que una de las características definitorias de este grupo fuera la denuncia de la miseria y de la injusticia, integrando un estilo o género que se ha calificado como neorrealismo o realismo social. Un buen ejemplo de lo dicho es esta obra  que el escritor elaboró  a partir de las notas tomadas durante un viaje por Andalucía, estas en concreto recopiladas y referidas a su paso por Almería. Escrita en un lenguaje sencillo y directo y sin embargo no exento de belleza con fragmentos y descripciones que evocan la prosa poética. Está narrada principalmente en primera persona pero con frecuencia  pasa a  la tercera persona sin motivo aparente por lo que desconozco si se debe a un intento de objetividad que impulsa al narrador a distanciarse, o bien atribuirlo a la relativa inexperiencia del escritor que por aquel entonces sólo tenía 23 años. En cualquier caso, las descripciones del paisaje son muy precisas en cuanto a los colores y tonalidades  del mismo, su textura mineral  con predominio de los tonos ocres en contraste con el azul marino de las costas, también en cuanto a la aridez  y avidez de agua de sus tierras  desoladas. Se citan las especies de la escasa flora autóctona y el relato abunda en términos específicos, muchos de ellos ya anacrónicos o  locales, de uso campesino sobre los sistemas de cultivo, riego, aperos de labranza, y edificaciones rurales. En fin, queda claro que el viajero quedó impresionado por este paisaje de fuertes contrastes sobre todo en la zona del cabo de Gata, anunciado de forma premonitoria el futuro éxito turístico de este parque natural. A medida que Goytisolo recorre las comarcas almerienses partiendo de la capital, toma contacto con distintos personajes, taxistas, peones campesinos, alfareros, terratenientes, viajantes, con los que dialoga o más bien deja que nos cuenten sus vivencias reproduciendo el acento andaluz de la zona con ánimo de veracidad exenta de toda intención de recurrir a un tipismo tópico y fácil.  Lo que ve el joven viajero catalán son  gente pobre e inculta pero honrada, servicial, hospitalaria, y con un especial sentido de la dignidad. Refleja también la desesperanza resignada ante la miseria y el  ansia de mejoría de unos pocos esperanzada en el paraíso de la emigración a Cataluña. Al principio de la narración el escritor nos cuenta todo esto en un tono que pretende ser distante y objetivo pero al final  queda abrumado por la tremenda injusticia del ambiente social que le rodea y toma partido, siente rabia y es evidente el tono de denuncia. Quizás  por esto y por su carácter testimonial, el libro fue silenciado durante largo tiempo hasta ser recuperado con la llegada de la democracia.
          Se trata en definitiva de un relato corto que se lee rápido y que constituye un estupendo retrato social de unas gentes y una época.  Con la perspectiva del tiempo se puede considerar un ejercicio de memoria histórica que nos sirve para contrastar aquella realidad de provincia deprimida y pobre  con su actual pujanza económica basada precisamente en la agricultura. Por cierto que en la narración aparecen ya los primeros intentos  de agricultura experimental que terminarían por hacer de Almería la que ahora llaman  huerta de Europa.            

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