domingo, 27 de octubre de 2013

GLORIETA DE LOS LOTOS. Eduardo Jordá

No siempre fue así, pero hace tiempo que valoro el ensayo como  una opción preferente entre mis inclinaciones de lectura. De este género literario me gusta la libertad temática, el desarrollo asistemático sin estructura definida, su voluntad de estilo literario que a veces roza lo poético, y con frecuencia el carácter subjetivo de unos textos que casi siempre pretenden convencer antes que demostrar y anteponen la emotividad a la información. Me gusta el ensayo cuando es breve y,  aunque suelen estar agrupados en colecciones y antologías, prefiero una lectura discontinua en el  tiempo porque de uno en uno sacian menos y se aprecian mejor.  Si tuviera que señalar lo mejor entre lo que he leído, o al menos los que más me han impresionado, destacaría los de Michel  de Montaigne, verdadero creador del género, y  los de  Marguerite Yourcenar agrupados en varias colecciones, entre otras A beneficio de  inventario (1962), y El tiempo, gran escultor (1983).
  El artículo periodístico, considerado  en su dimensión  literaria y no meramente informativa, está  emparentado  con el ensayo. Se acerca a éste en cuanto participa de algunos elementos  esenciales  antes señalados y se aleja  cuando priman  aspectos relacionados con la actualidad, ya sea política o social, porque  en mi opinión son factores limitantes que lo encuadran en un marco temporal concreto y por eso mismo, pasado el tiempo, quedan expuestos al fuera de contexto y pierden parte de su esencia. En este tipo de ensayo es aun más decisiva la lectura por entregas y recuerdo haber seguido puntual y fielmente los  artículos de escritores como Antonio Gala, Antonio Muñoz Molina, y algún otro, en publicaciones semanales, antes de ser recopilados en las correspondientes colecciones.
  Sirva este largo prologo para introducir el libro de hoy, Glorieta de los lotos (2004), que reúne dos series de artículos publicados en prensa por el autor en los cuatro años previos a la edición. Eduardo Jordá (1956) es un escritor palmesano  afincado en Sevilla desde hace más de veinte años. La formación literaria de su juventud  se reforzó con una notable experiencia como viajero y pienso, a la vista de los textos que comentamos, que esa amalgama de cultura  y vivencias  constituye el poso que nutre y vivifica sus escritos. La producción de este autor, que hasta ahora me era desconocida,  incluye  poesía, narrativa, y ensayo, aunque, si hemos de juzgar por estos artículos, yo diría que  la sensibilidad poética del escritor trasciende aquel género literario y enriquece la prosa de los mismos. Es fácil de suponer  que su temática es  muy variada. Abundan los panegíricos póstumos a escritores con los que tuvo trato personal, como Camilo José Cela o Agustín Goytisolo, pero también  los dedicados a artistas anónimos locales o antiguos rockeros apenas conocidos. Lo autobiográfico está muy presente en los referidos a sus viajes que destacan por las sugerentes y poéticas descripciones de paisajes. Aunque integrado en la vida andaluza, sus raíces baleares le permiten un cierto distanciamiento  objetivo y crítico de  algunos  tópicos  locales sevillanos y esa misma bipolaridad cultural  lo inducen al rechazo de los nacionalismos excluyentes. Una actitud propensa a la tolerancia no le impide la denuncia de los atentados medioambientales  y la sensibilidad  le aflora cuando, resaltando la entrega y abnegado sacrificio de algunas mujeres, defiende el decisivo papel de éstas en la familia y en nuestra sociedad, en una clara opción que no  me atrevo a calificar de feminista  por lo que este término implica de  militancia, algo que me parece ajeno a este escritor de profundas convicciones éticas  pero de mente abierta  que no se deja encasillar  fácilmente en doctrinas ni sectarismos.
  Los artículos están escritos en un estilo sencillo y directo  capaz de hacer aflorar nuestras emociones pero también cargado de sensualidad  cuando destaca la riqueza  cromática que nos rodea  y nos  hace  evocar paisajes iluminados por una luz telúrica  o la sinfonía lisérgica  del viento que azota un edificio en ruinas. Los textos son breves, adaptados necesariamente al formato editorial  de prensa, y lo narrado  suele ir de lo particular a lo general. Brota de una anécdota, de una noticia, de un símbolo, o de una sensación, y fluye fácilmente hacia la reflexión personal y la emoción subjetiva  que aboca por fin a los grandes temas; el azar o el destino de nuestra existencia, el carácter inmutable de ciertos valores éticos, la dignidad del ser humano, la memoria de nuestros antepasados, la vanidad  de las cosas mundanas, el valor de los pequeños placeres de la vida, y otros muchos. La concisión del discurso narrativo aunado a la profundidad del relato revela, en mi opinión,  la maestría  del autor.
En resumen, estamos ante un excelente ejemplo del género ensayístico, con ciertas  limitaciones, casi siempre bien superadas. Una obra rica en matices, que merecerían ser comentados  de forma más extensa, y también mi personal encuentro con un buen escritor.


2 comentarios:

  1. ¡Qué bien te expresas don Lope de Sosa! Gracias por esta estupenda y completa reseña.

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  2. Gracias. Tememos distintos estilos pero creo que ambos hemos penetrado razonablemente en lo esencial de esta última lectura

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