En medio de sofocos caniculares, preocupados aún por las secuelas de la pandemia y agobiados ahora por la crisis económica, los lectores solemos acogernos a la llamada literatura de evasión. Lecturas alejadas de profundos planteamientos conceptuales o estéticos. La novela policiaca es una buena opción, entretenida e intrigante. Ahora está de moda el thriller, una variante que no renuncia a la investigación criminal, pero supera el ámbito policial y lo acerca a protagonistas torturados por su pasado y afectados por irresolutos problemas personales o secretos familiares. El suspense sigue siendo la premisa fundamental de esta nueva modalidad, además del uso de la analepsis o flashback como fórmula para dinamizar la acción, y en su caso facilitar la versión cinematográfica. Suele ambientarse en periodos de la historia reciente poco conocidos, o con aspectos que refuercen el morbo y la curiosidad del lector.