jueves, 1 de mayo de 2014

CINCO RELATOS SOBRE LA FALTA DE SUSTANCIA. Álvaro Pombo

Las historias cortas objeto de este comentario pertenecen a una colección más amplia titulada Relatos sobre la falta de sustancia (1977) de la que se seleccionaron posteriormente estos cinco, siendo editados por separado a partir de 1985. Fueron, según creo, la primera experiencia en  narrativa de Álvaro Pombo (1939), un autor que se inició en la poesía y dice sentirse poeta, pero alcanzó más reconocimiento como novelista y  se consagró como tal con El metro de platino iridiado (1990), considerada su obra maestra. No voy a bosquejar los rasgos biográficos de este polifacético escritor y académico porque ya lo hice en una entrada anterior (ver 6 de agosto de 2012). Solo quiero destacar su inclinación homosexual, alejada de estridencias militantes y públicamente reconocida, porque me parece uno de los ejes directrices que configuran su obra literaria. Así es que la homosexualidad aparece con frecuencia en sus novelas, tratada de manera directa o tangencial, pero siempre de una forma sutil,elegante e implícita, más sentimental que carnal, en ocasiones tan intelectual que parece asexuada.
         Los Cinco relatos… han supuesto mi segunda incursión en la narrativa de Álvaro Pombo. La primera fue - como he adelantado más arriba - hace dos años, con una de sus últimas novelas, El temblor de héroe (2012) que fue Premio Nadal. Tengo pues una cierta perspectiva de su obra, al menos, considerada en unas coordenadas temporales, entre el comienzo y lo más actual de la misma. Y con base en tan reducida experiencia mi impresión, lo que acierto a intuir, es la coherencia lógica y consecuente con los principios del escritor, también lo homogéneo de su producción literaria en cuanto a temáticas y estructura narrativa, dibujadas por unos rasgos que la definen. Uno de ellos ha sido ya señalado. Destacaré además el estilo realista veteado de reflexiones filosóficas, unas veces profundas y otras algo crípticas. Su prosa elegante y culta, de rico vocabulario, en la que introduce ocasionales neologismos. El gusto por lo metafórico y el humor irónico son otros de esos rasgos esenciales.
         En Cinco relatos sobre la falta de sustancia, el escritor convierte este concepto -entendido en su acepción ontológica como esencia o naturaleza de algo o alguien- en la idea unificadora de todas las historias. Un concepto que complementa con otros derivados del mismo  cuando propone la ilusión y las vivencias como elementos de sustancialización, o lo retuerce en su aspecto negativo al destacar lo insustancial de algunas vidas, hasta llegar en este juego a excesos como poner de relieve la pirueta teológica de la transustanciación.  
         En efecto, los personajes principales de los cinco relatos son seres apocados, saturados de complejos, con temor a enfrentar la vida, en suma vacíos y sin sustancia, que se refugian en la rutina como medio de superar sus carencias afectivas y alcanzar la necesaria estabilidad emocional. En algún momento de esas vidas aparece alguien que aporta una ilusión, que despierta en el protagonista pasiones escondidas, nuevas ganas de vivir, en resumen, como una luz que le da sentido y sustancia. Y después llega  el abandono o la renuncia, por  capricho, traición, o cobardía, y la vuelta al refugio de lo cotidiano, como una luz que se apaga y les hace retornar al oscuro vacío.
         Los relatos son muy ricos en matices tanto en el perfil psicológico de los personajes como en las descripciones de ambientes y época, que parecen remitirnos de forma implícita  a los años 60 del pasado siglo. Los dos que más me han gustado han sido; Luzmila, quizás el más tierno y emotivo por la bondad esencial de la protagonista, y Un relato corto, porque me hace evocar mi propia infancia en un colegio privado y el opresivo ambiente de aquellos internados, que afortunadamente solo percibí  desde la cómoda lejanía de alumno externo.   


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