Lo
reconozco, en mis últimas lecturas he abusado del llamado thriller histórico, ese
subgénero novelesco tan de moda que aporta una ambientación histórica a una
trama de misterio, suspense, o policiaca, casi siempre relacionada con tópicos
como el Santo Grial, templarios, cátaros, masones, y otros grupos mas o menos
heréticos o esotéricos. Saturado de este tipo de novelas he agradecido la
lectura de ésta que hoy comento, simplemente una buena novela histórica, es
decir, un relato bien construido, de lectura amena, con unos personajes cuya
andadura vital se inserta en un marco
histórico determinado, que en cierto sentido los trasciende y sirve para explicar y justificar muchas de sus experiencias. Este esquema, aparentemente fácil pero no tanto, lo encontramos en “El
hereje” (1998), la última novela de
su autor y su primera y única incursión en la novela histórica.
Miguel
Delibes (1920-2010) fue escritor de larga trayectoria como periodista y
novelista, reconocido con múltiples premios literarios y elegido miembro de la
Real Academia Española. Se le ha
considerado como uno de los grandes escritores españoles de postguerra. Su obra
literaria se caracteriza por la
profundidad psicológica con que retrata a sus personajes (Cinco horas
con Mario), y por la crítica social de la España rural atrasada y pobre (Los
Santos Inocentes). La naturaleza como inductora de la conducta y experiencia de
sus personajes es otra de sus señas de identidad. Fue un gran enamorado del
paisaje castellano y apasionado por la caza. Ambos temas son tratados con frecuencia en sus noveles y
artículos de prensa. Casi toda su obra fue escrita durante el régimen
franquista. En su doble actividad como periodista y novelista tuvo frecuentes
enfrentamientos con la censura, pero afortunadamente su talante conservador y
su adhesión juvenil a la rebelión nacionalista
lo abrigaron contra una supuesta desafección. En cierta forma fue uno de
los intelectuales que resistieron al régimen desde dentro, de una forma
subliminal, con un status a medio camino entre elogiable y sospechoso.
El argumento de “El hereje” está
basado en un hecho real, el proceso de un grupo de reformistas luteranos de
Valladolid a mediados del siglo XVI que culminó con la ejecución de muchos de
ellos en el famoso Auto de fe de 1559, presidido en la plaza mayor de la ciudad
por el joven rey Felipe II. El personaje
principal, Cipriano Salcedo, es uno de los miembros de este grupo, cuyo
nacimiento en 1517 se hace coincidir simbólicamente con el comienzo de la
reforma protestante, cuando Martín Lutero cuelga sus 95 tesis en las puertas de
la iglesia de Witemberg. En el prólogo se presenta al personaje a la vuelta de
un viaje por Alemania y mediante sus conversaciones con el capitán del barco se
nos pone al tanto de los principales
hitos de la reforma protestante; sus antecedentes en las ideas teológicas de
Erasmo de Rotterdam; la condena del luteranismo en las dietas alemanas de Worms
y Spira; el apoyo político a las nuevas doctrinas de algunos príncipes
alemanes, y el acuerdo final de
compromiso aceptado por el emperador Carlos basado en el principio de que la
religión oficial de cada pueblo seria la aceptada por su príncipe (cuius
regio, eius religio). También se consideran los aspectos sociales del
luteranismo (guerra de los campesinos), la radicalización de reformistas como
Calvino y Zuinglio y la contrarreforma iniciada en el Concilio de Trento.
No se trata de una lección de historia sino de una puesta en escena de
la narración posterior que comienza con una analepsis o retorno retrospectivo (flashback) a la infancia del
protagonista nacido en el seno de una familia de propietarios rurales rentistas, sin títulos
de nobleza.
No indicaré más detalles sobre la
trama argumental pero si quiero
destacar la perfecta ambientación
histórica que refleja las costumbres y usos
de la época, la economía castellana basada en el trigo y el comercio de
la lana con Flandes, las marcadas diferencias sociales, la pobreza del mundo
rural y los abusos que soportan los pobres con el único recurso defensivo de la
picaresca. Destacan aspectos curiosos como la praxis médica de escasa base
científica, anclada en los antiguos presupuestos galénicos y con remedios como
la sangría, más letales que curativos en la mayoría de los casos. Es también una recreación histórica de
Valladolid en la época de Carlos V, su frustrado intento por convertirse en la corte
definitiva de los Austrias, la hipocresía social, la obsesión por la pureza de
sangre y por los títulos nobiliarios, el aislamiento cultural impuesto por la
censura y la prohibición de importar libros extranjeros, los escrúpulos
religiosos, las controversias teológicas, y el opresivo ambiente de sospecha y
delación fomentados por el Santo Oficio. Dentro
de este interesante marco histórico, los personajes están descritos con
profundidad en cuanto a su carácter, y sus vivencias son emotivas pero
realistas, con pocas concesiones al heroísmo. La narración en su conjunto
interesa desde principio a fin a pesar de que el final se presupone desde el
comienzo.
Esta
época de la historia de España fue crucial por cuanto creo que condicionó en
cierta medida nuestro carácter como pueblo, con virtudes y defectos algunos de
los cuales aún mantenemos. La lectura de “ El hereje” inspira una pregunta a
modo de distopía o futurible
histórico ficticio: ¿Cómo hubiera sido España si la reforma protestante hubiera
triunfado en nuestro país?. Mi opinión
subjetiva es que tendríamos menos patrimonio histórico, menos catedrales, menos
imaginería y tradiciones religiosas;
pero quizás seríamos también mas emprendedores y comerciantes, menos rentistas,
mas industriosos y menos agrarios; en fin, mas europeos y menos latinos. Lo que
todo esto nos hubiera aportado de bueno o malo
no lo sabremos nunca.