La vida del
conde Jan Potocki (1761-1815)
fue en sí misma toda una aventura capaz de colmar las expectativas de una buena
obra biográfica. Nacido el seno de una familia de la alta nobleza polaca
recibió de desde joven una esmerada educación en Suiza, dominaba varios idiomas
además de las lenguas clásicas. En Francia frecuentó los círculos ilustrados y
enciclopedistas y desarrolló su afición por las ciencias. Hizo muchos viajes a
Turquía, Egipto, Grecia, Túnez y España y todos le aportaron una cierto sentido
cosmopolita. En su mentalidad política se alejó del conservadurismo de la aristocracia
y abrazó ideas progresistas y liberales. Era partidario de una especie de revolución pacífica
propiciada desde arriba por la monarquía polaca de Estanislao II, último rey de
Polonia de mentalidad ilustrada y liberal. Jan Potocki vivió pues entre
los siglos XVIII y XIX y de acuerdo con las tendencias culturales de aquella
época fue una mezcla de racionalista ilustrado y aventurero romántico.
Mostró una entusiasta afición por los
avances científicos pero también por el esoterismo y las ciencias ocultas. Fue
escritor, historiador, etnógrafo, pero sobre todo viajero y aventurero. Su vida
estuvo llena de contradicciones ya que siendo liberal y nacionalista polaco
sirvió al zar ruso Alejandro I en el preciso momento en que los polacos se
unieron a Napoleón para recobrar sus libertades, con el resultado final de
sobra conocido. Quizás fue también víctima de estas contradicciones cuando puso
fin a su vida al estilo romántico, disparándose una bala de plata que el mismo
fabricó.
El “Manuscrito encontrado en Zaragoza” es
la obra más famosa del escritor polaco. Se trata de una novela gótica, un subgénero que se puso de moda a finales del XVIII,
a partir de la publicación de “El castillo de Otranto” de Horace
Walpole, considerada la primera de este estilo. Eran novelas de suspense
ambientadas en escenarios tales como ruinas de castillos, criptas y sótanos de
monasterios, bosques tenebrosos habitados por seres fantásticos, fantasmas,
demonios etc. En general mostraban un gusto desmedido por lo medieval (de ahí
lo de gótico), pero también por lo exótico y oriental. Se ha considerado que la
novela gótica fue el precedente de la novela romántica. Actualmente aún
sobrevive el subgénero gótico aunque muy mermado en calidad literaria y con un
componente de “terror” sobredimensionado.
En “Manuscrito
encontrado en Zaragoza” el autor nos muestra su visión de España, y sobre todo
de Andalucía que conoció bastante bien en el curso de sus viajes. Antes que los
viajeros del XIX como Merimé, fue Potocki el primero en ofrecer
la imagen tópica y típica de una España de contrabandistas, bandoleros,
toreros, bailaoras, gitanos, brujas,
cabalistas, inquisidores etc. En fin, la España de “charanga, pandereta, y
sacristía” que tanto ha perdurado en el tiempo.
La
narración tiene una estructura parecida a “Las mil y una noches” o “El
Decamerón”, es decir, historias y relatos incluidos a su vez dentro de
otros relatos. La acción se desarrolla en un marco histórico y temporal
concreto, la España de comienzos del siglo XVIII, durante el reinado del primer
Borbón, Felipe V. A partir de ahí, el personaje principal, en viaje por Sierra
Morena, vive toda una serie de experiencias fantásticas y contacta con otros
personajes que le cuentan sus historias. A lo largo de la novela el escritor
demuestra sus saberes enciclopédicos y su conocimiento de la España de aquella
época, la mentalidad popular etc. Algunos relatos son la justificación para
exponer sus ideas en torno a la ciencia y los avances científicos, otros
muestran su gusto por el esoterismo, en particular por la cábala hispanojudía.
La mayoría no obstante reflejan la afición del autor por brujas, demonios, vampiros, muertos vivientes
y toda una completa galería de seres fantásticos. En la narración se aprecian
además otros aspectos tales como la concepción nobiliaria del honor y su
salvaguarda mediante instituciones como el duelo. En fin, una obra amena y rica
en matices. Como curiosidad destacar que Potocki solo comete un error
geográfico de bulto cuando considera que Sierra Nevada es la prolongación de
Sierra Morena.