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Con la palabra inglesa “thriller” se define actualmente el género literario, y especialmente el cinematográfico, de acción trepidante que provoca expectación y ansiedad en el lector o espectador durante el desarrollo de la misma. Personalmente prefiero utilizar el galicismo “suspense”, por su mejor sonoridad, por estar incorporado de hecho al castellano, y por contrarrestar la creciente contaminación anglosajona de nuestro leguaje habitual.
Una vez hecha esta aclaración, quizás innecesaria o no compartida, debo decir que “Celda 211” me parece una de las mejores películas de suspense del cine español, un género poco habitual en el mismo. En efecto, cuando a los pocos minutos de comenzada la acción explota el motín carcelario en toda su crudeza y brutalidad lo primero que pensé es que resultaría imposible mantener semejante intensidad y expectación durante todo el metraje de la película y que, tarde o temprano, la acción decaería. Me equivoqué porque la trama argumental mantiene en todo momento tal grado de “suspense” que provoca niveles de ansiedad y verdadera angustia que te mantienen la musculatura tensa y las manos aferradas al brazo del sillón.
La interpretación de Luis Tosar en el personaje de Malamadre resulta casi magistral, destacada sobre las estupendas del resto de los actores del reparto, y es merecedora sin duda del premio Goya del 2009.
De la obra se puede extraer incluso una lección moral, o más bien una “moraleja” si es que queremos rebajar en algo la profundidad ética de dicha lección. Y es que el ser humano es capaz de defender ciertos principios básicos de justicia y solidaridad incluso en un ambiente tan hostil, violento y degradado como es el de la prisión.
En resumen, una buena película, un drama carcelario bastante original en el cine español, con magnifica interpretación y alto grado de suspense.