Campos de Níjar (1954) es ante todo un
libro de viajes, o con más precisión un cuaderno
de viaje, si bien contiene también algunos elementos propios de la
narrativa, de forma que está entre el reportaje y la novela, más próximo al primero
que a la segunda. Su autor fue el ahora octogenario Juan Goytisolo (1931) considerado el escritor más importante de la
llamada generación del 50 o generación del medio siglo,
formada por autores que vivieron su infancia en la guerra civil y comenzaron a
publicar sus obras a partir de los años cincuenta y sesenta coincidiendo con
una incipiente apertura del régimen que se nos impuso tras la misma. Con estos
antecedentes se entiende que una de las características definitorias de este grupo fuera la denuncia de la miseria y
de la injusticia, integrando un estilo o género que se ha calificado como neorrealismo
o realismo social. Un buen ejemplo de lo dicho es esta obra que el escritor elaboró a partir de las notas tomadas durante un
viaje por Andalucía, estas en concreto recopiladas y referidas a su paso por
Almería. Escrita en un lenguaje sencillo y directo y sin embargo no exento de
belleza con fragmentos y descripciones que evocan la prosa poética. Está
narrada principalmente en primera persona pero con frecuencia pasa a
la tercera persona sin motivo aparente por lo que desconozco si se debe
a un intento de objetividad que impulsa al narrador a distanciarse, o bien
atribuirlo a la relativa inexperiencia del escritor que por aquel entonces sólo
tenía 23 años. En cualquier caso, las descripciones del paisaje son muy
precisas en cuanto a los colores y tonalidades
del mismo, su textura mineral con
predominio de los tonos ocres en contraste con el azul marino de las costas,
también en cuanto a la aridez y avidez
de agua de sus tierras desoladas. Se
citan las especies de la escasa flora autóctona y el relato abunda en términos
específicos, muchos de ellos ya anacrónicos o
locales, de uso campesino sobre los sistemas de cultivo, riego, aperos
de labranza, y edificaciones rurales. En fin, queda claro que el viajero quedó
impresionado por este paisaje de fuertes contrastes sobre todo en la zona del
cabo de Gata, anunciado de forma premonitoria el futuro éxito turístico de este
parque natural. A medida que Goytisolo recorre las comarcas almerienses
partiendo de la capital, toma contacto con distintos personajes, taxistas, peones
campesinos, alfareros, terratenientes, viajantes, con los que dialoga o más
bien deja que nos cuenten sus vivencias reproduciendo el acento andaluz de la
zona con ánimo de veracidad exenta de toda intención de recurrir a un tipismo
tópico y fácil. Lo que ve el joven
viajero catalán son gente pobre e
inculta pero honrada, servicial, hospitalaria, y con un especial sentido de la
dignidad. Refleja también la desesperanza resignada ante la miseria y el ansia de mejoría de unos pocos esperanzada en
el paraíso de la emigración a Cataluña. Al principio de la narración el
escritor nos cuenta todo esto en un tono que pretende ser distante y objetivo
pero al final queda abrumado por la
tremenda injusticia del ambiente social que le rodea y toma partido, siente
rabia y es evidente el tono de denuncia. Quizás
por esto y por su carácter testimonial, el libro fue silenciado durante
largo tiempo hasta ser recuperado con la llegada de la democracia.
Se trata en definitiva de un relato
corto que se lee rápido y que constituye un estupendo retrato social de unas
gentes y una época. Con la perspectiva
del tiempo se puede considerar un ejercicio de memoria histórica que nos sirve
para contrastar aquella realidad de provincia deprimida y pobre con su actual pujanza económica basada
precisamente en la agricultura. Por cierto que en la narración aparecen ya los
primeros intentos de agricultura
experimental que terminarían por hacer de Almería la que ahora llaman huerta de Europa.