miércoles, 29 de enero de 2020

MÚSICA DE CÁMARA. Quinteto Almazara


En el conjunto de actos culturales instituidos por la Universidad de Jaén durante el presente curso, se ha programado, con el título de Tardes Musicales, un ciclo dedicado a la música clásica. Y dentro del mismo he tenido oportunidad de asistir a un concierto de música de cámara ofrecido por el Quinteto Almazara. Se trata de un grupo de jóvenes profesores, con un acreditado currículum de méritos, integrado por dos violines, viola, violonchelo y clave. El repertorio estuvo dedicado a la música barroca, centrado en dos nacionalidades. Los italianos, representados por Antón Vivaldi e Isabella Leonarda, de un estilo más vivaz y alegre, y el barroco inglés más solemne en mi opinión, representado por Henry Purcell y George Friedrich Händel, éste último prusiano de nacimiento, pero inglés de adopción. Todos ellos son compositores que desarrollaron su obra entre finales del XVII y principios del XVIII. El programa se elaboró a base de piezas cortas, sonatas y suites, muy poco conocidas para un público aficionado pero poco experto, del que me considero parte. Con carácter divulgativo, el primer violín se encargó de hacer una introducción a cada una de las piezas, con pocos datos técnicos sobre las mismas y algunas curiosidades de la biografía de los compositores.
         El concierto se inició con la Sonata nº12, op.1 “La Follia” de Vivaldi. Se trata de una pieza muy original. Follia significa locura o frenesí, y es el nombre de una danza popular portuguesa de carácter pastoril, que luego pasó a ser aristocrática y española y finalmente adoptada por los músicos del barroco italiano. Su originalidad consiste en una armonía que se repite de forma cadenciosa(ostinato), introduciendo en ella pequeñas variaciones y alterando el ritmo y el tempo de las mismas. Así hasta diecinueve variaciones en este caso, desde las lentas que evocan melancolía hasta las trepidantes y alocadas de carácter festivo.
         En segundo lugar, se interpretó la Suite en Sol menor Z.660 de Henry Purcell, más sosegada con relación a la anterior pero igualmente alegre y basada en esas danzas a las que eran tan aficionados los compositores de esta época. Le siguió la Sonata úndécima de las 12 sonatas que compuso Isabella Leonarda, una compositora bastante desconocida actualmente pero muy conocida en su tiempo. Pasa por ser la primera mujer a la que le fueron publicadas sus composiciones musicales. Era monja y vivió casi toda su vida en un convento de Novara. Su estilo musical es equiparable a un barroco primitivo, menos brillante en recursos técnicos y más austero, quizás en correspondencia con la condición religiosa de la autora.
         Alternando entre barroco italiano e inglés, se llegó a la Suite en Si bemol mayor. HWV354 de Händel, en cuatro cortos tiempos de danza; minueto, coro, sarabanda y gavota. Para terminar de nuevo con Vivaldi y su Concierto para cuerdas en Sol M RV.150 “Alla Rustica”, cuyo primer movimiento, Presto, es quizás el más conocido y popular.
         En mi opinión la interpretación del quinteto fue bastante buena. Lamento no poder aportar datos técnicos sobre la misma, porque mi escasa formación musical me lo impide. Pero la buena música es como el buen vino, desconocer el nombre de sus matices organolépticos no impide el disfrute de los sentidos.

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