lunes, 30 de julio de 2012

EL SÍNDROME E. Franck Thilliez


Con cierta frecuencia escuchamos quejas sobre la reducción de lectores en un mundo globalizado y dominado por los medios audiovisuales, y sin embargo la industria editorial no parece muy afectada, cada año se multiplican los bestseller y aparecen nuevos autores. Entre éstos hay una auténtica proliferación de escritores que no han tenido una formación básica en letras o en ciencias sociales, como era lo tradicional, sino más bien científico-técnica. Por lo general descubren tarde su vocación literaria e irrumpen en la producción con novelas de intriga y suspense (thriller dicen los angloparlantes), en las que lo importante no es la calidad literaria sino la acción trepidante, escritas con vocación de superventas y con intención de posterior versión cinematográfica. Este es el caso de Franck  Thilliez un ingeniero informático experto en nuevas tecnologías que  desde el 2004 viene publicando una novela por año, todas policiacas y de serie negra, con más o menos éxito, que conforman ya  una saga con dos protagonistas  de perfiles bien definidos; una es la policía de provincias Lucie Hennebelle, de complicada vida familiar, con dos hijas y varios fracasos sentimentales, y el otro Frank Sharko, un analista de la policía parisina, afectado por una pasada tragedia familiar y de personalidad paranoica con brotes de esquizofrenia.
          El síndrome E (2010) es la primera de un par de novelas que el escritor francés ha dedicado a los episodios de violencia colectiva. Como las mejores obras de serie negra, ésta  atrapa al lector desde el comienzo. La trama argumental, narrada en tercera persona, se inicia con dos relatos distintos que terminan confluyendo en una única historia. De una parte  encontramos una película, un cortometraje de enigmático origen y tintes  sutilmente perversos, que provoca, mientras es visionada, la ceguera repentina de un personaje secundario. Por otra parte, se descubren  enterrados unos cadáveres a los que se han amputado las manos y  extraído los dientes para impedir su identificación. Las correspondientes investigaciones terminan relacionándose y relacionando a los dos personajes principales antes mencionados que para desentrañar  el misterio tienen que viajar a lugares tan dispares como Canadá y Egipto. La estructura  narrativa  se desarrolla como un mosaico o rompecabezas donde los interrogantes se van aclarando de forma sucesiva para dar paso a otros nuevos que hay que  analizar y contestar. Es esta concatenación de sucesos lo que  mantiene  la atención del lector mientras la acción se desarrolla de forma lineal, rápida e intensa, y llegamos al final inesperado, otra de las condiciones esenciales de una buena novela de este tipo. En esta, cuando todo se ha aclarado y tenemos una conclusión satisfactoria, el escritor aún nos reserva una sorpresa final en las últimas líneas. El lenguaje del relato es sencillo, directo y sin pretensiones de calidad. La portada escogida es muy representativa de todo lo que hay en la historia de inquietante, perverso, y misterioso. Aunque los hechos investigados pertenecen al pasado, una breve alusión al presidente Sarkozy sitúa la acción en la actualidad más reciente. También hay que destacar  en el autor una cierta sensibilidad hacia los problemas sociales, sobre todo cuando describe la pobreza y dignidad de los habitantes en los barrios marginales del Cairo, o  el lóbrego ambiente de los orfanatos canadienses en los años 50.
          Se trata en definitiva de una buena  novela  en el marco  del estándar de calidad  esperable y deseable en la novela negra. Conectando con lo dicho al principio, pienso que actualmente son los lectores de esta literatura de entretenimiento, sin preocupaciones estilísticas, los que alimentan las listas de superventas. No sé  si  el hábito de la lectura está en retroceso, pero sí parece cierto que el lector en general no es demasiado sensible a motivaciones ni condicionantes culturales, estéticos, o formativos. Más bien entiendo que cuando escoge una lectura sólo busca  pura evasión. 

lunes, 23 de julio de 2012

CAUSAS DE LA GUERRA DE ESPAÑA. Manuel Azaña


No pretendo en este comentario glosar la notable figura política de Manuel Azaña Díaz (1880-1940) porque al hacerlo rebasaría la finalidad y los límites, no declarados pero sí implícitos, fijados en la evolución y el conjunto de las entradas de este blog. Y aún así  resulta francamente difícil  separar en el personaje las facetas política y literaria ya que su obra, no muy abundante pero de gran calidad, está compuesta en su mayor parte por ensayos, diarios, o memorias autobiográficas en los que expresa sus ideas sobre el Estado y su visión de España en la década de los 30. En otro sentido, la enorme y decisiva dimensión política de este auténtico estadista, quizás el único de nuestra reciente historia, ha sepultado y relegado, entre la admiración y la difamación, su importante faceta como escritor. No obstante sus ensayos, escritos en una prosa elegante, culta, y trascendida de oratoria, son fundamentales para comprender y asimilar un periodo convulso de nuestro pasado, el devenir de la Segunda República española  y su epílogo sangriento.
          El presente libro, “Causas de la guerra de España” es una colección de once artículos de prensa publicados en Francia durante los casi dos años de exilio que transcurrieron hasta su muerte en Montauban el año  1940. El primero de ellos, que da título al libro, es un detallado análisis de las causas de la guerra, lo que equivale a decir, del fracaso de la República; los fuertes contrastes sociales de España, las fuerzas políticas opuestas y disgregadoras, la discordia entre las clases sociales, la cuestión catalana, la necesidad de reformas radicales como la agraria etc. En los siguientes artículos o ensayos se estudian otros muchos aspectos de la guerra civil tales como la intervención de ejércitos extranjeros, la política de no intervención, el papel de  la Sociedad de Naciones, la revolución abortada, la organización del ejército republicano, entre otros.
          Lo sorprendente  en este conjunto de artículos  no es qué dicen  sino quien y cuando lo dice. Me explicaré mejor si digo que cualquier historiador actual, con la perspectiva del tiempo pasado y los abundantes testimonios y fuentes, hubiera podido  analizar este periodo histórico con un  máximo de objetividad y rigor. Lo inusual es que un político tan profundamente implicado en los hechos como Azaña, hundido emocionalmente por el fracaso de sus ideales, recién terminada la guerra y en la amargura del exilio, fuera capaz de reflexionar  de forma tan lúcida y objetiva sobre los mismos.  No encontraremos en estos artículos  ni odio, ni reproches, ni afán revanchista hacia los enemigos de la República. En  todo momento hace gala de moderación, objetividad y neutralidad, la de un político obsesionado por una utopía irrealizable en aquellos tiempos, a saber, un régimen democrático formado por ciudadanos, no por súbditos, plenamente conscientes de sus derechos y deberes, que tienda a la justicia social y asegure el bienestar de los mismos. Como intelectual y auténtico filósofo de la política no oculta la responsabilidad de los políticos republicanos al tiempo que está presto a reconocer sus propios errores. Tampoco oculta un cierto grado de amargura que pienso en relación a lo que yo llamo el síndrome de Casandra porque, igual que la sacerdotisa  troyana que profetizaba desgracias y no era escuchada, Azaña con su  clarividencia  y capacidad de análisis  presintió  el fracaso de la República y el desastroso final de la guerra pero sus  recomendaciones al respecto no fueron escuchadas por unos  políticos  eufóricos, frívolos, enardecidos por la revolución, que a principios de la guerra creyeron que  ésta sería corta y el alzamiento militar sería aplastado con prontitud.
          En cuanto al estilo literario  de estos  escritos  es sencillo  al tiempo que culto, de un clasicismo castellano que recuerda a los escritores conceptistas de nuestro siglo de oro, capaz de expresar  conceptos políticos  con claridad y brevedad. Se le puede reprochar un cierto abuso de términos franceses y de galicismos quizás influenciado por la publicación en la prensa francesa. No me extenderé más, salvo para recomendar la lectura de este breve libro a los que quieran comprender mejor nuestra historia reciente.  Para terminar  recordaré una anécdota histórica. Manuel Azaña murió en Montauban el 3 de noviembre de 1940. El régimen colaboracionista francés del mariscal Pétain le negó el entierro con honores de  Jefe de Estado y prohibió que su féretro fuera cubierto con la bandera republicana. El embajador de México, presente en mismo, dijo en un discurso dirigiéndose al prefecto francés: “Lo cubrirá con orgullo la bandera de México. Para nosotros será un privilegio, para los republicanos una esperanza, y para ustedes, una dolorosa lección”

lunes, 16 de julio de 2012

EL ABUELO QUE SALTÓ POR LA VENTANA Y SE LARGÓ. Jonas Jonasson


Parece indudable el auge actual de la novela negra y policiaca sueca que autores como Henning Mankell o Stieg Larsson (trilogía Millennium) llevaron a la cumbre, al tiempo que han  conseguido definir una auténtica escuela nacional con estilo propio. A favor de su éxito han aparecido nuevos escritores y novelas, no todas de calidad, que hasta cierto punto han saturado a los aficionados de este subgénero literario. Por suerte la literatura sueca no se agota en la novela negra y esta obra que comentamos hoy es un buen ejemplo. Desde el principio me llamó la atención su título, la portada antiestetica de forma deliberada, contradictoria hasta lo absurdo, e incluso el nombre del escritor (Jonás, hijo de Jonás) que parece una parodia del tópico genealógico de muchos apellidos suecos. “El abuelo que saltó por la ventana y se largó” es la primera y única novela de  Jonas Jonasson (1961) un periodista sueco, también consultor de medios y productor de televisión que, obligado por circunstancias  profesionales o bien tocado por la inspiración, liquidó sus negocios y se retiró a Suiza para hacer lo que parecía desear, escribir un libro. Su empeño se ha visto coronado por el éxito porque la novela editada  en 2010  es ya un superventas que se ha traducido a varios idiomas.
Se trata de un relato original, de un humor inteligente y bastante surrealista, que nos engancha desde el primer capítulo.  El protagonista es  Allan Karlsson, un anciano que antes de celebrar su centenario decide largarse de la residencia donde está internado y  a partir de ese  momento  inicia una aventura trepidante y alocada, a la que se van sumando otros personajes, que genera multitud de situaciones inesperadas capaces de sorprender continuamente al lector.
          La trama argumental contiene dos planos narrativos que al final se juntan en un desenlace común. De una parte  las disparatadas aventuras  del protagonista que van  generando situaciones extremas y que dan lugar a una investigación y seguimiento policial con tintes de parodia. De la otra  se pasa revista al pasado del protagonista, un hombre  apolítico, falto de prejuicios, de un gran sentido común, que no teme a la muerte ni renuncia al placer de estar vivo, que a lo largo de su vida tiene relaciones inverosímiles con multitud de personajes históricos, Franco, Stalin, Truman,  Churchill, De Gaulle, entre otros, y se ve envuelto sin quererlo en peripecias históricas como la  invención de la bomba atómica, el triunfo del comunismo chino, la guerra de Corea etc.  Estas  memorias del protagonista dan lugar a un repaso humorístico de la convulsa historia del pasado siglo XX. En ambos planos  de la narración  el escritor  satiriza y se ríe de casi todo; de la lógica policial, de los políticos y la prensa, de la rigidez burocrática y de otros muchos aspectos.
Para resumir, un libro original, bien escrito, que nos hace pasar un buen rato de diversión y entretenimiento.  Termino  destacando una frase que el escritor pone en boca de su abuelo, en el prefacio de la novela:  “quienes sólo saben contar la verdad no merecen ser escuchados”

lunes, 9 de julio de 2012

EL MISTERIO DE LA CRIPTA EMBRUJADA. Eduardo Mendoza


Estamos de nuevo en verano, y este año el estío climático  se nos  ha adelantado al solsticio astronómico porque ya en junio hemos sufrido una agobiante primera ola de calor africano. No sé si a los lectores en general  les pasa lo mismo pero a mí en esta estación se me embotan las entendederas e instintivamente rechazo los tratados de historia y los ensayos de cualquier tipo, y me acomodo en la literatura fácil, la de entretenimiento, también llamada “de  evasión” y nunca mejor que ahora  que nos viene al pelo para evadirnos de la dura realidad que nos rodea y amenaza. Y cuando hablo de lecturas fáciles no me refiero a las novelas de  Marcial Lafuente Estefanía, tan populares en su tiempo, sino a literatura amena pero de calidad, y esta que comentamos hoy cumple esos criterios.  Se trata de la segunda novela del barcelonés Eduardo Mendoza, autor de moda en el actual panorama literario español, de vocación tardía y producción abundante en este género, que se dio a conocer con  “La verdad sobre el caso Savolta” (1975) y se consolidó con “La ciudad de los prodigios” (1986) que ha sido considerada por la crítica su obra cumbre.
          “El misterio de la cripta embrujada” (1979) tuvo un éxito tan rotundo que dio lugar a una tetralogía de novelas protagonizadas por el mismo personaje. El título resulta engañoso porque sugiere una narración de misterio y si bien es verdad que contiene algunos elementos  góticos  es más bien una novela  policíaca, o para ser más exactos una parodia de este subgénero novelesco, plena de ironía y humor que en muchos momentos provoca la hilaridad del lector.
          El relato está protagonizado por un personaje anónimo y  marginal, de pasado delictivo, ingresado en un manicomio. Un loco muy cuerdo que es obligado por las circunstancias a iniciar una investigación referente a un caso que afecta a miembros de la burguesía industrial catalana, con el incentivo de la libertad si lo resuelve.  Se inicia de esta forma una aventura con tintes de picaresca cervantina en la que el improvisado investigador se mueve en el terreno de la ilegalidad, suplanta personalidades, viola domicilios, engaña, se disfraza, todo justificado por la  buena finalidad. Unas peripecias con frecuentes desenlaces cómicos propios de un antihéroe de esperpento. La historia la narra el propio protagonista en primera persona en un lenguaje elaborado, cuidado, y hasta encopetado, más propio de un  abogado o político que de un marginal educado en la calle. Este contraste  lo justifica  el propio personaje cuando  afirma que  el lenguaje culto es el instrumento que los poderes públicos utilizan para engañar al pueblo, y él, con su capacidad histriónica devuelve el engaño.
          La  novela está ambientada, como casi todas las del autor, en Barcelona y es además una sátira moral de la burguesía catalana, la Iglesia y el poder judicial en la época de la transición española, cuando las instituciones del postfranquismo aún convivían con las nuevas de la democracia. Al fondo de la trama  de ficción  se destaca el plano real en el que aparecen políticos como Adolfo Suarez o Felipe  González, la incipiente corrupción, el destape y la liberalización de las costumbres sexuales etc. También quedan  bien retratadas las  aspiraciones de las distintas clases sociales de la época.
          En resumen se trata de una farsa burlesca y satírica, una novela divertida  que nos hace reír y nos anima. Muy buena.

lunes, 2 de julio de 2012

LAS AVENTURAS DE ARTHUR GORDON PYM. Edgar A. Poe


Esta novela es sin lugar a dudas bastante singular y no sólo por ser la única que escribió el escritor romántico Edgard Allan Poe (1809-1849), de agitada y corta vida, gran maestro norteamericano del relato corto, innovador e incluso pionero en algunos subgéneros tales como los de terror, policiaco, o de ciencia-ficción.
“Las aventuras de Arthur Gordon Pym” se publicó inicialmente por entregas en prensa, algo muy típico de los románticos en particular y de los escritores del XIX en general, pero después se editó como libro en 1838. Se trata de un relato de aventuras marineras y viajes. Este tipo de novelas  era ya muy popular desde los  viajes exploradores del  británico Cook en el XVIII, y el interés se acrecentó en el siguiente siglo, el de la expansión colonial británica, en el apogeo de la navegación a vela cuando grandes extensiones del océano Pacífico, de África central, y de los polos, aún permanecían inexploradas y con el título de “terra  incognita” en los mapas.  En esa época la Royal Geographical  Society  de Londres, y otras sociedades geográficas, fomentaban y patrocinaban los viajes de exploración que abrieron las puertas  al moderno colonialismo europeo.
Desde el punto de vista argumental, Poe no fue original en esta novela. Al escribirla se inspiró claramente en Daniel Defoe (Robinson Crusoe) y en leyendas  como las del  “holandés errante”, al  tiempo que la suya pudo influir en otros autores posteriores como R. L. Stevenson (La isla del tesoro). Contiene todos los elementos habituales en este tipo de relatos, viajes por mar, piratas, naufragios, exploración de islas misteriosas con belicosos salvajes etc., si bien es verdad que el escritor le aporta su peculiar estilo mediante detalles macabros como escenas de cruda violencia, canibalismo, o cadáveres descompuestos, muy en  línea con sus cuentos de terror. Las descripciones son minuciosas y muy bien documentadas; abundan las de naturaleza, flora y fauna, de islas exóticas. En una de estas frecuentes disquisiciones se describe a la tortuga gigante de las Galápagos, una especie que se ha extinguido hace pocos días tras la muerte del último ejemplar. Llaman la atención los conocimientos marineros del autor porque se sabe que sólo viajó por mar un sola vez en su vida y cuando era niño. Se describen, entre otras cosas, los distintos tipos de navegación según los vientos, la maniobra del pairo, o los peligros de una mala estiba de la carga en la bodega de un barco. La trama argumental se desarrolla de forma trepidante pero previsible hasta que la imaginación del autor se desborda,  aparece una obsesiva idea de viajar siempre en dirección sur y fenómenos misteriosos como el aumento de temperatura del agua marina conforme los viajeros se aproximan a las regiones antárticas. Pero sobre todo, nos damos cuenta que  a pocas páginas del final es imposible que pueda desarrollarse un desenlace coherente como suele ser, en casos de viajes lejanos, el retorno al mundo civilizado. En esto radica precisamente la originalidad de la novela, en un final brusco, extraño, misterioso, sombrío, y prodigioso, que con todos estos términos ha sido calificado. Se le han dado múltiples interpretaciones desde el punto de vista simbólico y psicoanalítico, y por  esto despertó el interés de los escritores surrealistas. Yo me atrevo a imaginar  algunas otras razones más prosaicas; aunque reconozco que mi opinión es arriesgada, subjetiva, y sin ningún fundamento documental. Dado el carácter melancólico, alucinado, e imprevisible del escritor, acentuado por sus hábitos tóxicos, y en el contexto de una novela por entregas, bien pudiera ser que se hubiera quedado sin un desenlace lógico después de una trama con nudo argumental enrevesado, y hubiera recurrido a un final brusco del tipo “Deus ex machina” de las antiguas tragedias griegas, que resolvía de golpe el  embrollo argumental. De cualquier forma, es este final extraño y supuestamente alegórico el que convierte a la novela en singular, original y bastante discutible.