La relación entre literatura y cine  siempre fue estrecha desde la aparición del
llamado séptimo arte. Muchas de las grandes obras literarias  han tenido su correspondiente versión cinematográfica y actualmente es habitual que los autores escriban sus novelas
pensando en una futura traducción al formato audiovisual. El trasvase de libro
a película se suele producir en esa dirección pero es menos frecuente que
funcione a la inversa y con esta novela tengo la sensación de que vamos a
contracorriente.  Para empezar, los
diálogos  son tan dominantes en el texto
que se intuye la representación escénica. Están construidos a base de frases
cortas muy próximas  al lenguaje coloquial, y se utilizan como recursos humorísticos una ironía poco elaborada y unas comparaciones hiperbólicas alusivas a personajes de actualidad que pretenden conseguir cierta complicidad del lector. La utilización de la
técnica cinematográfica del flashback no es demasiado demostrativa a este
respecto porque  es también un
instrumento literario muy utilizado por los novelistas actuales.  En fin, cuando revisé la biografía del  autor resulta que David Safier es un guionista 
que alcanzó fama con varias series 
escritas para la televisión alemana y desde 2007 ha iniciado su nueva
faceta como novelista. Con estos datos no hay que ser  Sherlock 
Holmes para sospechar que estamos 
frente a un guión convertido en novela o cuando menos una novela con
estructura de guión. Y no dudo  que de
una buena novela  pueda surgir una buena
película pero insisto, en mi opinión, el resultado a la inversa puede ser más
dudoso. 
Tampoco ha de valorarse negativamente lo dicho
hasta ahora.  “Yo, mi, me…contigo” me parece una 
buena novela si se la considera bajo 
la etiqueta de literatura de evasión , es decir, esa categoría
sin otra pretensión que la de entretener y divertir al lector, algo muy
deseable  y hasta necesario en estos
tiempos problemáticos  para evadirnos de
nuestras preocupaciones cotidianas.  Se
trata de  una novela humorística  que en su trama argumental explota una
situación  ya de por sí cómica por lo
absurdo, la convivencia de un hombre y una mujer dentro de un mismo cuerpo. La
protagonista, Rosa, una profesora algo carente de autoestima, sufre  mediante hipnosis un fenómeno parapsicológico
conocido como regresión en virtud del cual es transportada al pasado
quedando atrapada temporalmente en el cuerpo de William Shakespeare.
Aunque ambos personajes se ven envueltos en una intriga palaciega en la Inglaterra
isabelina del siglo XVI, el interés y la comicidad que justifican el relato
deriva de estos dos personajes compartiendo un mismo cuerpo, lo cual genera
continuos  equívocos de tipo  sexual y grotescas complicaciones con matices
escatológicos. Estamos ante  un
humor  basado en recursos simples que pretende
provocar la risa inmediata y fácil y por eso mismo, y por su estructura  y lenguaje, 
pienso que  este argumento hubiera
sido preferible como  guión
cinematográfico escrito para una buena comedia. 
En cambio el formato novelesco hace que 
ciertas situaciones parezcan repetitivas y así la obra va  perdiendo 
interés  hacia su final.
         Mas
cosas; los personajes  se dibujan con
trazos psicológicos que le aportan ternura y humanidad, con virtudes y defectos
que todos podemos comprender y compartir. Aprecio cierta tendencia a lo
comercial con guiños quizás pensados para las versiones en distintos países,
así entiendo por ejemplo las alusiones a las borracheras  estudiantiles en Lloret de Mar o  a la canción y baile de la Macarena.  La comedia fracasa cuando se hacen
reflexiones serias sobre  cosas como el
paso del tiempo, lo efímero de la existencia humana etc. Particularmente
simplistas son las relacionadas con el amor, expresadas con frases e  ideas tópicas como aquello de las almas
predestinadas a unirse, y cosas por el estilo. 
No obstante   comparto otra de
las  moralejas del relato; que hombres y
mujeres no somos tan diferentes, tenemos distinta sensibilidad y perspectiva
sobre la vida  pero podemos
comprendernos  superando la barrera del
sexo, cosa bien difícil por cierto y a lo mejor no deseable según la mayoría.
         Una
pregunta final a platear es si la calidad literaria es  exigible en 
la  literatura de evasión.
No olvidemos que las novelas de aventuras 
de  Jack London o las
policiacas de  Dashiell  Hammett  también pertenecen a esta
categoría.  En fin, dejaremos esta
cuestión para mejor ocasión.
         En
resumen, novela divertida,  de mediana
calidad, que cumple con el objetivo de entretener.  En vez de leerla  yo hubiera preferido verla en en las sobremesas televisivas de las tardes
de sábado. 

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